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El proceso: la historia no contada, compite en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano

El documental, de Rolando Almirante Castillo, aborda el juicio amañado realizado a los cinco luchadores antiterroristas cubanos prisioneros en Estados Unidos Hoy el festival en las provincias El festival hoy en la capital

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Rolando Almirante mientras da algunas orientaciones durante el rodaje. La historia de un proceso judicial amañado a cinco cubanos que lucharon contra el terrorismo, infiltrándose en las filas de organizaciones hostiles a Cuba en el Sur de la Florida, es el centro de la nueva creación de Rolando Almirante Castillo, cuyo estreno tuvo lugar el pasado noviembre, y que ahora se exhibe en los cines del país, pues compite en el apartado de documental de esta 28 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Su título es El proceso: la historia no contada (Five Cuban men. The untold story), y cuenta con la narración del Premio Nacional de Teatro 2006, Sergio Corrieri, quien forma parte de la historia del cine cubano por sus intervenciones en películas como Memorias del Subdesarrollo y El Hombre de Maisinicú. El proceso... nació de una convocatoria realizada por el ICAIC a unos 30 cineastas, a quienes invitó a presentar un proyecto donde se abordara el tema de los Cinco, lo cual puso en contacto al director de largometrajes documentales al estilo de Why? y Jazz de Cuba, con distintas personas vinculadas con la campaña de liberación, con la parte jurídica, los familiares...

«Tocó que se seleccionaran cinco, y El proceso... fue uno de ellos. En la línea de producción es el tercero, pero desde el punto de vista de diseño de producción ha sido el más complicado, al intentar abarcar los anales del proceso judicial y desmontar los cargos principales de los Cinco, en 78 minutos», explica el también guionista, profesor del ISA, así como realizador del programa El triángulo de la confianza (Canal Habana) y del DVD De dónde Son.

«El proceso... tiene un final emotivo, como pudiste ver, pero no sensiblero. Apelamos a la razón sin palabrerías. Fuimos directo a los abogados de la defensa y sus testigos, al principal fiscal acusador, a los abogados de otras partes que tuvieron que ver con el juicio, a personalidades de la vida jurídica de Estados Unidos, es decir, que el espectador puede sacar sus conclusiones sin que nosotros le digamos: mira, esto es así.

«Es un tema muy controversial que ha sido acallado por la “gran” prensa del mundo. Está obviamente en la floridana del Sur, que ha hecho pésima propaganda, y gracias al esfuerzo de muchas organizaciones de solidaridad se han podido colocar algunos artículos en el The New York Times, en el Washington Post, pero han sido los menos. Entonces, en el largo camino de desbrozar ese monte, de buscar un poco de luz, El proceso... aporta elementos de juicios para entender algo tan complejo».

—¿En qué se diferencia El proceso... de otros documentales de este corte?

Cartel del documental. —Mira, he tenido la satisfacción de escuchar buenas opiniones de cubanos y no cubanos, gente que está de paso por el Festival o de turistas, algunos que viven muy lejos de la circunstancia del diferendo Cuba-Estados Unidos. A nosotros nos toca, porque ellos representan nuestra dignidad, pero, a un irlandés, un noruego le va mucho más lejos. Sabemos que la injusticia es rechazada por cualquier ser humano esté donde esté, y la que está detrás del caso de los Cinco queda bien evidenciada en el documental. Nuestros medios han abordado, sobre todo, la parte más humana del asunto, pero hasta este momento no se había tocado el intríngulis del juicio (al menos en este tipo de obra). Mis compatriotas me han dicho que con El proceso... se han enterado de cosas que no sabían, y te estoy hablando de gente que vive nuestra realidad. Esas personas me han ratificado que el documental les ha mostrado algo más, les ha dado las armas que necesitan. En el documental sale al descubierto, por ejemplo, la insolencia de los acusadores, lo rocambolesco de condenas extravagantes, pero ahí están las intervenciones de quienes se las pusieron.

—¿Fueron entrevistas para el documental o tomadas de archivos?

—Todas fueron realizadas por algún miembro del equipo. Los materiales de archivo que utilizamos son aquellos que reflejan diferentes etapas del terrorismo desatado por Estados Unidos contra Cuba, un fragmento de Morir por la Patria es vivir, de Santiago Álvarez..., pero todos los testimonios fueron buscados para El proceso...

—¿Resultó muy complicado acceder a esas personas?

—Sí, y mucho. Tomar la decisión de rodar este documental fue muy rápida. Ahora, empezar a contactar a todas las personas, incluso en Cuba, no fue fácil, ni tampoco convencerlos para que hablaran del tema (me refiero a los estadounidenses). Otro desafío fue llevar a vía de hecho las entrevistas, muchas veces con contingencias, porque te daban solo diez minutos o una hora. Y es que es un tema peliagudo, pues pasa por las relaciones o por el conflicto entre los dos países y, sobre todo, por el absurdo que se vive en Estados Unidos, y las personas, obviamente, tienen miedo a hablar, máxime cuando su discurso es de justicia o al menos arroja luz a la justicia. Siempre hubo resistencia.

—¿Cuánto tiempo te llevó la preparación del documental?

—Antes de la arrancada, hubo un período de preparación. Tenía que buscar quienes me iban a acompañar, debían ser personas que tenían que sentir la misma pasión: en breve pude cohesionar el equipo y enamorarlo de la idea. Así se me unieron José Manuel Riera, como director de fotografía, con quien ya había trabajado en el corto Tercer milenio; José Lemuel González, en la edición; Evelio Delgado, en la dirección de producción; Aldito López Gavilán compuso la música y ejecutó los pianos; Rudel Reyes fue el encargado del diseño gráfico; Omaida Rodríguez, me asesoró...; personas de una calidad profesional y humana excelentes. Hay más de 40 que por espacio no menciono, pero a quienes agradezco profundamente, porque laboraron con mucha seriedad.

«Y lo más curioso es que en este documental adelantábamos una semana y había que esperar por una entrevista, lo que nos tensionaba mucho. Empezamos la posproducción mucho antes de terminar de rodar y, entonces, fuimos completando poco a poco el documental. Así introdujimos la marcha multitudinaria de Washington, el 23 de septiembre de 2006. Había cosas que estaban sucediendo y que necesitábamos que estuvieran en El proceso..., que fue una célula viva hasta el momento que concluyó. Poco antes del final, hay una parte que es actualizable, porque todavía se puede ahondar más, gracias a las nuevas tecnologías.

«Habrá también un DVD que contendrá una entrevista exclusiva con Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano, un material sobre los atentados perpetrados contra instalaciones turísticas en la década de 1990, copias facsimilares de los documentos que están en el documental, entre otras cosas».

—Sabemos de la importancia que reviste El proceso..., pero ahora está en competencia...

—Mira, pienso que ser seleccionado como parte de la muestra oficial del Festival es un reconocimiento a nuestro trabajo, porque se presentaron una gran cantidad de obras de todo el continente. El segundo reconocimiento ha sido las muestras de afecto, las frases de elogio que ha tenido el público para con El proceso... Eso reconforta muchísimo. Si obtiene algún premio, mucho mejor, porque ese galardón acompañaría con mayor fuerza a este documental por el mundo, y ayudaría a derribar el velo del silencio que hay entorno al caso de nuestros cinco hermanos.

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