Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Casi Todo Amaury

Noventa y seis canciones del hombre que escribió Vuela pena, agrupadas en seis discos, regalan la más completa compilación musical que se ha hecho de Amaury Pérez Vidal 

Autor:

Fidel Antonio Orta

Hace varios años, siendo parte de un entusiasmo cultural muy parecido al que en este minuto nos convoca, tuve el privilegio de presentar un libro de cuentos titulado El dorso de las rosas, donde su autor, Amaury Vidal pero antes Pérez, nos revelaba los secretos de un impresionante y singular mundo narrativo. Tiempo después, y siendo parte también de un entusiasmo cultural muy parecido al que en este minuto nos convoca, tuve entonces otro privilegio: presentar una novela titulada Diez meses y veintinueve días, donde su autor, nuevamente Amaury Vidal pero antes Pérez, continuaba revelando, a través de voces, nubes, columnas y balcones, la silueta de un ya inagotable arcoíris expresivo.

No obstante el paso del tiempo, y ahora con una pandemia bipolar incluida, aparece ante mí un tercer privilegio: presentar en esta sala el Casi Todo Amaury. Noventa y seis canciones del hombre que escribió “Vuela pena”, agrupadas en seis discos, regalan la más completa compilación musical que se ha hecho de este admirado y polifacético artista. El título no pudo ser mejor, pues resulta imposible reunir, en un solo trabajo discográfico, las más de trescientas obras que el autor tiene registradas.

El éxtasis musical implica una vuelta a la identidad, a lo originario, a las raíces primarias de la existencia…Y he ahí el rizoma esencial de la propuesta que hoy nos hace “Bis Music”: proteger la piel sonora de un imán con alas llamado Cuba. Esta vez deteniéndose en Amaury Vidal pero antes Pérez, cantautor de La Habana tan querida, siempre serás por más de lo que eres: viaje de ida. Viaje a lo más lejano del planeta…Los versos que acabo de citar llevan la firma de Alberto Cortez; alguien que aún en los inicios, y como pocos, supo valorar la grandeza de obra, corazón y alma de una persona cuyo nombre, pésele a quien le pese, honra los vocablos cubanía y cubanidad.

La compilación está organizada por décadas: Los 70’s, los 80’s, los 90’s, los 2000’s, los 2010’s y un último disco de colaboraciones: José Martí, Nicolás Guillén, Fayad Jamís, Federico García Lorca y Dulce María Loynaz, vuelven de las cumbres junto al hechizo de una voz que no puede ser menos: Al atardecer iré/con mi azul cántaro al río/para recoger la última sombra del paisaje mío. Y en ese ancho paisaje, ¿cuántos productores, orquestadores, directores musicales, instrumentistas, asistentes, fotógrafos, diseñadores o ingenieros de sonido pasan frente a nosotros?, ¿es o no es una verdad la huella creadora que ellos (y ellas) dejaron en el ayer y dejarán en el porvenir? Cintas, micrófonos y consolas de audio me llevan directo a recordar que hace cincuenta años, dictados en letra de molde por este 2022, Amaury hizo su primera grabación oficial. Tuvo lugar en los estudios del ICAIC. Cuando miro tus ojos/veo en ellos la Patria/no puedo separarlos de esa imagen tan clara. Un poema del ya mencionado Fayad Jamís, grabado a dúo con la queridísima Sara González, fue su ópera prima en el universo del disco, motivo más que suficiente para que ese tema sea utilizado como cierre de la compilación.

Según mi punto de vista, aquí Amaury está “De vuelta”, pero de vuelta después de repetir varias veces el “Abecedario” y sentir, en las profundidades de su yo, el seductor impacto de dos “Mitades”, impulsado desde que amanece por “Los poemas” del Apóstol o por el constante fluir de “Aguas”, de familiares “Aguas revisitadas”, las mismas que a veces lo llevaban a refugiarse en el laberinto de las “Confesiones”. ¿Acaso “Licencias de otoño?, ¿Acaso “Estaciones de vidrio”? Para suerte suya, mantuvo la capacidad de los “Encuentros”, mantuvo “Las canciones”, mantuvo los conciertos “En vivo” y mantuvo el “Equilibrio”, dígase una lluvia de color violeta que al menos iba dejando sobre el asfalto una breve dosis de “Eternidad”. Solo así, es decir, poco a poco, Amaury fue permitiéndose sentir “Algo en común” con ese “Amor difícil” que es la propia vida, luna de sus ojos al mediodía de un febrero sin domingos; dado que él, “Solo en septiembre”, siente el tañer afilado del “Trovador”, y del “Juglar”, y del “Bardo”; cuyo acento, “Muy personal”, lo lleva directo hasta un “Retrato de Navidad” que todavía se mantiene virgen; virgen y colmado de finas “Gratitudes”, de ahí “Los dúos”, su “Amor a La Habana”, su homenaje a Meme Solís y sus infaltables “Canciones a Petí”.

¡Y mire usted qué cosa! En unas pocas líneas logré resumir más de cuarenta años, que de golpe, y gracias a la bondad de la memoria, devuelven mis manos al verano de 1976. ¡Bienaventurado viaje! Porque un joven de 22 años llamado Amaury, kilométricamente libre, canta en un parque de Matanzas: “Acuérdate de abril”, recuerda, la limpia palidez de sus mañanas, no sea que el invierno vuelva y el frío te desgarre el alma. Ese día yo aprendí que la canción, además de escucharla, hay que verla, hay que palparla…Ese día yo aprendí que de una buena canción pueden desprenderse disímiles revelaciones, contradicciones y esperanzas. Valga entonces, en este preciso instante, traer al ruedo la oportuna consonancia de un eco muy íntimo: Amaury Pérez, la canción te vino/del suave coro de los aires cuando/la primavera llegó a ti buscando/un ave nueva, de más dulce trino.

