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En Cuba hay muchos Adrieles

Llegar a ser finalista del premio de la popularidad de Sonando en Cuba representó para este joven holguinero el triunfo en una difícil prueba que no figuraba entre sus planes, y en la cual, el afectuoso reconocimiento del público le comprometió definitivamente con el canto

Autor:

Héctor Carballo Hechavarría

HOLGUÍN.— El regreso a su terruño natal, después de más de tres meses alejado de los suyos, por su estancia en la capital del país, no fue esta vez, como imaginó Adriel López Pupo, «derechito» para la pintoresca campiña de palmas, ceibas y plantíos de frijol, en medio de la cual sobresale el caserío de agricultores de El Uso, en las cercanías del gibareño poblado de Velasco.

En lo que parecía iba a ser, al fin, un reposado viaje luego de las deliciosas tensiones vividas en el espacio televisivo Sonando en Cuba, Adriel accedió gustoso a echar anclas primero en la ciudad de Holguín, donde animó junto al popular trovador Tony Ávila las sesiones del evento Irma Armas in Memórian, que celebraron los profesionales de la prensa en su provincia.

Como si sus rutinas se hubiesen trastocado para siempre, a lo que comúnmente solía ser un discreto rencuentro con sus padres, su hermana menor, Adriana, o los amigos de siempre, se sumarían ahora las visitas de mucha gente buena y complacida que también esperó para saludarle.

Algunos le aseguraron que no hubo un solo holguinero sin votar por él; otros más conocidos, a quienes ni él mismo imaginó tan versados, le transmitieron los más disímiles consejos sobre proyección escénica, modulación de la voz y otras «disciplinas», que lo mismo iban dirigidos a él que hasta al mismísimo Paulito FG.

En su paso nuevamente por la ciudad de Holguín, rumbo a Bayamo, donde lo habían invitado a una de sus antiguas escuelas, JR encontró por fin la oportunidad para conversar con él.

Para Adriel este año ha estado cargado de sucesos notables. Cumplió 20 años de vida, se graduó el pasado mes de abril como guitarrista concertista en el conservatorio holguinero José María Ochoa, e inmediatamente después se aventuró a comprobar muy en serio si el timbre de su voz podría deleitar los oídos del más respetable juez de los artistas: el público.

Aún no había tenido tiempo para aceptar las primeras propuestas de trabajo, o diseñar su propia estrategia de presentaciones como solista de las cuerdas; lo había hecho apenas como parte del programa de estudios de la escuela, cuando sorpresivamente una amiga le confirmó el comienzo de las audiciones de Sonando… en la ciudad de Bayamo.

Y hasta allá partió raudo, pero sin guitarra. «Sin pretensión alguna de ganar el concurso, más bien para probar suerte y, de paso, visitar a los amigos.

«Además de tocar mi instrumento, siempre me gustó mucho cantar. Asistí en Bayamo a varias peñas de trova, un género del que soy fan. Solía cantar en marcos íntimos, pero no estaba completamente seguro de hasta dónde podría llegar con mi voz», confiesa López Pupo.

No proviene de una familia de artistas. Sus padres se dedican a las labores habituales del campo. Aunque su hermana siempre le dice que su voz es la más bella sobre el planeta Tierra, todavía asombra el hecho de que —como él mismo afirma— fuera ese concurso no solo su «verdadera primera experiencia profesional», sino que, a pesar de no haber estado entre los tres primeros lugares, se alzara con uno de los más valiosos reconocimientos, entre los dos cantantes más populares del certamen.

«Quizá lo más difícil fue aprender sobre la marcha aspectos significativos para un cantante, como saber desplazarse por el escenario, comunicarse con el público, tratar de no encasillarse e incursionar en varios géneros y formatos a la vez», agrega.

—Entonces, ¿cómo te sobrepusiste a tantos retos?

—El mayor mérito en eso lo tienen nuestros mentores, los profesores, y en particular Paulo FG, quien tuvo que luchar junto a mí contra mis imperfecciones. Traté de apreciar cada situación, acatar cada recomendación del jurado siempre de la mejor manera. Comprendo que soy muy joven, pero al mismo tiempo, entendí que todas esas cosas iban a ser nuevas experiencias para añadir a mi vida.

«Se trataba de una vivencia que para nada había planificado, o me hubiera preparado lo suficiente para ella. Pero ante todo tenía que disfrutarlo.

«Si de retos se trata, considero que el mayor fue afrontar al público, a todo el personal especializado que incluye a artistas con carreras consolidadas y a quienes ya admiraba de antemano. Ellos fueron muy consecuentes con las posibilidades de cada uno de los concursantes.

«Lo que el público debe saber es que la mayor motivación para haberme decidido a hacer una carrera como cantante, se debe a todas las personas que votaron por mí».

—¿Contabas con la influencia de algún cantante en particular?

—Por mi poca experiencia, no la poseía. Mis referentes eran músicos, guitarristas. Había tocado mucho jazz, disfruto de la música alternativa, pero absorbí muy bien las clases sobre la canción cubana. Por eso llegar a Sonando… fue casi como sacar del baúl a cantantes que todavía no había conocido, tal vez por mi edad.

—¿Cuáles nuevas puertas estás tocando ahora mismo?

—He recibido varias propuestas, pero por ahora me llena de un inmenso orgullo la oportunidad de poder trabajar con la Élite de Paulo FG. Prefiero no comentar lo que haré. Solo sé que entraré en una faceta más seria y tal vez con menos presión que la de enfrentar un jurado. Lo que veo tras esta puerta es acatar con disciplina todo cuanto me enseñen, pero el termómetro será la tarima.

—¿Qué opinas de Sonando en Cuba?

—No valdría solo mi parecer como artista o concursante. Es un gran suceso social que ha traído renovaciones para la televisión, para los medios, en cuanto a cómo promover y hacer disfrutar la música cubana, incluyendo la tradicional, con creatividad. No soy de los que opinan que los géneros foráneos nos estén invadiendo. A la música cubana no hay que rescatarla, porque no está perdida, está ahí, bien plantada, y habrá que sacar muchas conclusiones.

«Si una semana bastaba para preparar tantas cosas lindas, cuanto no podría conseguirse, por ejemplo, en varios meses de elaboración de un disco.

«Abogo por la creación de una escuela de música cubana y un mayor protagonismo de ella dentro del sistema de la enseñanza artística».

—¿Qué recomiendas a quienes quieran concursar en Sonando…?

—Deberían aventurarse, probarse, y si tienen la oportunidad, no desaprovecharla. La suerte no llega a uno, hay que salir a buscarla, construirla, perseverando mucho. Estoy seguro de que se van a detectar cantantes en ciernes muy buenos. Yo sé bien que en la calle hay muchísimos Adrieles.

Adriel junto a Dayana Batista y Duani Ramos.

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