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Rochy Ameneiro, mujer contracorriente

La cantante cubana explica que el proyecto Todas contracorriente trata de sensibilizar a los creadores, instituciones y al pueblo, sobre la necesidad de que entre todos formemos una cultura de paz y luchemos contra la violencia

Autores:

Hugo García
Pedro Arturo Rizo

MATANZAS.— Jovial, habla de derechos de la mujer, igualdad, de lucha en contra de la violencia o letras extravagantes en la música. En la canción, Rochy Ameneiro tiene un arma valiosa. Quizá su formación de arquitecta le valió mucho para tanta sencillez, paciencia, ternura, para construir puentes de paz entre las personas. En el escenario se le ve de color violeta, sentimental, alegre. Una artista que no repara en un tiempo para cada cubano. Tal vez, por eso, es hoy una carismática  mujer que le canta a la unidad.

«El proyecto Todas contracorriente surgió a partir de una conversación con el Doctor Julio César Pagés, un gran amigo, historiador y especialista en temas de violencia y género, y además coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, sobre la tendencia que hay en la música, en los videoclips, de utilizar a la mujer como objeto sexual y no en su integralidad. Y dijimos, bueno, vamos a hacer algo al respecto, grabamos esta canción de Yamira Díaz, una autora pinareña. Ese fue solo el comienzo».

—¿Qué define a Todas contracorriente?

—Se trata de sensibilizar a los creadores, instituciones y al pueblo en general, sobre la necesidad de que entre todas y todos formemos una cultura de paz y luchemos contra la violencia, no solo de género, sino la violencia en sentido general.

«Desde un principio conté con el apoyo de grandes figuras de nuestra música como Omara Portuondo, quien accedió a grabar con nosotros. Hicimos un videoclip, que dirigió Luis Mejías Yunior, representando a las féminas en sus roles tradicionales. Al final se incorporan a una marcha vestidas de violeta, porque es el color del feminismo y con una sombrilla como un símbolo de protección».

La artista comenta que desde el 8 de marzo de 2011 abrieron un espacio dedicado a las cubanas en la Casa del ALBA. A partir de ahí comenzó a andar Todas contracorriente por todo el país.

—¿Por qué la lucha de las mujeres?

—El lugar de la mujer ya se logró en este país y hay que mantenerlo.

Este 2012 se cumplen cien años de la creación del Partido Sufragista, primera organización feminista en Cuba, y razón para que la artista trasladara el mensaje de igualdad y aliento a toda la Isla. «Nos pareció bonita la idea de llevar acciones a otras provincias concentrándonos en la no violencia en la música. No solo hicimos los conciertos, sino que ofrecimos homenajes a importantes mujeres de nuestra historia como Ana Betancourt.

«En los talleres en la escuela de instructores de arte nos percatamos de que los muchachos y muchachas enseguida se sensibilizan, polemizan, se incorporan al debate y al final entre todos y todas cantamos canciones. También hemos tenido encuentros con artistas, líderes feministas, maestras y testigos de importantes pasajes en la Revolución.

Han sido experiencias únicas. Me hicieron huésped ilustre de las ciudades de Santa Clara y Matanzas. Eso me inspira y a la vez es un mayor compromiso con mi pueblo».

—¿Qué aportes le dejó la gira a Rochy?

—Como artista, un enriquecimiento desde todos los puntos de vista,  como mujer y como cubana integrante de una sociedad, la posibilidad de poder mejorar nuestro país. Me siento muy feliz por representarlas.

«Estamos cantándole a la paz, a la no violencia. Un punto de partida. Este es un proyecto que llegó a mi vida para quedarse, y cuando lo incorporas te conviertes en una defensora de los derechos de la mujer.

«Hemos pensado realizar otros talleres para que se nos unan más artistas. En todos los conciertos pudimos ver cómo todas las generaciones cantan Veinte años. Me encantaría que se hiciera una escultura a María Teresa Vera, como la del Benny o John Lennon».

—¿Los mensajes de Rochy se acompañan de la música cubana?

—Soy una defensora de las buenas canciones. Siempre digo que canto las canciones que hubiera querido escribir. Cuba, en todas las épocas, ha estado llena de buenos cantautores, lo lamentable es que no se divulgan más.

«Desde el año pasado tengo un proyecto para un disco, se llamará Mentiras sanas, a partir de un tema inédito que me ha dado David Torrens. Reuniría canciones de Kelvis Ochoa y Raúl Torres. Quisiera hacer otra canción de Juan Formell, que es un cantautor de todos los tiempos.

—¿Cómo valoras las letras violentas en la música?

—Los creadores no tienen plena conciencia de que están incitando a la violencia, y es necesario apropiarse de herramientas para hacer una canción. No se trata del ritmo, el reguetón es un excelente ritmo para bailar, para pasarla bien y no agredir a nadie, ni minimizar la figura de la mujer a la hora de hacer un videoclip, para denigrarlas mientras los hombres alardean.

—¿Y los jóvenes?

—Los jóvenes deben armarse de herramientas para poder discernir entre el bien y el mal. No importa lo que bailemos, pero podemos hacerlo con letras mejores y transmitir mensajes de amor, paz. No hay que ser aburrido, solamente tener un poco de sentido común, de atención a lo que se está transmitiendo.

«Hay que darle un espectro más amplio a la población. Yo digo: “Déjenme pensar a mí y no lo hagan por mí”, que cada persona se apropie de la canción más conveniente, pero respetando al de al lado».

Rochy no compara, ni establece diferencias, porque entre la popular canción Son los sueños todavía, de Gerardo Alfonso; el Sabor salado, de Diego Gutiérrez, o Palabras, de Martha Valdés, todas son significativas. Eso sí, detrás de su rostro, desde el principio de su carrera artística, existe una mujer contracorriente.

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