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Y voló como Matías Pérez

Más allá del dato que la mayoría de las personas conoce, lo cierto es que no todos saben quién fue realmente Matías Pérez. Lo anterior fue confirmado durante un sondeo de opinión realizado por la Oficina del Historiador como parte del Andar virtual Y voló como Matías Pérez que tuvo lugar esta semana en el Planetario de la Habana Vieja

Autor:

Aracelys Bedevia

En Cuba siempre que dejamos de ver a alguien y no tenemos noticias por lo general decimos: «voló como Matías Pérez». La frase forma parte de nuestro folclor y es empleada en todo el país, donde este personaje popular pasó a la posteridad luego de perderse en un globo en una de sus ascensiones en la Habana.

Más allá de ese dato que la mayoría de las personas conoce, lo cierto es que no todos saben quién fue realmente Matías Pérez. Lo anterior fue confirmado durante un sondeo de opinión realizado por la Oficina del Historiador como parte del Andar virtual Y voló como Matías Pérez que tuvo lugar esta semana en el Planetario de la Habana Vieja.

Bajo miles de estrellas, y muy próximo a una reproducción a escala del sistema solar, transcurrió el encuentro, en el cual se proyectó como principal atractivo un documental sobre la historia de los globos aerostáticos en Cuba, que comenzaron a ser conocidos desde el año 1796.

Mientras niños y niñas pequeños dibujaban globos e imaginaban salir volando en uno de ellos, fueron pasando por la pantalla imágenes de muchos de los hombres alrededor del mundo que, intentando imitar el vuelo de las aves, arriesgaron su vida.

Estas ascensiones tuvieron lugar en el país a mediados del siglo XIX, fecha en que se pusieron en boga y se convirtieron en todo un espectáculo de entretenimiento. Fue el francés Eugenio Robertson, proveniente de Nueva Orleans, el primer aeronauta de Cuba.

Cuentan que el 19 de marzo de 1829 Robertson se elevó desde la Plaza de Armas, cercana al Castillo de la Real Fuerza. Su ascensión formó parte de los festejos por la inauguración del Templete, y contó con la presencia de Don Francisco Dionisio Vives, gobernador en aquel entonces.

Adolfo Theodore, otro francés residente en la Isla, realizó en 1830 tres ascensiones, en tanto el cubano José Domingo Blinó probó su valentía dos veces: en 1831 y en 1833. Él, además de ser el primer cubano en hacerlo, tiene el mérito de haberlo construido y de preparar el gas hidrógeno para inflarlo. Salió de la antigua plaza de toros del Campo de Marte (donde actualmente está el Capitolio de La Habana), pero lo sorprendió una tormenta y cayó en un potrero de Quiebra Hacha, a una legua al suroeste de Mariel.

La lista de vuelos incluye otros muchos nombres, pero el que pasó a la memoria colectiva no era ni cubano ni español, sino portugués. Matías Pérez llegó a Cuba y le gustó esta tierra tanto que se quedó. Sentía pasión por la aeronáutica, por lo que se convirtió en ayudante del famoso piloto francés Eugene Godard, quien era también constructor de globos.

Su primer vuelo fue el 12 de junio de 1856. Como resultó sin problemas, repitió la aventura el 29 de junio, cuando una multitud de habaneros se reunió para verlo despegar. En horas del atardecer Pérez se empeñó en volar y… hasta el sol de hoy. Nunca más fue visto.

Traernos de regreso historias como la de los globos aerostáticos en Cuba es una de las tantas opciones que cada verano propone la Oficina del Historiador con los Andares virtuales. El Planetario, en particular, ofrece en esta ocasión otras propuestas, siempre a las 10:00 a.m., como por ejemplo: Arte, ciencia y gravedad (1ro. de agosto); Luz, electricidad y magnetismo (8 de agosto); y Sol y cambio climático (21 de agosto). Este último concluirá con la observación de un eclipse que tendrá lugar ese día, porque de eso se trata: de entretener y educar al mismo tiempo, en un ambiente familiar que favorece el conocimiento de nuestra historia y de la ciencia.

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