Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Este son eterno

El Festival Matamoroson exhibe, a través de presentaciones artísticas y espacios teóricos, la vitalidad de un género esencial en la música cubana

Autores:

Yelanys Hernández Fusté
Odalis Riquenes Cutiño

Santiago de Cuba.— Ante los acordes soneros del septeto Turquino nadie puede resistirse. En tres décadas, la formación musical santiaguera ha establecido una manera peculiar de interpretar el género que defienden.

Es que el grupo que lidera Rolando Ferrer nos invita a un viaje único donde la trompeta y el tres ofrecen pasajes exquisitos, y el uso de la tumbadora les resulta ya una apropiación antológica.

De ahí el reconocimiento hecho este viernes por el Festival Matamoroson y la Dirección Provincial de Cultura a la agrupación, con la placa conmemorativa José María Heredia, una distinción que recibiera igualmente la legendaria orquesta Chepín Chovén, fundada por Electo Rosell (Chepín), y el tresero Fernando Dewar, director del Septeto Santiaguero.

Porque el Matamoroson ha destacado, desde su comienzo el miércoles último, ese reservorio raigal de nuestro panorama sonoro. Aquí se ha propiciado un intercambio singular entre los más nuevos y quienes ya tienen un sello dentro de este estilo musical.

Espacios emblemáticos de la ciudad acogerán hasta este domingo en sus escenarios a los artistas de la ciudad y de la Isla que han venido a compartir estos días sonoros.

Mientras el teatro Heredia presenta los grandes espectáculos, el Salón del son, la Casa de la Trova y la Casa del Caribe muestran las diferentes maneras en que el son se manifiesta en grupos de pequeño formato como los septetos. Estos no solo se presentan allí, sino que a la vez se desplazan hacia los espacios de mayor concentración popular como el parqueo del teatro Heredia y la Ciudad Deportiva, para actuar junto a las orquestas Adalberto Álvarez y su son, Pupy y los que son son, Yumurí y sus hermanos, Cándido Fabré y su banda, la Original de Manzanillo y Anacaona.

El Caballero del Son, presidente del comité organizador del evento, resaltó a Juventud Rebelde la idea de ofrecer al bailador un «mayor ambiente de festival al aprovechar un mayor número de áreas que tiene Santiago de Cuba».

Álvarez igualmente reconoció la importancia del Matamoroson para los soneros cubanos, en quienes destacó la disposición de participar siempre en el evento, ya que es una posibilidad única de compartir escenarios con los colegas.

Una de las características que sobresale del evento es la conexión existente entre los resultados de los estudios musicológicos y el quehacer de los artistas. El coloquio del Matamoroson ha demostrado la trascendencia y vitalidad del género, no solo a través de las investigaciones relacionadas con figuras cimeras del estilo, sino también con el acercamiento al hacer de los protagonistas más contemporáneos del son.

Para la musicóloga Maritza Puig, organizadora de este espacio, la visión de los investigadores ha sido muy abarcadora, «desde lo más tradicional hasta lo más contemporáneo. Acentuamos cada vez más la distinción del son sobre otros géneros que, aunque han estado emparentados con él, tienen una vida propia. Aquí hemos mostrado, por ejemplo, conferencias sobre el changüí y sus exponentes, algunos de ellos también con trascendencia en el son, como los guantanameros Chito Latamblé y Lilí Martínez.

«Otros enfoques detuvieron su mirada hacia las agrupaciones actuales constituidas por mujeres y que vinculan el son con el latin jazz, la trova, la guaracha», sentenció.

El son es eterno, ya lo han perpetuado compositores como Miguel Matamoros, Arsenio Rodríguez, Electo Rosell e Ignacio Piñeiro. Y qué mejor noticia que, para dejarlo oficialmente consignado, haya sido declarado patrimonio cultural de la nación precisamente en tierras santiagueras, su cuna natural.

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