Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La lectura es un ejercicio difícil

Adrián Guerra Pensado, experimentado bibliotecario, conversa con JR sobre el hábito de leer en las nuevas generaciones

Autor:

Luis Alejandro Rivera Paredes

Durante el encuentro teórico «Niños, autores y libros. Una merienda de locos», que reunió en la Sociedad Cultural José Martí, a ilustradores, editores y autores de la editorial Gente Nueva, tuve la oportunidad de conversar con Adrián Guerra Pensado. Este hombre, licenciado en Información y Bibliotecología, insistió desde que comenzó la entrevista, en que lo recordara como un bibliotecario para niños y jóvenes, y un promotor de la lectura, nada más que eso.

—¿Cuáles son los valores que considera esenciales para que un libro se promocione con éxito?

-Bueno, eso depende de la edad, del texto, a veces de la ilustración. Depende de la industria del libro, no solamente de lo que el autor haya creado. Como promotor te diría que la vida de un libro depende de su promoción, eso lo he podido comprobar siempre.

«Yo tengo en mis preferencias montones de autores buenos, montones de textos buenos, pero estoy muy consciente de cuál es el papel del promotor, porque para mí es un compromiso con la vida, y por ende no lo he abandonado nunca porque me doy cuenta de la utilidad.

«Si yo disfruto tanto lo que leo, mi misión es que los demás disfruten. ¿Y qué pasa? Llega un momento en que el público al que me dirijo diariamente cree en mí, porque les recomiendo primero lo que yo antes he disfrutado. Lo que con más frecuencia recibo es la aceptación y, claro, después viene el diálogo, porque se lee para compartir».

—¿Por qué prefiere trabajar con adolescentes?

-El adolescente es un individuo que comparte todo lo que tiene dando afecto. Y esa persona que quizá comparte conmigo un pan con mayonesa está dispuesto a compartir puntos de vista, está dispuesto también a que yo le dé una visión un poquito diferente, que lo modele un poco. Ese adolescente va a estar dispuesto entonces a que la literatura lo modele porque está buscando sus valores, su ética; se está buscando a sí mismo y quiere tener un criterio amplio, que es importante para tener un criterio propio.

«Estoy convencido de que mientras más lean —y sobre todo si encuentran libros que los transformen y les den una visión distinta—, ellos se sentirán crecer. Esa es la idea: que crezcan. Esa persona luego va a formar parte de la comunidad y se va a expresar mejor. Cuando se deja de leer se deja de aprender a leer».

—¿Cómo ve la salud del Programa Nacional por la Lectura en la actualidad?

—Pienso que mientras haya libros que lleguen a todos habrá buena salud. Ahora, tenemos que montarnos en el cambio; y el cambio ahora es la lectura digital. Todavía los e-books, o libros electrónicos no han hecho presencia en nuestra sociedad, por lo caro que siguen siendo. El problema está en que debemos hallar nuevas formas de promoción cuando la gente tenga un e-book en la mano.

«Nuestros jovencitos andan hoy con un MP3 con 500 o más canciones. Asimismo puede lograrse que lleven consigo la misma cantidad de libros en formato digital, todo está en proponérnoslo. Hay que generar nuevas maneras, pero siempre con el afecto. Las máquinas no pueden sustituir los libros; hay computadoras que hablan, pero no con la calidez humana. La intención y el convencimiento son clave».

—¿Entonces considera que el desarrollo tecnológico influye negativamente en la sociedad?

—De cierta forma sí. Las computadoras cubanas se llenan hoy de películas, series, largos novelones y juegos. Hay genios de la cibernética y psicólogos que trabajan del lado oscuro, tratando de hacer juegos que roben tiempo de vida a los niños, el tiempo de jugar, de salir a la esquina y pasarle la mano por el lomo a un caballo. Eso habrá que cambiarlo antes de que el caballo desaparezca y su coche también, y entonces tengan que ir a los libros a buscarlos como hoy buscan a los dinosaurios. Es curioso, porque ahora saben más de los dinosaurios que de los caballos.

En nuestra sociedad se ha vuelto común el hábito de comprar libros porque la Feria está «de moda», llevarlos a casa y no mirarlos otra vez. ¿Qué piensa al respecto?

—Mira, antes de que aparecieran todas las tecnologías de la información nosotros, siendo universitarios, comprábamos más libros de los que íbamos a leer, así que no hay por qué hacerse una idea equivocada de la juventud de ahora. Todo libro vendido no quiere decir libro leído. El libro realmente se lee cuando uno se vence a sí mismo y decide que va a hallar un tiempo para digerir el producto que compró. Puede que lo hayas comprado porque otro te haya dicho que era bueno o porque simplemente te ha interesado el título, el diseño o la temática.

«Tienes que vencerte a ti mismo e incluso sacrificar una salida con los amigos o la pareja para sumergirte en ese libro y comprobar si realmente te hace crecer, si fue una buena compra, si es un buen autor. La lectura no es fácil. Cuando la gente ama la lectura ama un ejercicio difícil, un ejercicio que exige el compromiso de todas tus facultades. El entendimiento demora. Hay que leer para sentir que creces verticalmente, y que eres una persona más feliz no por tener dinero, sino porque comprendes de la mejor manera la situación más difícil por la que atravieses. Al final en este mundo el juego está echado y nadie se queda aunque juegue muy bien. Pero jugar bien todo el tiempo es muy importante, es como morir con dignidad. No es lo mismo morir como una basurita que como un corazón de león».

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