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Óscar encumbra Todo a la vez en todas partes

Poco a poco, pasito a pasito, la inclusión y la diversidad se entronizan incluso en el Óscar, que vuelve a dejar de lado los filmes de puro entretenimiento y valora producciones de otro sesgo artístico, y a creadores procedentes de muy distintos países. Pero los disparates y las decisiones hormonales, extrartísticas, siguien marcando la pauta

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Joel del Río

Funcionó una vez más la hipnosis generalizada que provoca, al menos en redes sociales y en algunos ambientes intelectuales, la entrega de los Premios Óscar. Incluso entre cubanos que trabajamos en el medio audiovisual, habitualmente tan distante de estos oropeles, se hablaba sin cesar del mismo tema. Pero el domingo pasado se despejaron las incógnitas: se le escapó de las manos la estatuilla dorada a la cubana Ana de Armas, por su interpretación en Blonde, aunque nadie podrá negarle el privilegio de haberse convertido en la primera cubana en competir por un Óscar de actuación. Y a tal indiscutible índice de prestigio se suman las candidaturas al Globo de Oro, al premio del Sindicato de Actores y a los premios de la Academia Británica de Cine. En medio de su consagración, que para algunos equivocados es la única que cuenta, la revista People en español la colocó a la cabeza de la lista de las 25 mujeres más poderosas del cine en 2023.

Tan ocupados están algunos lamentando que De Armas tendrá que aguardar por otra interpretación excepcional para convencer a la mayor parte de los votantes, que apenas se presta atención al desaire, en la misma categoría, para la australiana Cate Blanchett, por Tár. La mayor parte de quienes admiramos su impecable, espectacular interpretación de una directora de orquesta obnubilada por el prestigio, la considerábamos segura ganadora, pero en Hollywood, y en el Óscar, apenas hay algo completamente seguro, y la edición número 95 de los Academy Awards tuvo en cuenta que la Blanchett ya colocó dos estatuillas en su anaquel (por El aviador y por Blue Jasmine) de modo que le sobran reconocimientos.

Además, la Blanchett es rubia y anglosajona, y por lo tanto dista de la apariencia de diversidad racial y cultural que quiere proyectar la Academia en una época cuando ya no es tan raro que ganen premios principales una película mexicana como  Roma y otra coreana como Parásitos. Se incrementaron las cuotas de pluralidad cuando el Óscar a la mejor animación fue la bellísima y realista Pinocho, del mexicano Guillermo del Toro, parcialmente realizada con animadores de Guadalajara, y así se puso fin al constante privilegio de los grandes estudios de esta modalidad, es decir, norteamericanos o japoneses como Disney, Pixar y Ghibli. Además, seguramente veremos en nuestra televisión el momento de la gala en que bailarines y cantantes se robaron el aplauso con Naatu Naatu, luego premiada como la mejor canción, y tema principal de la desbordada fantasía que es la carísima producción india RRR.

El Óscar a la mejor animación fue para Pinocho, del mexicano Guillermo del Toro.

Así, para darle continuidad a la propaganda universal, subproducto del pensamiento único, que coloca a los Premios Óscar como los más importantes del mundo, los académicos decidieron premiar, por encima de Cate Blanchett y de Ana de Armas, a Michelle Yeoh, la primera mujer asiática nominada en la categoría de mejor actriz, y junto con ella, elevaron al podio, como actor secundario, por la misma película, a Ke Huy Quan, que luego de hacer un par de papeles memorables, cuando niño, en Indiana Jones y el templo de la perdición y Los Goonies, estuvo casi 30 años buscando un papel importante. Por supuesto que hubo lágrimas cuando el actor confirmó tácitamente, en su discurso de agradecimiento, el valor de la perseverancia y del supuestamente imperturbable American Dream.

Además de premiar los desempeños de la veterana actriz chino-malaya Michelle Yeoh, por la estrafalaria y multigenérica Todo a la vez en todas partes, y de su compañero de reparto, el vietnamita-estadounidense Ke Huy Quan, fueron nominados otros dos intérpretes de ancestros asiáticos: la chino-norteamericana Stephanie Hsu, por esa misma película, y la actriz de origen vietnamita Hong Chau, que acompañó meritoriamente a Brendan Fraser, coronado por La ballena. Hollywood adora los regresos gloriosos, y seguir cultivando en el imaginario colectivo la certeza de que mantiene en alto su etiqueta de fábrica de sueños cumplidos, de modo que lo mismo reconoce a un actor que regresa, luego de mantenerse mucho tiempo fuera de los reflectores, que santifican definitivamente a una actriz de 64 años, como Jamie Lee Curtis, mejor actriz secundaria por Todo a la vez en todas partes, el filme con 11 nominaciones y que finalmente ganó también en los acápites de mejor filme y director (Daniel Scheinert y Daniel Kwan, o Los Daniel, como ya se les conoce mundialmente), y que se transforma así en la primera película, desde Gravedad en 2013, que gana siete premios en una sola ceremonia.

En medio del relumbre y el glamur, no conviene insistir en que Ke Huy Quan no tenía trabajo desde que cumplió 12 años, ni tampoco es preciso recordar el pasado en películas de horror clase Z, de Jamie Lee Curtis, o las decenas de títulos de artes marciales, de dudosa calidad, que se vio precisada a interpretar Michelle Yeoh para mantenerse en el oficio. Este año la competidora extranjera capaz de destronar a los principales títulos norteamericanos fue la alemana Sin novedad en el frente, dirigida por Edward Berger y ganadora de cuatro premios principales, entre otros el de mejor fotografía, banda sonora y película internacional, de modo que nos aguó la fiesta a los latinoamericanos que esperábamos el ascenso de Argentina, 1985. Con diez nominaciones, el filme alemán igualó la cantidad que en su día le otorgaron a la taiwanesa Tigre y dragón (2000) y a la mexicana Roma (2018).

Gracias al éxito imparable de Todo a la vez en todas partes, los pesos pesados de la taquilla tuvieron que conformarse con un Óscar cada uno, como Top Gun: Maverick (mejor sonido), Black Panther: Wakanda Forever, que fue reconocida en la categoría de diseño de vestuario, mientras que la carísima espectacularidad de Avatar: The Way of Water solo alcanzó a apoderarse del Óscar por mejores efectos visuales. También debe decirse que la actriz Angela Bassett es la primera intérprete nominada por un papel de una película inspirada en el universo de superhéroes de Marvel.

Avatar: The Way of Water solo alcanzó a apoderarse del Óscar por mejores efectos visuales.

Poco a poco, pasito a pasito, la inclusión y la diversidad se entronizan incluso en el Óscar, que vuelve a dejar de lado los filmes de puro entretenimiento y valora producciones de otro sesgo artístico, y a creadores procedentes de muy distintos países. Pero los disparates y las decisiones hormonales, extrartísticas, siguien marcando la pauta. Baste añadir que ni Tár, ni Los Fabelman; ni Los espíritus de la isla, ni El triángulo de la tristeza ni Elvis, a pesar de las numerosas nominaciones y del enorme prestigio que las antecedía, consiguieron ni una sola estatuilla. La suerte y el azar ni se explican ni se juzgan.

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