Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bolero en jeans y saya corta

Autor:

Juventud Rebelde

La XX edición del Festival Boleros de Oro, en Santiago de Cuba, acercó por primera vez a las nuevas generaciones a la interpretación de este género musical

SANTIAGO DE CUBA.— ¿Boleros? Fue la pregunta casi unánime que entre el asombro y la duda se hicieron los niños y adolescentes de la Compañía de Variedades Arcoíris cuando sus profesores les comentaron la idea.

Sabían que su director, el emprendedor Wilfredo Aponte, es capaz de hacer posible cualquier sueño, por difícil que parezca. Pero ni esa certeza ni el entusiasmo del profesor de técnica vocal, el reconocido cantante lírico santiaguero Sergio Trujillo, alcanzaban para convencerlos de que podían conectarse con un género que hasta ahora solo habían escuchado entre sus abuelos.

¿Serían capaces de interpretar esas canciones con registro y métrica tan difíciles? ¿Cómo, si hasta ahora solo habían cantado canciones infantiles o para jóvenes y escuchado mayormente reguetón y salsa?

Tales percepciones, tan volubles como la edad de los protagonistas de esta historia, fueron cambiando cuando el profesor Sergio Trujillo «desembarcó» con la carga de tesoros que guarda en su amplio y valioso archivo. Los hizo escuchar y los conminó a escoger los temas que preferían interpretar. La duda, entonces, asumió contornos de reto.

Así, Contigo aprendí, Sin ti, Voy a apagar la luz, Ay amor, Contigo en la distancia, La gloria eres tú, Tú me acostumbraste, Toda una vida, Bésame mucho... sintieron retoñar sus historias de amores, pasiones y desencuentros en voces jóvenes. Y para bien del género y el enriquecimiento de los muchachos, el bolero, tan relegado a pesar de los intentos, vistió el ropaje de estos tiempos.

Retoñado

En más o menos 15 días de arduo trabajo y complicidad con los adultos nació lo que constituyó una de las novedades de la vigésima edición del Festival Boleros de Oro en Santiago de Cuba: el espectáculo Los Pinos Nuevos cantan bolero, que en poco más de una hora propició al público el contacto con números y autores clásicos dentro del género, interpretados por primera vez por niños y adolescentes de entre ocho y 17 años de edad.

La idea, un viejo sueño del director de televisión Santos Díaz Comanches (Chilín), fue calorizada de inmediato por Wilfredo Aponte, la Compañía Arcoíris y Sergio Trujillo, con el apoyo de músicos santiagueros como Alexander y su grupo Manos de Oro, en los arreglos y el acompañamiento.

Los resultados fueron apreciados por los asistentes al cine-teatro Cuba, escenario principal del Festival de Boleros en su ciudad natal, quienes disfrutaron de un espectáculo en el que la frescura juvenil se dio las manos con la calidad interpretativa y el desenvolvimiento en el escenario.

Para protagonistas de esta idea, como Melissa Reyes, de 14 años, y Evelin Dupuí, de 16, cantar boleros fue un desafío que abrió su espectro de conocimientos musicales y culturales, pues no solo se trató de escoger un número e interpretarlo; también recibieron del profesor Sergio Trujillo una clase temática sobre el bolero, sus características...

Aprendieron que el bolero que se hace en Cuba es distinto al de España, México o Puerto Rico, por ejemplo, pues la métrica es diferente, y supieron cómo se valora nuestra música en otros países del área, algo que tristemente no siempre pasa aquí, donde todavía se imponen patrones que identifican lo nuevo como símbolo de desarrollo y se desdeñan las raíces.

«Nos motivamos tanto que hasta llegamos a sugerir un arreglo vocal para el tema Bésame mucho, que interpretamos a capella, con el retoque y la orientación de los profesores, por supuesto».

Orgulloso de que el mensaje que intentó transmitirles calara de esta manera entre los niños, Sergio Trujillo valora esta como una bella experiencia que lo obligó a prepararse bien, a pesar del respaldo para motivar que le dan sus tres décadas vinculado a la enseñanza del canto.

«Cantar boleros no es difícil para un joven. Todo lo contrario, puede aportarle muchísimo», dice con la certeza de quien ve en ello una manera de defender nuestra identidad, nuestra cubanía. «El bolero es nuestro, nació aquí y hoy está siendo desplazado por el reguetón u otros géneros. Esa —asegura— es la valía de esta idea, que se debe incentivar, extender y mantener».

Melissa y Evelín coinciden. Para ellas, como para el resto de sus diez compañeros, convertirse en boleristas en el futuro tal vez sea una opción. Por ahora, han descubierto que el ayer puede perfectamente alimentar el alma del mañana.

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