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Como Leonardo, soñando

JR comparte con sus lectores la entrevista publicada en la revista Alma Mater a Yanm Rubén Calderín, uno de los jóvenes actores de la serie Calendario

Autor:

Félix A. Correa Álvarez

Yanm Rubén Calderín es el actor que interpreta a Leonardo en Calendario. Para él, la serie escrita por Amílcar Salatti y dirigida por la experimentada Magda González Grau fue una escuela. El rodaje de la primera temporada llegó a su vida justo cuando no podía asistir a las clases del Instituto Superior de Arte por el confinamiento que impuso la COVID-19 en el país; lo tomó como una oportunidad para continuar estudiando, ahora en un set devenido aula de actuación, con nuevos compañeros que, según el propio Yanm, se convirtieron también en maestros.

«Calendario permitió que la gente empezara a conocerme, a saber de mí. Me ha dado experiencias con el público muy lindas que atesoraré siempre», asegura el joven actor con el que nos rencontramos en esta segunda entrega de la serie; esta vez con un Leo diferente, marcado por el duelo, la culpa y la ansiedad, un joven que ha visto derrumbarse ante sus ojos los pilares de una familia a la que creía perfecta.

—¿Cómo fue el rencuentro con Leonardo? ¿Cuánto ha evolucionado en esta segunda temporada?

—Una locura. Recuerdo que Magda nos reunió a Anabel Arencibia, a Karen Machado y a mí para conversar sobre nuestros personajes, porque en esta segunda entrega crecerían muchísimo. A mí me invadió el miedo, sabía que tenía una gran oportunidad en mis manos y una responsabilidad mayor dentro del ritmo del proyecto. El niño de la primera temporada tenía que crecer a la fuerza y dar un giro, no había espacio para la sobriedad. Tenía que lanzarme, y eso fue lo que sentí al principio, vértigo, pero mientras iba planeando, cada vez estaba más seguro de que el paracaídas se abriría.

—¿De qué elementos te apropiaste para la caracterización del personaje en esta segunda entrega?

—Tuve que estudiar mucho, eran muchas las atmósferas que Leonardo viviría; primeramente, la pérdida de un hermano y prácticamente de la familia entera, porque su mundo se derrumba. Estudié cada una de las etapas del duelo, en las que me iba a concentrar yo específicamente, la ansiedad y los escapes que iba a tener de esta, y cuál era el papel que me tocaba tomar dentro del esquema de una familia fraccionada.

«Como resultado de la ansiedad el personaje llega a las drogas; ahí tuve muchos referentes cinematográficos, entre ellos recuerdo haber visto varias veces Diario de un rebelde, y Trainspotting —recomendadas por mi bella Clarita García, la profe Amalia— y algunos videos de personas en estados reales de adicción. Cuando empiezas a contrastar estos referentes, te das cuenta de que la realidad es mucho más aplastante que la ficción, mucho más horrible e impactante.

«Traté de mantener al personaje con un ritmo interno constante, que no le diera paz, que se escapa de su interior de vez en cuando en movimientos repetitivos e inconscientes. Traté de refugiarlo en su mundo, con sus audífonos siempre, con él mismo.

«Una de las escenas más complejas fue la de la funeraria, que marca el inicio de este conflicto en Leonardo. Yo traté de vivirla y tuve la fortuna de que fue una de las últimas escenas que grabé y ya tenía acumuladas todas las vivencias de la temporada, solo debía volverlas a recapitular en mi mente y recordar todo. Por otra parte, tuve compañeros muy talentosos, pero sobre todo muy generosos, que se entregaron en cuerpo y alma para que yo me sintiera lo más involucrado posible con ellos; así fluyó entre lo que yo tenía y lo que ellos me daban. Fueron unos meses tensos y de estar constantemente buscando recursos, entregando lo más sincero de mí. Es un trabajo duro».

—La adicción a las drogas es uno de los temas más álgidos que se abordan en esta temporada, específicamente a través de tu personaje ¿Qué importancia le confieres?

—Las drogas para Leo fueron una fuga, una solución rápida. Yo creo que es muy importante que sucediera y, sobre todo, al personaje de Leonardo que buscaba tanto la perfección. No me gusta edulcorar las cosas y creo que es bueno que el público vea que a la gente buena no siempre le pasan cosas buenas y que pueden terminar muy mal o muy bien, pero eso depende de nosotros, de cómo enfrentemos los problemas y de los caminos que decidamos transitar. Pareciera que Leo no tiene salida, pero siempre hay otra salida, solo hay que saber buscar.

—El rol de la familia en la resolución de este conflicto es fundamental ¿Logrará Leonardo encontrar ese apoyo?

