Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuestión de identidad

Las parrandas, declaradas recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, constituyen el acontecimiento más importante de la región central y un referente de la cultura popular a nivel mundial

Autor:

Aracelys Bedevia

«Ahora sí que nadie mata a las parrandas de la región central de Cuba. Si antes no pudieron, ahora que la Unesco las declaró oficialmente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad habrá parrandas para rato», escuché decir a varios parranderos la noche de este viernes último, en la ciudad de Remedios, cuna de estas fiestas populares.

El momento de celebrar dicho otorgamiento había llegado y en la octava villa se reconoció, sobre todo, al pueblo y a las 18 comunidades parranderas que lo hicieron posible. También a los 36 presidentes de barrios, provenientes de las provincias de Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

«Estamos viviendo un acontecimiento histórico para Cuba. Todos los que estamos aquí somos privilegiados», dijo desde la glorieta de la Plaza José Martí, Gladis Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, ante las cientos de personas de todas las edades, que desde horas tempranas se dieron cita en el centro histórico de Remedios para presenciar el acto de inclusión de esta festividad en la Lista Representativa de Patrimonio Inmaterial.

Surgidas en la ciudad villaclareña, en 1820, y extendidas luego por localidades vecinas, y de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, las parrandas se caracterizan por la competencia artística entre dos barrios, suceso que deviene espacio para el diálogo cultural, el respeto a la identidad y la diversidad de cada parte.

Es una festividad profundamente popular, que se refleja en los trabajos de plaza, las carrozas y el arte de la pirotecnia, donde cada portador se convierte en un artista, en un creador del diseño, la música, la danza, la arquitectura, resaltó Gladis Collazo.

El fuego de los morteros no se hizo esperar. Aunque esta vez no hubo parrandas, porque aún no era fecha, hasta tarde en la noche vimos desfilar a los 18 poblados con banderas, faroles, trajes, disfraces, globos, tambores, trompetas… La arrolladora conga y la música de cada uno de ellos se adueñaron de las calles, donde una gran cantidad de personas jóvenes dio muestras de su apego a una tradición de casi 200 años.

Declaradas también Patrimonio Cultural de la Nación en el año 2013, las parrandas nacieron del pueblo y nada ni nadie las ha podido borrar. «Esto es identidad», repiten todos, lo mismo de Zulueta, Guayos, Zaza del Medio o Remedios, que de los barrios Gallos o Gavilanes, Chivos o Sapos, Azules o Rojos. «Sin fuego no hay parrandas», afirman.

Carlos Acevedo García es uno de los líderes de estas fiestas. Lleva 35 años como presidente del barrio Guanijibes (Zulueta, municipio de Remedios) y respira el orgullo de la cultura que defiende.

En un encuentro previo con la prensa, refiriéndose a los sucesos del pasado diciembre, comentó:  «Hemos ido organizándolo mejor y ahora tenemos un carrito para trasladar el fuego desde los contenedores, no a mano, para que haya menos peligro. Porque el fuego después que está en los tableros no ofrece peligro; si se enciende, sube.

Tradición en sangre

Explica el presidente del barrio de Guanijibes (Zulueta) que «desde las escuelas a los niños y jóvenes se les va motivando. También en las casas. Cada uno hala para lo suyo. Para mí eso (las parrandas) está en la sangre.

«Nosotros llenamos los tableros en la calle y tratamos siempre de que los niños vean para que vayan introduciéndose en la fiesta. Los dejamos entrar a las naves para que vayan conociendo este mundo, y vean cómo se trabaja el atrezo. El trabajo ahora ha cambiado un poco: hemos dejado el yeso para hacer las figuras y utilizamos poliespuma, que es más fácil, y los niños vienen a pedirnos recortes para hacer sus cosas.

