Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

70 años de un desafío audaz

El Himno de la Libertad cantado por los moncadistas resonó en el Presidio Modelo de la otrora Isla de Pinos, cuando el dictador Fulgencio Batista visitaba el penal. Esa fue el saludo audaz de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes al tirano, hace hoy 70 años   

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA,  Isla de la Juventud. — El 12 de febrero de 1954, los muros del Presidio Modelo, hoy Monumento Nacional, retumbaron con la lírica del Himno de la Libertad, en el momento exacto que el dictador Fulgencio Batista visitaba el penal para inaugurar una planta eléctrica.

Este acto de desafío, que tuvo lugar hace 70 años, provocó la ira del tirano y demostró el coraje y la entereza de los moncadistas.

Batista, ajeno a lo que le esperaba, llegó al Presidio con el propósito de inaugurar una planta eléctrica. Sin embargo, los asaltantes a los cuarteles Moncada (Santiago de Cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo) tenían preparado un sonoro recibimiento para él.

Fidel Castro, al notar movimientos inusuales de soldados, pidió a Juan Almeida que vigilara el patio por una pequeña ventana del pabellón. Fue así como se percataron del cordón de seguridad desplegado por toda el área.

Las voces rebeldes que entonaban la Marcha del 26 de Julio comenzaron a escucharse con nitidez, saliendo como ráfagas de entre los muros de la prisión. Batista, desmoralizado, pasó del desconcierto inicial al estado de cólera. «¡Los mato, los mato!», gritó, abandonando furioso el lugar.

«Pistolita», así llamaban a uno de los más sanguinarios esbirros del penal, golpeaba la puerta con la intención de silenciar a los jóvenes. Sin embargo, estos continuaron cantando, sin miedo a las represalias de los sicarios.

La respuesta no se hizo esperar. Señalaron a Agustín Díaz Cartaya, autor de la marcha, como uno de los responsables por el parecido color de la piel con Almeida, a quien vieron asomado por la ventana. Separaron a Fidel de sus compañeros con la intención de aplacar los ímpetus de rebeldía, pero la semilla de la verdad ya estaba sembrada en cada corazón de los rebeldes.

Díaz Cartaya solo necesitó tres días para componer la obra que nació con el nombre de Himno de la Libertad, aunque la pieza sería más tarde llamada Marcha del 26 de Julio, porque surgió durante las jornadas de preparación combativa previas a las acciones del 26 de julio de 1953.

Entonar sus versos animó a los revolucionarios durante el combate, cuando fueron recluidos en la cárcel de Boniato (antigua provincia de Oriente), y luego en el mal llamado Presidio Modelo, de la entonces Isla de Pinos, adonde fueron a cumplir prisión y fraguaron el camino a la libertad definitiva lograda el 1ro. de enero de 1959.

Cada año, los residentes en Isla de la Juventud, celebran aquel desafío audaz, un acto de resistencia y valentía que sigue resonando en los corazones de los cubanos, como un eco de la lucha por la libertad que nunca será olvidado.

Para los pineros, recordar esta acción es también una oportunidad para incentivar la educación y aprendizaje sobre la historia local y nacional y expresar el orgullo de vivir en un municipio de Cuba donde, sin lugar a dudas, se fraguó la Revolución Cubana.

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