—La familia es, sin dudas, el detonante principal de todo. La familia, ausente, esa que ya no está, su hermano, y la que decidió no estar, sus padres. Sin dudas, los únicos pueden ayudar a Leo son lo de su familia, y él mismo. No puedo adelantar nada más, hay que seguir viendo la serie.

—¿Satisfecho con lo logrado? ¿Qué hubieses hecho diferente?

—Aún queda por ver, pero sí, siento que a la gente le ha llegado y ha impactado mucho la historia de Leo. Yo soy un alma insaciable, hay muchas escenas que me gustan, pero siempre que me veo me estoy evaluando, mas no saboteando. El resultado hasta ahora ha sido muy disfrutable.

«Me preguntas si hubiese hecho algo diferente. En ese momento no, fui coherente con mi estudio y las herramientas que tenía. Ahora mismo creo que lo hubiese llenado de muchos más detalles, cosas que yo hacía, pero quizá en la historia general no se ven tanto, o profundizar un poco más en ciertas zonas. Creo que el actor de ahora hubiese estudiado más. Estudié mucho, pero siempre se puede más».

—¿Cómo viviste la experiencia en esta segunda vuelta de Calendario?.

—Regresar a Calendario fue como regresar a casa, o regresar a la escuela después de las vacaciones y encontrarte a tus compañeros, a tu maestra, a la directora. Era volver a actuar con mis amigos; y lo disfruté mucho, aunque no tanto como en la primera temporada, pues por la naturaleza de mi conflicto debía permanecer muy concentrado, pero siempre estar en familia es gratificante. Sí debo destacar que extrañé mucho a los compañeros que ya no estaban, de vez en cuando hablábamos de ellos y recordábamos anécdotas de la primera temporada en Tarará.

—¿Cómo es la relación del elenco detrás de cámaras? ¿Se parece al 11no. 3 de Calendario?

—Somos como un aula, con diferentes personalidades, pero complementándonos muy bien. Los que entraron en la segunda temporada supieron integrarse perfectamente a la dinámica que ya teníamos creada en la primera. La verdad, los quiero mucho y a cada uno de ellos les tengo un cariño especial.

—¿Habrá una tercera temporada para Leonardo?

—A Leonardo lo despido con mucho amor en esta segunda temporada. Por otros compromisos no pude continuar en la serie en su tercera entrega, pero estaré a la expectativa del gran trabajo que sé que mis compañeros harán para cerrar este bello ciclo que iniciamos en febrero de 2021.

—¿A qué crees que se deba la acogida que ha tenido la serie en el público cubano?

—La serie es actual, toma lo real de la Cuba de hoy, de nuestros jóvenes y nuestra sociedad, te lo muestra y lo vuelve poesía, lo vuelve esperanza.

—¿Estás inmerso en algún nuevo proyecto que nos quieras compartir?

—Ahora mismo me hallo inmerso en mi proceso de tesis del ISA y, por otra parte, también estoy haciendo teatro, me pueden ver los fines de semana en La zapatera prodigiosa, puesta en escena de Teatro El Público.

—¿Por qué el teatro?

—Supongo que fue un instinto. Te puedo explicar cómo llegó a mí, pero jamás sabría decirte por qué llegó. Hoy en día es mi refugio, mi escape de un mundo hostil y cada vez más deshumanizado, donde las relaciones reales basadas en la empatía y el amor se van quedando en los algoritmos de las redes sociales y abundan cada vez menos las almas puras. Siento que el teatro aglomera a muchas de estas almas puras, en un suceso único e irrepetible, y no solo en los actores, sino en el público que va buscando esta relación, este espacio de convivencia.

«Yo tengo mucha hambre de vivir, y cuando actúo estoy lo más cerca que se puede de vivir lo que no he vivido y lo que nadie vivirá, como ver un elefante con piernas de jirafa, ser alcalde de un pueblo español, una señora mayor sobreviviente del holocausto o un adicto a las drogas. Suelo ser un poco tímido, pero cuando actúo eso desaparece. Todo está justificado y no puedo ser juzgado por nadie, ni siquiera por mí mismo».

—¿Cómo es Yanm fuera del set y de las tablas?

—Pues la verdad no paro, trato de ser cada día mejor actor y mejor persona y de buscar la mejor versión posible de mí. Estudio y ensayo mucho. Vivo lejos de todo, por lo tanto, cada día me enfrento a las inclemencias del transporte público como cualquier estudiante. El que frecuente el Vedado me puede ver por ahí siempre caminando muy rápido y con mis audífonos puestos, es el momento que tengo para estar conmigo; como Leonardo, soñando.

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