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Hechizo, éxtasis, pasión, entrega...

La compañía Habana Compás Dance que imbrica la danza y la percusión, con una fusión del baile flamenco, danza contemporánea y elementos afrocubanos, despliega una energía que contagia y atrapa

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

Harto conocido es el hecho del poder del arte y sus manifestaciones para transmitir emociones, evocar recuerdos y provocar un cúmulo de sensaciones que quedan ancladas no solo en los sentidos, sino en la esencia misma del ser humano.

Constatar esa certeza deviene experiencia única y reveladora de los vínculos que brotan entre artista y público, fortalecidos por una entrega mutua que agradecen ambas partes. Y es precisamente ese torrente de energía lo que fluye al apreciar el arte que cultiva la compañía Habana Compás Dance (HCD).

Actualmente el conjunto apuesta por una interesante iniciativa que combina la danza con la percusión, al tiempo que fusiona ritmos del baile español con elementos afrocubanos.

Vibraciones

El resultado de la propuesta de HCD es un despliegue de fuerza y sensualidad que seduce casi al instante. Ver a la compañía conquistar el escenario y trascender sus horizontes suscita una aleación de vibraciones difícil de sintetizar: pasión, ímpetu que raya con la fiereza en la interpretación, dominio de los movimientos, ritmo que fluye incontenible, voluntad, asombro...

Acerca del desempeño y trayectoria de la compañía JR conversó con su directora, la bailarina y coreógrafa Liliet Rivera y con el percusionista Eduardo Córdova, cuya entrada a la agrupación perfiló aún más la línea artística que ahora desarrollan.

Rememora Liliet que el conjunto —surgido en el año 2004— contaba inicialmente con cuatro bailarinas ex integrantes del Ballet Lizt Alfonso, «quienes decidimos emprender un camino diferente, en mi caso particular para explorar otros horizontes como coreógrafa. Quise hacer un trabajo que me permitiera saciar todas mis inquietudes.

«De aquel pequeño formato empezamos a ampliarnos con la ayuda de una escuela que teníamos de la Sociedad Española Artística Gallega Concepción Arenal. Escogimos 12 muchachas que ya estaban bien preparadas y empezamos a darles un intensivo con ballet, danza contemporánea, folclor, para poder elevar el nivel de la compañía. Con ellas comenzamos a trabajar oficialmente como HCD, mientras que las iniciadoras nos dedicamos a conducir y guiar a la agrupación».

—¿Cómo surge la unión con Eduardo Córdova?

—Nosotras queríamos separarnos un poco de la labor anterior que habíamos realizado. En esa búsqueda empezamos a combinar el flamenco con la danza contemporánea. Entonces una amiga me puso en contacto con Córdova porque creyó que sería el complemento ideal. Hasta el momento habíamos trabajado con background, no teníamos músicos en vivo y tampoco habíamos pensado en esa opción. Cuando él llegó se enamoró de nuestro quehacer, vio potencial en las muchachas y les hizo pruebas de condiciones desde el punto de vista de música y percusión.

«Me propuso trabajar por esa ruta. Él dejó por un tiempo su faena como solista en la percusión y como artista de la plástica para dedicarse a la compañía, y ahí comenzó una nueva etapa en la vida de HCD».

A golpe de tambor

Comenta Eduardo Córdova —maestro de la percusión con una consagrada trayectoria en el panorama musical cubano y escultor de sus propios tambores— que cuando llegó a HCD advirtió las habilidades ritmáticas que poseían todas las muchachas.

«La experiencia que he adquirido en mis años como profesor me permitieron apreciar aquel potencial, el cual les daba para mucho más, y decidí complejizar las pruebas y exigirles más. Me di cuenta de que eso era lo que yo andaba buscando».

Por ese camino de unir danza y percusión se inició para la compañía un período de adaptación y trabajo arduo. En  todos surgió una interrogante: ¿En qué pararía todo aquello? Reinaba la expectativa.

Refiere Córdova que en el caso de Liliet —coreógrafa devenida percusionista— percibió que tenía muchas condiciones ritmáticas, resaltaba la síncopa y contratiempo en sus bailes y, en una ocasión, antes de una presentación, le pidió que hiciera un toque en el tambor. «Ahí supe que ella tenía otras habilidades superiores porque podía hacer la rítmica de la percusión como cualquier profesional de ese campo, al tiempo que llevaba el ritmo flamenco con los pies. Hasta ahora nos hemos compenetrado tanto en esa unión, que logramos desarrollar un núcleo de energía muy poderoso».

Viaje a la semilla

Los tres pilares fundamentales que sustentan el desempeño de la agrupación son la danza contemporánea, el flamenco y los ritmos afrocubanos.

