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Una historia en madera

Fabricar un humidor, caja de madera que se usa para guardar tabacos, deviene un oficio que conjuga lo utilitario y lo artístico 

Autor:

Dorelys Canivell Canal

PINAR DEL RÍO.— Jorge Luis Milán Domínguez caminó durante días por las calles de La Habana. No paró hasta encontrar la idea que buscaba para crear un grupo de piezas a propósito del  aniversario 500 de la ciudad. «Un humidor cuenta una historia», nos dice, mientras muestra uno de los confeccionados con motivo de esa fecha. En la tapa hay un mapa antiguo, semejante a los que encontrara en una librería el líder del colectivo DECUBA, Arte en Maderas, de la occidental provincia, después de desandar avenidas y barrios de la capital.

«Para hacer un humidor, primero se debe investigar, sentarse en equipo y crear un concepto. A través de ellos siempre hay algo para contar o para descubrir sobre nuestra cultura. Por eso, le damos tanta importancia al trabajo en conjunto de diseñadores, comunicadores, carpinteros-ebanistas, marqueteros, entre otros, que también participan en el proceso de elaboración», apunta Milán.

Lo que comenzara en el año 1995 como una alternativa a la situación económica de su fundador, se convirtió con el paso del tiempo en un grupo consolidado, defensor de las más arraigadas tradiciones cubanas y, además, en un colectivo importante para la economía del país, a partir de las exportaciones que realizan desde 1997, cuyos aportes suman cifras significativas.

DECUBA, Arte en Maderas tiene a disposición de los visitantes un muestrario de las piezas que confeccionan. Verdaderas obras de arte, según los especialistas, en las que la originalidad, la calidad y el buen gusto van de la mano. Algunas con brillo, otras despojadas de este; unas con caprichosas figuras y otras tan sencillas como el campesino que cultiva la hoja.

Cada humidor lleva en sí lo utilitario y lo artístico. Foto: Dorelys Canivell Canal

Con frecuencia trabajan junto a artistas de las artes plásticas del patio, quienes recrean en las piezas sus obras o viceversa. Tal es el caso de Ulises Bretaña, Miguel Ángel Couret y Dausell Valdés, por mencionar solo tres ejemplos.

Milán advierte que se empeñan en mostrar la belleza de las maderas cubanas y de otras especies que importan. Prefieren el cedro y la caoba antillana, aunque el primero distingue las producciones que se hacen en Cuba, pues imprime al tabaco un aroma y sabor únicos.

Un milímetro de más o de menos es señal de que un humidor no está del todo bien confeccionado. «Ahora nos empeñamos en licitar los productos de 2022 y los comunicadores investigan sobre las marcas: sus mercados, colores, años de fundación... Se licita contra empresas desarrolladas de otros países. Allí hay que ir no solo con un buen diseño, sino con un concepto integral. Es un mundo muy competitivo.

«No repetimos las piezas; cada año se hacen nuevas colecciones de humidores que se licitaron, y cuando se acaban, empiezas el ciclo», comenta a JR el líder del proyecto. «No es igual la demanda de Habanos que la de un cliente asiático, que la de la Casa del Habano Partagás o Habana Libre», precisa.

DECUBA, Arte en Maderas tiene a disposición de los visitantes un muestrario de las piezas que confeccionan. Foto: Dorelys Canivell Canal

«Hay que ver cómo llegamos a esas otras del mundo sin abandonar nuestra cultura. En Cuba se siguen importando humidores y envases. Competimos en condiciones desiguales con fabricantes muy buenos de Italia, Francia y España. La mayor producción está en China. Nos aventajan por su alta tecnología y poder financiero. Sin embargo, es la imposibilidad de decidir con agilidad nuestras gestiones lo que más nos afecta. Todo lo anterior se agudiza con el bloqueo», explica.

«Hemos ido creciendo con esa competencia. Ello nos hace conscientes de que si no tenemos una proyección estratégica, de investigación, de innovación constante, no podremos competir con esos mercados».

