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Otro premio para Julio Miguel Llanes

El reconocido escritor espirituano mereció el Alejo Carpentier en la categoría de novela por su texto Los caminos del viento

 

 

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— Julio Miguel Llanes recibió la noticia como un disparo en el medio del pecho. Todavía no sale de la sorpresa. «Aunque no crea mucho en los premios, merecer el Alejo Carpentier te quita el aire», dice, mientras lo abrazan y felicitan.

Lo supo antes de que lo anunciara con todos los bombos y platillos merecidos, la visita a Sancti Spíritus que hicieran los principales dirigentes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), mas él prefirió mantenerlo en silencio.

Una noticia estremecedora para el gremio literario espirituano, ya que con anterioridad este importante reconocimiento —el más importante con carácter nacional que concede el Instituto Cubano del Libro—, solo lo había alcanzado Pedro de Jesús López, quien ganara en 2006 en la categoría de cuento y repitiera en 2014, en ensayo.

«La alegría es inmensa, sobre todo porque llega con la novela Los caminos del viento, dedicada a Trinidad, una ciudad que resume muy bien la cultura cubana», añade quien es uno de los escritores de esta tierra más laureados dentro y fuera de la geografía nacional, autor de una veintena de libros.

Y es que las 364 páginas del volumen, escritas desde hace más de diez años, develan el contexto político, social y económico de una urbe entonces esclavista, y las contradicciones entre España y Cuba.

«Nos encontramos con la formación de la nacionalidad; el auge cultural de la tercera villa de Cuba y se dedica especialmente a Lydia Cabrera Marcaida, una de las etnólogas, investigadoras y narradoras más significativas de la Isla, quien admiró profundamente, la Ciudad Museo del Caribe; así como también están los cimarrones, Caniquí, Gabriel de la Concepción Valdés, el cabildo, Carpentier, Lezama...», agrega este intelectual de 71 años, quien no olvida cuando Sara, su maestra de la enseñanza primaria, tomó su libreta e hizo públicas por el resto de las aulas todas las palabras de la narración que Julio había escrito sobre una reciente excursión realizada por una zona rural de Yaguajay, su localidad de origen.

«Luego, con mayor intencionalidad, escribí para participar en concursos literarios del país. Fueron eventos convocados por la CTC y los CDR. Algunos de ellos los gané, pero no daban la opción de publicar, hasta que me aventuré a enviar uno a la Uneac. Recuerdo que un miembro del jurado llamó a un consagrado escritor de acá y le preguntó por mí. Al parecer vio algo en el texto y sugirió que me encaminaran», cuenta, quien un tiempo después, a partir de 1989, fuera, durante dos décadas, el máximo timonel de esa organización en el territorio.

Tomado de la mano por especialistas en talleres literarios y gracias a su don natural, Llanes dio a luz su primer libro: Celia, nuestra y de las flores. Con ese título entró definitivamente por la puerta ancha del panorama intelectual al merecer en 1983 el premio La Edad de Oro, que otorga la Editorial Gente Nueva.

—¿Por qué escribir sobre personalidades tan conocidas como Celia, el Che, Camilo, Serafín, Alicia Alonso e incluso, atreverse a rozarlos con la ficción?

—Creo tanto en la fantasía como en la realidad cuando escribo. Me di cuenta de que la historia no siempre estaba bien contada. Muchas veces se hace solo circunscribiéndonos a hechos, personajes y fechas, sin ninguna calidad emotiva. Trato, entonces, de conmover al lector, de hacerlo reír, llorar, reflexionar y mirarse en el espejo. Por eso, en cada texto apuesto por captar el espíritu, el sentimiento esencial de una época. Y no solo lo hago con personalidades de nuestra historia, sino con los de la cultura.

—¿Qué recursos utilizas para seleccionar temas y construir personajes?

—Los temas se presentan solos. Investigo mucho, Los caminos del viento es un ejemplo. Necesito dominar los contextos y la sicología de los personajes. Necesito que mis personajes sean sinceros, honestos y no idealizados.

—¿No ha resultado un riesgo apostar por el público infanto-juvenil?

—No creo mucho en las edades. En cambio, sí pienso que es esencial hacer una literatura que respete y no subestime. Para eso, se debe concebir una obra fresca, que emocione y conmueva, sin que por ello deje de asegurarse un profundo contenido y valores éticos. Al final se precisa convocar a la reflexión, para que los lectores sean capaces de discernir y tomar partido según sus propios criterios.

Los textos de Julio Miguel Llanes le han dado la vuelta al mundo. No solo gracias a las editoriales foráneas que han publicado sus páginas, sino a los diversos intercambios sostenidos con públicos ávidos de dialogar con el hombre que los enamora con cada letra.

«Tengo la satisfacción de que mi obra haya gozado de aceptación de la crítica y del público, tanto dentro como fuera de mi país», lo dice con total seguridad, quien disfruta el hecho de que tres de sus novelas tengan cinco ediciones y unas cuantas hayan sido publicadas en seis países: Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Italia y España.

—Después de esta última satisfacción, ¿qué guarda en el tintero?

—Si no tienes proyectos es como si no tuvieras vida, por eso siempre hay algo en el tintero. Paso la página y vuelvo a empezar.

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