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Para cantar y comer frutas

Cuba trabaja por actualizar su estrategia de frutales, teniendo en cuenta, entre otros elementos, el enfoque de cadenas, la demanda, las nuevas tecnologías y el contexto

Autor:

Raquel Sierra

¿Le gustan las frutas a la población cubana? ¿Tienen acceso a ellas en cantidad, calidad y precios? Cuando se plantean estas interrogantes, las respuestas podrían resultar obvias: sí y no.  Entonces, ¿qué hacer, se podrá en el futuro disponer de esas variedades que apetecen frescas, en dulces caseros o en conservas?

Según algunas estadísticas, los tres frutales de mayor importancia económica en Cuba son: el mango, que ocupa alrededor del 50 por ciento de las áreas dedicadas a esos cultivos, seguido de la guayaba, con el 13 por ciento, y la frutabomba, con el diez por ciento.

En los últimos años se aprecia en Cuba una disminución de los frutales. Al respecto, Manuel Rodríguez Izquierdo, especialista en Frutales del Ministerio de la Agricultura, consideró que al no tener la tecnología muchas personas dejaron de sembrarlos o los desatendieron. 

Sin embargo, destacó, existen experiencias de productores que han demostrado en sus campos que sí se puede, y esto ha tenido un impacto en otros, quienes se han incorporado nuevamente a su siembra. «El incremento de los precios ha ayudado y no pocos productores han ido buscando soluciones a las limitaciones», apuntó.

En la actualidad «estamos en un momento de la implementación de la Ley de Soberanía Alimentaria y Nutricional (SAN), y se quiere mejorar la soberanía alimentaria, fundamentalmente en la cadena de valores de tres cultivos: el mango, la guayaba y la frutabomba», dijo, y mencionó el proyecto Agrofrutales, iniciado en noviembre de 2017.

Según explicó, se estudiaron estas cadenas de valores desde el eslabón semilla, la transformación hasta la comercialización. Cuando se trace la estrategia nacional, esta deberá contextualizarse en las provincias y concretarse antes de que cierre el año en toda la estrategia de cada municipio del país. Esto, a su juicio, «es lo más importante, porque la Ley SAN concibe que cada municipio tenga su estrategia».

Cadenas principales

Mediante el proyecto de cooperación internacional Agrofrutales, Cuba trabaja actualmente en la formulación de una nueva estrategia nacional de frutales de cara al 2030, que debe responder a la recuperación del mango, la guayaba y la frutabomba, pero con la mirada puesta en toda su cadena de valor.

Fernando Hiraldo, representante residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba, señaló recientemente en un encuentro para la actualización de la estrategia nacional que desde el 2013 el PNUD, junto al Gobierno de Canadá, inició el trabajo con el Ministerio de la Agricultura para potenciar el desarrollo de los frutales en Cuba, mediante proyectos como Palma, en Santiago de Cuba,  y desde el 2017, Agrofrutales, con beneficios para cinco municipios en Artemisa (Caimito, Alquízar y Artemisa) y en Santiago de Cuba (Contramaestre y Santiago de Cuba).

Estas dos iniciativas se han apoyado con más de seis millones de dólares para el desarrollo a nivel local de las cadenas de mango, frutabomba y guayaba. Según dijo, con el liderazgo de los gobiernos locales y enfocándonos hacia el desarrollo territorial, con estos proyectos hemos contribuido a fomentar el enfoque de cadenas, insertar tecnologías sostenibles, fortalecer las capacidades productivas y gerenciales de las cooperativas, incrementar producciones e ingresos de productoras y productores, entre otros.

A su vez, se han potenciado las capacidades locales para producir y utilizar bioproductos, se han desarrollado prácticas agroecológicas, e incrementado las capacidades locales para agregar valor y favorecer el empoderamiento de las mujeres en estas cadenas.

Cuando se inició la implementación de Agrofrutales Cuba contaba con una estrategia nacional que había sido formulada en 2009 y con vigencia hasta 2015.  «Hoy, como resultado de las propias acciones del proyecto, estamos apoyando al país en conformar una nueva proyección estratégica que tenga en cuenta los cambios del contexto nacional e internacional, que se construya de forma participativa», destacó.

En esa construcción se toma en consideración la voz de los actores locales y el enfoque de cadenas, así como otros aspectos clave para la sostenibilidad como el uso de las fuentes renovables de energía, la dinámica poblacional y la adaptación al cambio climático, que atienda las desigualdades de género y las territoriales, y que favorezca una aplicación flexible y descentralizada, teniendo en cuenta las particularidades del territorio.

Además de Agrofrutales, otro proyecto de colaboración pone la mirada en otras especies. De acuerdo con el especialista del Ministerio de la Agricultura, Cubafruta está trabajando en varios municipios de Matanzas en la piña y el aguacate.

Con financiamiento de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), el proyecto Fortalecimiento de las cadenas de valor de la piña y el aguacate a nivel local que interviene en los municipios de Colón, Calimete y Los Arabos, se propone promover la diversificación de la producción de piña a través de la introducción de nuevos cultivos, por medio de parcelas demostrativas en las cuales los productores valorarán su comportamiento en las condiciones edafoclimáticas de los municipios matanceros. En el caso del aguacate, se considera que por su calidad tiene potencialidades para su comercialización y exportación, como ya ha sucedido con ventas a Canadá e Italia, y con perspectivas de llegar a otros mercados europeos.

Acciones de hoy

Según el especialista en Frutales del Ministerio de la Agricultura, como parte de estos procesos se han visitado productores para temas de capacitación y sensibilización, para comunicar las ventajas con el fin de impulsar las producciones y lograr mayores exportaciones en las condiciones existentes hoy. 

Entre las acciones que se implementan para impulsar estos cultivos se trabaja en la selección de 4 000 hectáreas de guayaba joven, de las 12 000 existentes actualmente en el país, para darles un seguimiento e ir incrementando la producción y la exportación.En el caso del coco, existe un programa nacional de desarrollo, que marcha de forma favorable, con un ritmo mayor que otros cultivos.

Si se analiza entre los frutales, unos son más exigentes, como la frutabomba, y otros menos, como el mango. Entonces, «tenemos que seguir trabajando en eso y en la industrialización. Hoy tenemos una red de industrias y minindustrias y lo que estamos haciendo es que en estas cadenas de valor estamos  trabajando por mayor integración para que no se nos pierda una fruta», y también buscando alternativas para bajar los precios de estas producciones.

Tener frutas demanda abarcar las soluciones a todo el ciclo, desde la semilla, con los viveros y las posturas de calidad, las atenciones culturales, el acopio, la garantía de los envases y la transportación en tiempo. «Se trata de trabajar en toda la cadena de valor, seguir capacitando a los productores, visitándolos, llegando a la base productiva, pues ellos están ahí, con deseos. No es solo decirles que con humus y materia orgánica podemos resolver los problemas de fertilización, o con microorganismos eficientes, sino llegar y explicarles las bondades, mostrarles a los que han tenido resultados. Esa es la idea», concluyó Rodríguez Izquierdo.

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