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Escritor Ian Rodríguez presenta en la Feria poemario Esta costumbre de soñar lo mismo

El material, editado por Letras Cubanas, recoge en un solo cuerpo tres cuadernos anteriores del autor: Cambiar las formas del sueño, Agudos del silencio y Velas en torno al corazón demente

Autor:

Julio Martínez Molina

CIENFUEGOS.— «Este libro se sostiene sobre una frágil biografía: el joven poeta, cual Sísifo, recupera en cada jornada su palabra optimista contra la soledad y los naufragios de una desgarradora, persistente cotidianidad. Diario de la pérdida o cuaderno del grumete bajo la tormenta de los días vacíos.

«Páginas de lo visionario escritas con la sangre del mismo grumete que, desde entonces, lanza desesperadas botellas contra el mar. La escritura como brújula y salvación».

Así escribe Roberto Zurbano en la contracubierta del volumen Esta costumbre de soñar lo mismo, de Ian Rodríguez Pérez, texto el cual Letras Cubanas difunde, dentro de su colección de Poesía, en la actual Feria del Libro.

El material recoge en un solo cuerpo tres cuadernos anteriores del autor: Cambiar las formas del sueño (Reina del Mar Editores, 2003); Agudos del silencio (Mecenas, 2000) y Velas en torno al corazón demente (Reina del Mar-Ediciones Áncoras, 1997), en igual orden descendente.

—Apelas en tu nota introductoria a Don Marquis, cuando dice: «Publicar un libro de poesía es como dejar caer un pétalo de rosa en el Gran Canyon y esperar por el eco» ¿Buscar más cómplices en la escucha del susurro fue el chispazo que te decidió a reunirlos?

—Cuando se acercó a mí la Editorial Letras Cubanas no perdí la posibilidad de agruparlos a través de una tirada menos promocional que las anteriores (1000 ejemplares con el sello nacional, antes 300 o 500 en provincias).

«Sin mucho rodeo, esa fue la razón: acercamiento de mi poesía ya hecha a un número mayor de receptores. Por eso decidí no entregar un inédito».

—La musicalidad es un elemento marcado del libro

—Ello deviene preocupación subrayada para mí, pues he tenido el propósito de acentuar cuán significativa me resulta la musicalidad del poema: inherente a él desde que el primer hombre decidió mirar a las estrellas y realizó la analogía de que esas pudieran ser miles de hogueras en cuyo alrededor otros hombres narran las vicisitudes del día.

—El elemento del sueño representa otra constante de tu poética, ¿persiste el desvelo en tus nuevos materiales?

—Ya dicho rasgo venía sugerido en Velas en torno al corazón demente; se advierte de forma más nítida en Nocturnidades, donde hay un tratamiento más elaborado, porque incluso es posterior a Cambiar las formas del sueño.

«Constituye resorte trabajado intencionalmente y no como veía el sueño, por ejemplo, la poesía surrealista, hecho diferenciador de alguna manera a la hora de apreciar mi búsqueda en el tratamiento del asunto: en vez de lo onírico como vía de conocimiento, pretendo ofrecer ese estado como posibilidad de trascendencia.

«Prosigue, pues, el desvelo, en este como en varios textos que estoy acometiendo a la vez. Es su persistencia lo que me mantiene aferrado a la vida».

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