Este colectivo, asociado al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), trabaja con dos años de antelación. Las producciones contratadas se montan en el plan de exportación del país.

«Si demora la contratación, lo cual ocurre con frecuencia, se traslada la demora a los suministros y se transmite el problema a la producción. Entonces se afecta la exportación», asegura Milán.

Menciona entre las insatisfacciones de sus muchachos las relacionadas con «el incremento del costo de las materias primas a partir de la Tarea Ordenamiento; los impuestos de la ONAT, y el margen comercial del FCBC, el cual, a pesar de haber disminuido, junto al resto de las problemáticas nos pone en desventaja con la competencia extranjera. Se requiere un tratamiento diferenciado al que exporta y sustituye importaciones».

Oportunidad valiosa

El Humidor Montecristo fue subastado y los ingresos donados al Sistema de Salud Pública.Foto: Jaliosky Ajete.

El local que los vio crecer en el reparto Cuba Libre, de la cabecera provincial, se hizo pequeño para las aspiraciones y el crecimiento del colectivo. Por ello, allí solo quedaron unos cuantos integrantes y el resto se acomodó en un espacio entregado por el Gobierno, ante el interés del Ministerio de Cultura por elevar las exportaciones y rescatar las labores asociadas al tabaco como parte de las tradiciones cubanas.

Desde hace siete años, el local asignado en la comunidad de Montequín, en las afueras de la ciudad, se transforma; y no pocos jóvenes de los alrededores han encontrado una fuente de creación y empleo. Así le sucedió a Leanys Morejón Vitón, de 32 años, quien se incorporó al proyecto después de su licencia de maternidad.

Responsable de control de la calidad, Leanys no se cansa de repetir que no se trata de virar una pieza, «es tratar de que esa falla no vuelva a ocurrir. La calidad es la garantía ante los clientes», confirma la joven.

Allí, donde aspiran a montar un taller de costura y otro de artesanía, y pretenden también abrir una xiloteca para mostrar diferentes tipos de maderas, prima el interés por la superación constante.

Sus humidores se empeñan en mostrar la belleza de las maderas cubanas y de otras especies que importa. Foto: Dorelys Canivell Canal

Miguel Cabrera Becerra lleva ya 16 años sacándole los secretos a la madera. Sus manos se han encargado de la marquetería de cientos de piezas y ha representado al colectivo en ferias internacionales. En la actualidad le corresponde parte de la capacitación del personal que llega nuevo. «La marquetería lleva análisis y atender los detalles. En el departamento se respeta el criterio del diseñador: las medidas, los colores...», les enseña a sus adiestrados.

Uno de los más jóvenes en el proyecto es el actual jefe de Producción, Alejandro Martínez Mora, quien explica que desde que se unió al colectivo ha estado vinculado con encargos para Habanos S.A. y ARCA (Empresa de Envases para el Tabaco).

«Hoy estamos inmersos en un pedido de 40 000 estuches para Cohiba Maduro. Es la primera vez que se hacen aquí, hasta 2020 se traían de China. Sin embargo, hemos pensado crear una cartera de productos que nos permita cumplir con las demandas de Habanos S.A. y ARCA, y al mismo tiempo, diversificar nuestros servicios con la elaboración de muebles», informa.

Es que Jorge Luis Milán Domínguez está convencido de que en el escenario actual resulta riesgoso quedarse únicamente con las exportaciones. «Sería una forma de financiamiento con otras producciones y se lograría una mejor utilidad con las ventas al mercado nacional», refiere. La aspiración es que esta nueva sede-taller se convierta en un centro de desarrollo económico y cultural para la comunidad.

Cada humidor lleva en sí lo utilitario y lo artístico. Concebirlos desde un proceso creativo, en equipo, a partir de un estudio minucioso y hacer que cada pieza cuente una historia, es un reto. Hacer arte para un mercado exigente como este, es más complejo aún. Por eso, DECUBA, Arte en Maderas prestigia no solo a la tierra del mejor tabaco del mundo, sino al país que porta, en cada obra, a ese pedazo de Cuba que encierra en cada pieza que nace.

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