Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Edades tempranas y familias muy poco sagradas

Dentro de los filmes que se presentan este año en el 36 Festival, niños, adolescentes y jóvenes son los protagonistas en buena lid de la mayoría concursante, e incluso de otros apartados

Autor:

Frank Padrón

Niños, adolescentes y jóvenes son los protagonistas en buena lid de la mayoría concursante, e incluso de otros apartados dentro de los filmes que se presentan este año en el 36 Festival. Muy en concordancia con ello, aparece la familia, pero no en aquella concepción sacra con que la concibiera el artista, sino todo lo contrario: células disfuncionales, conflictivas, que afectan el feliz desarrollo de esas etapas iniciales. Veamos esto concretamente en algunos títulos:

La tercera orilla, de la argentina Celina Murga, implica un continuum dentro de los intereses de esta novel realizadora, quien desde sus inicios en el cine se ha estado ocupando de niños y adolescentes en sus procesos educativos, sus vínculos familiares, académicos e interpersonales en títulos como Ana y los otros, Una semana solos o Escuela normal, si bien no siempre felices en cuanto a redondez artística.

En este, su nuevo filme, demuestra mayor amarre de los elementos narrativos y un mejor redondeo en el perfil de sus caracteres, al seguir a una madre y tres hijos, los cuales reciben la atención esmerada de un amante de aquella, que se comporta como un verdadero padre.

Hay algo, sin embargo, que no sabemos de este hombre, doctor de profesión y dueño de una finca rural: cuáles son sus movidas, si tiene otra familia (lo cual puede sospecharse); la relación más estrecha la establece con el mayor de los muchachos —también enigmático y nada comunicativo— y ello se mueve igualmente, en la esfera del misterio.

Esta parece constituir la clave de Murga: todo indica que le interesa más presentarnos situaciones que ofrecernos los elementos para desentrañar porqués, incluido el desenlace sorpresivo.

La tercera orilla nos obliga a navegar en un río tan errático como los mismos personajes o los rumbos de muchas de sus acciones, a pesar de lo cual el filme se sigue con interés hasta el final.

Algo semejante ocurre con Juana a los 12, ópera prima de Martin Shanly, que tiene como centro a una chica con problemas de recepción escolar, de muy bajo rendimiento, lo cual pone en guardia a sus profesores quienes llaman constantemente a la madre. Mas el comportamiento de Juana resulta desconcertante incluso fuera del aula: con sus compañeras, con la mamá —aunque preocupada, a veces está como ausente—, con sus reacciones ante el día a día y sus desafíos.

Shanly logra armar un guión sólido, que se volcó en una puesta en pantalla bien cohesionada en sus elementos principales, incluyendo los desempeños de Rosario Shanly, María Passos, Javier Burin…; sin embargo, parece ser una tendencia con muchos adeptos entre los nuevos realizadores no solo los finales «abiertos» sino casi todo el relato: poco llegamos a saber acerca de qué le ocurre realmente a la protagonista, pues, como en el filme anterior, hay un velo de secretismo en ello; quizá solo es patrimonio de los realizadores y actores: el público al parecer no tiene por qué enterarse.

Afortunadamente, no siempre es así. También de Argentina, Ciencias naturales, trae a otra adolescente de protagonista. Como la Juana del filme anterior, Lila tiene 12 años y ya ha transitado físicamente hacia la condición de mujer. Es interna en un colegio para niñas en plena montaña, sito en Córdoba. Su poco rendimiento y sus intentos de fuga tienen un nombre: está obsesionada con la idea de conocer a un padre cuya identidad le ha sido escamoteada por su madre. Con la complicidad de su profesora de Biología, ella se lanzará de lleno a lograr el objetivo.

El director Matías Lucche sí emprende en esta, su ópera prima (laureada ya en la Berlinale, Guadalajara y San Sebastián) una narración lineal, ausente de complicaciones y torceduras. Aquí sí tenemos acceso a información sobre las motivaciones de los personajes y el porqué de sus actitudes.

Una hermosa partitura, también muy sencilla, sobre la base de cuerdas, acompaña esta sensible roadmovie en torno a la búsqueda de esencias e identidades, viajes hacia sí mismos (no por gusto Lila cambia de humor al finalizar el periplo) más una fotografía que explora con esmero el entorno, suerte de prolongación del argumento: el cruel invierno —un desafío que afrontan las valientes mujeres— y la naturaleza salvaje del lugar, semejante a la de la joven protagonista.

Quizá hubiera sido pertinente conocer un poco más sobre el pasado de la profesora que va adentrándose en la tenacidad de su «novicia rebelde» y haciéndose cada vez más su cómplice, a contrapelo de la misma directora del plantel, pero con todo, Ciencias naturales es una graciosa y motivadora coming of age (género literario y cinematográfico que se centra en el crecimiento psicológico y moral del protagonista, a menudo desde la juventud hasta la adultez), que desde su minimalismo invita a la reflexión y el análisis. Los desempeños sutiles y concentrados de Paula Markovitch (Lila) y Paola Barrientos (la profesora), también premiados ya, complementan esos valores.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.