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Will acampa en el son montuno

Uno de los intérpretes pinareños más populares, Wilfredo Campa, ex miembro de las agrupaciones como Maraca y Otra Visión, recorre el mundo con lo mejor de nuestra música

Autor:

Heidy Hernández Piñera

Trompetas, flautas y pianolas en el lugar del ensayo. Preparados. Uno, dos, tres… abre el coro del grupo en un vaivén de melodías. Luego su voz nos captura, el sonido cubano de su música nos abraza. Su proyección escénica y su poder de improvisación se unen a la exigencia de su trabajo, pero sus ojos verdeazules reflejan la sencillez de un ser que ama su profesión.

Wilfredo Campa nació en Las Martinas, un pequeño poblado de Vueltabajo. Desde niño organizaba conciertos con familiares y chicos del vecindario. El arte se adueñaba de cada uno de sus espacios y hacía de ese infante un enamorado de la música. Ahora es un hombre que busca la perfección. Infiel al cigarrillo y al añejo, pero amante del buen café. Su cabeza iluminada con cabello canoso evidencia el paso de cuatro décadas.

En el último lustro, la historia que comenzó en un humilde pueblo trasciende hoy esas fronteras. Porque Will —como las personas lo conocen—, ha ganado prestigio internacional y sus aportes a la cultura pinareña son innumerables. Agrupaciones como Cumbre y Yarey, Maraca y Otra Visión, y la Gran Unión muestran su obra en la cancionística, siguiendo estilos que honran lo autóctono de la Mayor de las Antillas.

—¿Por qué se decidió por la música?

—Nací con esa locura por el ritmo. Desde niño me fascinaba escuchar las melodías de Beethoven, Mozart, Bach, Tchaikovski... y aunque era música clásica, sentía una inmensa satisfacción.

«No hay tradición musical en mi familia; solo tenía un tío que le gustaba cantar y llegó a ser profesional, pero falleció.

«Con 20 años me mudé a la ciudad de Pinar del Río y allí integré Cumbre, una de las orquestas más reconocidas de aquel tiempo. En esta me exigieron la superación y entonces hice el nivel medio, pero soy un músico empírico».

—¿Hasta qué punto Cumbre influyó en su formación?

—Significó el inicio de la historia sonora de un joven que debutaba como cantante. Aprendí el rigor profesional y cómo se trabaja para un público heterogéneo. El estar rodeado de músicos que hoy forman parte de las mejores orquestas de Cuba, influyó positivamente en mi formación artística».

Los seis años en Maraca y Otra Visión hicieron de Will un músico seguro de sí mismo y confiado de su talento. «Todo el tiempo que compartí con Orlando Valle fue realmente gratificante. Desde sus comienzos, Maraca incursionó en el jazz latino y, cuando decidió incluir un mayor número de cantantes, me llamó. Tuve el privilegio de visitar más de 38 países para participar en festivales de la música latina y del Caribe».

—Trascienden sus interpretaciones en discos de la agrupación Maraca y Otra Visión. ¿Cómo los ve?

Descarga total, el primero, fue un CD versátil. Cada melodía llegó hasta los lugares más apartados del mundo. Interpreté cuatro del número total de temas. La aceptación que tuvo me impulsó a seguir cantando, y a componer la letra de los discos que le sucedieron, como Tremenda rumba —nominado a los Grammy Latino en 2002—, y Soy yo, en el que canté diez temas y en el que aparecen boleros, salsa y son montuno».

Compartir escenarios con artistas como Winston Marsalis, Poncho Sánchez, Natalie Cole, Michael Miller y Jimmy Bosh, constituyeron momentos especiales para Campa en sus giras por Latinoamérica.

«Esas fueron excelentes oportunidades. A la hora de subir al escenario pensaba en la respuesta del público, pero con personas como Natalie —que sonreía para tranquilizarme los nervios— todo fluía bien», confiesa.

Las experiencias con estrellas del Buena Vista Social Club también las atesora en su memoria.

«A Omara Portuondo la acompañé en disímiles números musicales por Europa.  Mientras con Eliades Ochoa compartí escenario en Toulouse. Y con Ibrahim Ferrer, estuve en su último concierto. Él estaba enfermo. Al concluir, se lo llevaron en una ambulancia. Eso no se me olvida. Fue el momento más triste que he pasado».

—El mayor atributo de Will es su estilo sonero. ¿Cuán cierta resulta esa afirmación?

—La gente dice que es lo que mejor hago. En la vida hay que saber decir: «Puedo con esto», sin olvidar lo que más prefieres. Mi estilo sonero es propio de mi generación, y la mezcla de ritmos, de los años 40 y 70.

—En 2005 abandona Maraca y Otra Visión, y decide formar Will Campa y la Gran Unión. ¿A qué se debe ese cambio?

—Desde que colaboraba para Cumbre me ofrecieron trabajo en Yumurí y sus Hermanos. El representante de Paulito FG también me lo propuso, pero no acepté. Anhelaba ser cantante, crear una agrupación con mi estilo; no deseaba formar parte del coro. Así surgió esta gran familia: Will Campa y la Gran Unión, formada por 12 jóvenes talentosos.

Para Will cuatro frases rápidas: ¿Deseos? «Seguir cantando. Quiero que las personas me aplaudan siempre como en el Vancouver International Jazz Festival, efectuado en Canadá en octubre pasado». ¿Apoyo familiar? «El suficiente para cantar a toda esa gente linda que me sigue». ¿Satisfecho? «Aún falta muchísimo».

¿Nuevos proyectos? «Preparamos un videoclip con el sencillo Son a Santiago, del compositor pinareño Luis Ángel Díaz, y comenzaremos a grabar un nuevo álbum. Nuestro CD Es tiempo —primero bajo el sello canadiense Revolution Production— lo vamos a hacer más bailable, al incluirle chachachás, ritmos afrocubanos y jazz latino. Nuestro compromiso inmediato es hacer música para el mundo entero».

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