Precisamente ahí radica para sus integrantes uno de los valores fundamentales que posee el quehacer de HCD: el rescate y preservación de la esencia de las raíces. Ambos artistas coinciden en el sentimiento de regocijo. «Sentimos satisfacción no solo por lo que hemos logrado, sino porque nuestro esfuerzo significa un homenaje a nuestras tradiciones musicales, a nuestra identidad, a aquellos valores que nos identifican culturalmente».

Conforman el cuerpo de baile 12 muchachas, con un promedio de edad entre los 21 y 22 años. Todas son bailarinas profesionales que prácticamente partieron de cero en cuanto a conocimientos musicales.

— Liliet, ¿cómo fue la preparación?

—Fue un proceso marcado por la exigencia en todos los sentidos. Hay que tener en cuenta que las muchachas no eran percusionistas ni poseían esta preparación. Luego del intenso trabajo para adquirir y desarrollar esos conocimientos básicos, se presentó el reto de llevarlo a la danza, porque nuestro interés no era convertir la compañía en un grupo de percusión.

«Como coreógrafa comencé a imaginarme cómo podían ser los montajes, o sea, el interés era demostrar que ellas también bailaban. Utilizamos la danza contemporánea para hacer el movimiento corporal más suave, el flamenco mediante los zapatos que daban el soniquete, y fuimos perfilando el camino de imbricar la danza con elementos de la percusión».

Las jornadas de entrenamiento son agotadoras. Desde las 8:30 a.m. hasta las 5:00 p.m. se ponen a prueba diariamente desde el ballet, la danza contemporánea, la lectura musical, el control de baquetas, la improvisación, etcétera.

Por eso en sus presentaciones —pueden ser disfrutadas todos los sábados en Rancho Palco—, HCD evidencia un notable dominio en la técnica de baquetas, castañuelas, tacones, chancletas, claves, chequerés y sillas percutivas.

—Un elemento que resalta en la actuación de la compañía es ese torrente de entusiasmo que inunda el escenario...

—Soy muy temperamental y me gusta darlo todo. Creo que ese sentir lo he transmitido al resto de las muchachas, por eso cuando ellas salen a escena es como una explosión.

«Me gusta exprimir al bailarín y llevarlo a la máxima expresión, que sea bueno en todo lo que hace. Me gusta buscar los matices entre la fuerza y la sutileza, para no perder la sensualidad del baile. A ellas no les cuesta hacer fluir esa energía, porque la llevan dentro, solo la desprenden para brindársela al público».

Aplausos

Aseguran Liliet Rivera y Eduardo Córdova que la respuesta del público es impactante. Lo más grande son los aplausos.

Cuentan que en su primera salida al exterior, en Turquía, se les había preparado previamente porque se decía que los turcos eran personas muy pausadas, sosegadas, que no eran de aplaudir mucho. «Salimos a escena con esa idea, para que la reacción no nos tomara por sorpresa. Y cuando el primer número se acabó la gente se paró y aplaudió con tanta fuerza que todos nos quedamos detenidos.

«Ellas lloran muchísimo al terminar una presentación pues se sorprenden ante esa respuesta, porque ven el resultado de tanta preparación y esfuerzo».

Algo parecido les sucedió en el estreno de la coreografía Fusionando, perteneciente al espectáculo Pasión y fusión, el cual constituye el primero de la compañía por la línea artística que ahora los distingue.

Diferentes

Es el sello, la esencia que la compañía ratifica con su desempeño. Afirma la directora que «hacemos un trabajo que escapa a lo que la gente está acostumbrada a ver: danza, percusión con complejidad rítmica y fuerza interpretativa».

—¿Transgresores o continuadores de una línea llevada a su máxima expresión?

—Como coreógrafa pienso que somos continuadores. El camino por el que vamos ya estaba ahí. Nosotros simplemente hemos evolucionado sobre esa base. Buscamos profundizar y sacar muchas cosas que estaban olvidadas, rescatar ritmos.

Los integrantes de HDC creen haber encontrado su sendero como artistas. En especial ahora que se unió a la compañía Enriquito Núñez. Reconoce Liliet que «es una gran suerte contar con su experiencia como director artístico. Será un gran apoyo y nos ayudará a conformar ese “todo” que deseamos».

El ser humano siempre ha codiciado distinguirse por algo, ser poseedor de una marca única que lo identifique y haga sobresalir por encima del resto. Desearlo es fácil, proponérselo complejo; y lograrlo y mantenerlo, un desafío de todos los días. Al parecer, HCD ha dado con la fórmula de ese anhelo común a todos los mortales.

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