«Llevo una vida en las parrandas, desde pequeño me gustaba, y hemos perdido y hemos ganado, pero casi siempre lo dice el bando que ganó; el que perdió no lo dice. Hay que sacárselo. Nos identificamos con banderas, tenemos una conga, que arrolla en cada salida de la fiesta. En cada hora que nos toca, salimos con la conga, mientras está tocando el barrio contrario en la parte de arriba hasta tanto nosotros terminemos de tirar el fuego. Sacamos la carroza en la última entrada y cerramos la fiesta con el fuego que tengamos».

En Zulueta, como en el resto de los pueblos, el fin de año se celebra en la calle. «Que se le haya dado esa condición de Patrimonio de la Humanidad a nuestras parrandas ha sido un reto muy grande, pero lo logramos. De todas formas, con esa declaración o sin ella, nuestra fiesta tiene que ser especial. Vamos a seguir haciendo lo mismo que hasta hoy; eso sí, con esa condición se pueden resolver los problemas que hay. Muchas comunidades portadoras de la tradición necesitan apoyo», enfatiza Acevedo García.

Víctor Díaz Acosta, de 31 años, es presidente de Los Chivos de Zaza desde hace dos años. «Desde chiquito mi papá me llevaba a las parrandas. En mi familia todos han sido pirotécnicos: se colaban escondidos en las naves y aprendían.».

Las parrandas, resalta Víctor, son una fiesta de pueblo. «No hay que citar a nadie, no hay que convocar. Un tambor, un volador, una carroza y ya es el pueblo volcado. Eso es único de nosotros en la región central, y no nos lo quita nadie, por eso es Patrimonio de la Humanidad».

Otro de los líderes jóvenes de estos festejos es Yuniet Domínguez Rodríguez. Tiene 36 años y desde hace ocho meses es presidente del barrio remediano de San Salvador. «Tenemos un gran reto: limpiar la imagen que dejó al mundo lo sucedido en las últimas parrandas. El accidente afortunadamente no costó vidas humanas, pero sí hubo gente que quedó marcada para toda la vida. Queremos para borrar esa imagen.

«El objetivo principal es común para los dos barrios: que las parrandas queden buenas, gane quien gane, pierda quien pierda. El que más la disfruta es el pueblo. Ahora más, que ya no nos pertenece solo a nosotros, sino al mundo.

«El fuego ha estado muy limitado en cuanto a la producción, porque es muy difícil con una sola pirotécnica fabricando para tantos barrios. Ahora mismo Zaza es la que más produce, pero hay muchas parrandas en diciembre. Camajuaní produce, pero poco. En Remedios uno o dos pirotécnicos no son suficientes. La fábrica de Chambas, que era el puntal fuerte del barrio de San Salvador, lleva un año cerrada.

«El fuego es lo que mantiene viva la noche de las parrandas. El trabajo de plaza y de carroza son muy lindos, pero son solo ciertos momentos; el fuego mantiene encendida la festividad desde las cuatro de la tarde hasta las siete de la mañana del día siguiente.

«Yo sé que tiene que haber regulaciones en cuanto al fuego, y las hay, y estoy de acuerdo con ellas, porque mientras más disciplina haya, menos posibilidades de accidentes, pero se debe llegar a un consenso pues si El Carmen tiene mucho volador y San Salvador poco, el convite se desluce».

En cuanto al trabajo de plaza, José Enrique Jiménez, presidente del barrio El Carmen, señaló que el de Remedios (su pueblo) «es excepcional, único, de 30 metros de altura y diseños dinámicos que llevan hasta más de 15 000 bombillas… Nuestras congas son diferentes a todas: nuestras insignias, nuestras banderas. Todos los barrios tienen cosas que los distinguen. La música de nosotros es diferente. Se sabe cuándo toca la trompeta de El Carmen y cuándo la de San Salvador».

La fiesta por el otorgamiento se extiende en la noche y sus protagonistas ultiman detalles de lo que sucederá en los próximos días, cuando tenga lugar una vez más el acontecimiento más importante de la región central y un referente de la cultura popular a nivel mundial.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.