Casi Todo Amaury es un empeño recopilatorio que debe aplaudirse de pie. Porque además de su perfil patrimonial, o de su impronta en la espiritualidad de Nuestra Isla, aquí están agrupadas algunas de las más bellas canciones que se han escrito en lengua española. A ojos vista, son varios los implicados: directivos de la disquera, producción musical, producción ejecutiva, masterización, diseño, fotografías, en fin, el ahínco de un colectivo que no dejándose amilanar por las inclemencias del tiempo, ni tampoco por las insuficiencias toscas de lo inmediato, apostó por hacer posible lo que parecía imposible; como mismo hizo Amaury el día que conoció a Petí. Ella era su luz, dibujada en el aire para hacerlo mejor en todos los sentidos. Decir Amaury es pensar en Petí, y decir Petí es pensar en Amaury. En ellos sí se cumple la máxima poética de lo perdurable: Amor es el Todo: es/ el cuerpo eterno de un Dios/ que quiso partirse en dos/ para juntarse después.

Aunque no tengo el propósito de hacer un análisis exhaustivo de su música o de su poesía, sí debo expresar, tal vez entre paréntesis, que Amaury es un maestro en el arte de la métrica y las formas estróficas: sonetos, décimas, romances, quintillas, redondillas, coplas y octavas reales fluyen en él como lo más natural del mundo. Al principio de conocerlo yo me preguntaba: ¿cómo puede ser posible que maneje con tan alto nivel de virtuosismo los versos octosílabos, endecasílabos y alejandrinos?, ¿de dónde le llega esa inherente sabiduría? Con el tiempo le fui encontrando alguna que otra respuesta a mis interrogantes, pero con Amaury no se termina nunca.

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez participó en la presentación de la compilación este jueves en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: @PresidenciaCuba/Twitter

Él tiene el don del manantial, él tiene el don del enamorado, ese que desde un sillón de hierro derriba murallas fantasmales y consigue arrebatarle el sueño al oro en fuga que preside la tarde. Dicho de otra manera: Amaury es un enigma. Y si alguien tuviera la dicha de escucharlo hablar en confianza, tendría que olvidarse por completo del sistema nervioso central, del hipocampo y de los rendimientos cognitivos. Es de tal grado la libertad y pluralidad de su pensamiento, es de tal grado el registro incluyente y amplio de su expresión, que entonces la plática (una clara invitación a la vida) pasa a ser, en segundos, sinónimo de alegría.

Pero como el Amaury íntimo es otro de los diarios misterios que nos acompañan, hay en su música y en su poesía un sostenido respiro nostálgico, un soplo de tristeza que se hace táctil en cualquiera de sus discos, con independencia del complejo genérico musical que haya utilizado. “Yo tengo un amigo”, “Dame el otoño”, “Canción del ángel”, “Hasta el último aliento”, “Tal vez diciembre”, “Andy”, “Las palabras hirientes”, “Esta madrugada llueves”, “Tú y él”, entre otras muchas canciones, ejemplifican con claridad el hálito que acabo de mencionar; la hondura de una fisionomía estilística que logro explicarme mejor cuando afirmo que en Amaury no es el tema lo que busca la emoción, es la emoción la que busca el tema. Desde el contenido síquico hasta el pleno dominio del idioma, contribuyen a que la obra terminada tenga un profundo carácter subjetivo, que en él se presenta como un ingrediente orgánico, libre de criterios morfológicos o de la propia sintaxis.

Los sonidos en Amaury (música-palabras) constituyen el ingrediente principal del silencio que a diario lo envuelve. Y a veces resulta tan predominante el efecto de ese silencio, que la palabra y la música pasan a un segundo plano. Termina la canción y asciende en nosotros un estremecimiento de ternura que por momentos se hace inexplicable. ¿Será que la analogía palabra-música-silencio hace crecer la nostalgia y al mismo tiempo hace crecer la perdurabilidad de sus canciones? Eso sí, en Amaury las trazas de lo subjetivo no llevan nunca una vestidura abruptamente sentimentalista. ¡Qué maravilla! La soledad no parece soledad, la angustia no parece angustia y al final lo que era precipicio queda transformado en un reparador latir del pecho. ¿Puede existir un mayor ejemplo de júbilo estético?, ¿puede existir un mayor ejemplo de trascendencia artística?, ¿puede existir un mayor ejemplo de fortaleza intelectual?

Digo una vez más que estamos frente a un empeño recopilatorio que debe aplaudirse de pie, dado que en estas canciones, excelentes metáforas de una larga época, también descansa el pulso acelerado de la Patria: no lo van a impedir del valle al cielo…No lo van a impedir las soledades…A pesar del otoño, Amaury sigue siendo un pilar de la nación cubana. Ahora dicen que en diciembre cumplirá sesenta y nueve años. Sin embargo, y a estas alturas del juego, eso no tiene la menor importancia, entre otras cosas porque se trata de un hombre que siempre sonríe acabado de nacer.

(Palabras en la presentación de la compilación. Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba, 21 de abril de 2022) 

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