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Un aventurero en busca de las músicas del mundo

El compositor y bajista estadounidense Michael League subió a la escena este domingo para acompañar a los Muñequitos de Matanzas en la celebración de su aniversario 70, como parte del 38vo. Festival Internacional Jazz Plaza 2023

 

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Cuando Diosdado Ramos Aldazabal «Figurín» le propuso a Michael League compartir escena con Los Muñequitos de Matanzas, durante el concierto inaugural del 38vo. Festival Internacional Jazz Plaza 2023, el bajista estadounidense sintió el temor que le imponía el respeto por una cultura que está descubriendo.

Para el reconocido compositor internacional la propuesta de acompañar a uno de los exponentes más consagrados de la rumba cubana suponía un salto al vacío sin red, pues cada elemento que podía servir como ancla en su música no existía aquí. Pero al final, de eso se trata el jazz, de saltar al vacío, dejarse llevar, fluir, experimentar, y eso lo conoce muy bien Michael League.

Con especial humildad era posible verlo entre los ensayos, bajo en mano, pendiente de cada detalle, como uno más entre los Muñequitos. Y la música se abrió paso como solo pueden hacerlo los creadores que la hacen posible.

La oferta de Diosdado «Figurín» no había sido fortuita. Desde hace algún tiempo Michael League trabaja junto a los Muñequitos de Matanzas, embebido de las tradiciones afrocubanas más auténticas de esa región del país, incorporando a su acervo musical los elementos de la rumba y produciendo un material discográfico con la agrupación rumbera, al que también se incorpora Afrocuba, de Matanzas. El disco ya fue grabado y editado por el propio League y posiblemente vea la luz este 2023.

«Cuba es parte de mi dieta musical», asegura a Juventud Rebelde el productor y líder de la banda multipremiada de jazz Snarky Puppy, quien mantiene una relación fluida con varios creadores de la Mayor de las Antillas y no ha querido perderse parte de lo que acontece en las primeras jornadas de esta nueva edición del Jazz Plaza.

Fue gracias a este evento que en 2017 Snarky Puppy se presentó ante el público cubano en el teatro Mella y otros espacios de la capital como Fábrica de Arte Cubano. Desde entonces y hasta la fecha, Michael League ha visitado el archipiélago en cinco ocasiones en busca de sonoridades nuevas y generando proyectos con músicos cubanos que enriquezcan su mirada creativa. Es, sin duda, un aventurero que va tras la música hasta cualquier rincón del planeta.

Foto: Lissey del Monte Valdés

Actualmente comanda dos proyectos creativos, Snarky Puppy y Bokanté, en los que la música bulle en formas impredecibles y virtuosas, pero también asume una labor abarcadora como productor. «A veces me llaman músicos de varias partes del mundo y grabo en Portugal, la India, Brasil, donde sea, pero siempre estoy muy emocionado cuando alguien de Cuba me llama», asegura el creador que ha trabajado con artistas como Eliades Ochoa o Harold López-Nussa.

«Cuba apareció en mi vida durante la infancia. Mi hermano mayor también es músico y cuando yo era niño, él escuchaba músicas muy diversas, y probablemente con ocho o diez años ya sabía de los Van Van e Irakere. Incluso, durante la universidad toqué un tiempo en una banda de salsa, con intérpretes cubanos en Texas, pero venir aquí y experimentar la realidad musical en directo es otra cosa», comenta el músico de 38 años, quien se considera un apasionado de la rumba.

Para Michael League hablar de «la música cubana» supone un tema demasiado abarcador, pues reconoce la diversidad de estilos, géneros y vertientes que la componen, más allá de lo que es internacionalmente. «Me interesa esa red enorme y variada de música que ha venido de todos lados y aquí se ha transformado, pero sobre todo me seduce la rumba y también la música religiosa, los toques yoruba, la música del batá.

«Admiro mucho la capacidad de los músicos cubanos para incluir siempre nuevos elementos que existen fuera de la música cubana. Sucede de una manera natural, sin parecer forzado. Los intérpretes de aquí tienen técnica increíble, crecen con la música alrededor y eso tiene un valor maravilloso», asegura este artista inquieto que durante el año viaja hasta los rincones más curiosos del planeta en busca de lo más auténtico de las músicas del mundo.

Michael League reside desde hace varios años en Barcelona, su ciudad adoptiva, de ahí que domine un español casi perfecto; sin embargo, refiriere: «Paso la mayor parte del año fuera, produciendo o de gira, y cuando puedo voy a Marruecos para estudiar guembri (guitarra marroquí de tres cuerdas) o a Turquía, para estudiar laúd, percusión turca y kurda. Pero en España paso mucho tiempo estudiando el flamenco, que me fascina. Es en Barcelona donde tengo mi estudio y grabo la mayoría de mis proyectos».

Una banda de composición

La primera vez que Michael League se presentó en la escena cubana fue al frente de Snarky Puppy, una banda instrumental estadounidense que desde que irrumpió en el panorama musical internacional, en 2004, no ha dejado indiferentes a los amantes de la buena música. «Empezamos como un proyecto entre amigos. Yo componía y hacía arreglos de canciones que me gustaban y un día invité a nueve amigos a mi casa para probar lo que estaba creando, y así lo hicimos cada semana durante un mes, luego nuestra primera presentación en el sótano de una pizzería y a partir de ahí no paramos.

«Hemos pasado por muchas etapas: primero nos mudamos a Dallas, nos unimos con músicos de la iglesia negra y eso cambió mucho nuestra música. Después nos mudamos a New York y ahí volvimos a cambiar, porque la industria es mucho más poderosa ahí, pero al final no dejamos de ser una banda de amigos, familia. Creo que estamos distantes de comportarnos como un proyecto comercial. Siempre se ha tratado de experimentar juntos», reflexiona el músico cuya banda cuenta con una discografía que supera la decena de materiales y ha obtenido cuatro Premios Grammy.

Otros creadores como el baterista Larnell Lewis, el organista Cory Henry o el guitarrista Mark Lettieri imprimen su sello en una agrupación que desconoce los moldes y adapta sus estructuras según el momento y los requerimientos de cada composición. Juntos combinan una variedad de modismos de jazz, rock, músicas del mundo funk y más allá. Fe de ello dan álbumes como We like it here (2014), en el que temas como Lingus, Outlier y Shofukan constituyen verdaderos viajes sonoros.

Michael League define a Snarky Puppy como una banda en la que la composición y la emoción son lo más importante. «Nos enfocamos mucho en cada detalle de las composiciones porque, en mi opinión, canciones buenas duran más que músicos buenos. Improvisar es algo que nos sale natural porque somos músicos de jazz, pero la arquitectura de cada tema es el centro de nuestro trabajo».

—¿Volveremos a ver a Snarky Puppy en algún momento en Cuba?

—Espero que sí, si nos invitan estaremos encantados de rencontrarnos con el público cubano.

 

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