Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Michel Herrera en el paraíso musical de Bola

El saxofonista cubano rinde honores con un gran concierto el 26 de enero en el Teatro Nacional a la obra de Bola de Nieve

Autor:

Sergio Félix González Murguía

En el Edén musical cubano conviven formas diversas de crear e interpretar: algunas más singulares que otras, más virtuosas que otras, más inolvidables que otras. Pero juntas hacen valioso este acervo común que, desde lo sonoro, define a la cultura cubana. En este espacio de todos es insoslayable la voz, el piano y el histrionismo de Bola de Nieve.

Sin Bola no hay paraíso (Egrem) es la más reciente producción discográfica del saxofonista Michel Herrera que da cuenta, otra más, de la trascendencia del legado del legendario pianista y showman cubano, Ignacio Villa. A 112 años del natalicio de Bola, sus canciones toman un vuelto diferente en la propuesta de Herrera, cuyo estreno acontecerá durante el 39no. Festival Internacional Jazz Plaza 2024, el próximo 26 de enero, a las 6:00 p.m., en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba.

Será una oportunidad en la que el joven saxofonista cubano reunirá a la gran pléyade de artistas que lo acompañó en la grabación del fonograma, donde asumió la producción musical y gran parte de los arreglos que llevan canciones icónicas de Bola a formato de Jazz Band, así como de quintetos, cuartetos de jazz y hasta dúo. Se trata de un proyecto ambicioso, por la cantidad de artistas que implica, desde grandes pianistas como Frank Fernández, Arturo O’Farrill, Roberto Fonseca, Emilio Morales, hasta la Orquesta Estrellas de Areíto, bajo la dirección de Emilio Vega, el baterista Ruly Herrera, el trombonista Eduardo Sandoval, las voces de Luna Manzanares, Polito Ibáñez, El Noro, Alexander Abreu y muchos otros, que dan vida a las reinterpretaciones de ocho temas de la autoría de Bola de Nieve.

Desde las composiciones conocidas No puedo ser feliz, Vete de mí, Ay amor, No dejes que te olvide, Alma mía, así como las probablemente menos identificables Becqueriana, Arroyito de mi casa y Drume Mobila, el disco propone un cuadro que impacta y se disfruta, entre el recuerdo de la voz de su creador, pululando cada melodía, y el grato viaje que supone cada arreglo que trae esas canciones de antaño a nuestro tiempo. Por eso Juventud Rebelde conversó con Michel Herrera, quien se prepara para el gran concierto, donde además estará estrenando otros dos arreglos —Si me pudieras querer y La flor de la canela—, donde sumará como invitados a Alain Pérez, Idania Valdés, Manolito Simonet y Mandy Cantero.

—¿Cómo fue tu acercamiento a la obra de Bola de Nieve para hacer esta selección?

—Llevo varios años escuchando la música de Bola en mi vida. Adolfo Guzmán ha sido uno de los compositores que yo he estudiado para orquestación, temas de pianística y él, por primera vez, me llevó a la música de Bola y luego también descubrí el disco Con el permiso de Bola, de Pancho Céspedes. Pero realmente la idea de este proyecto salió en conversaciones con Adriana Pazos, especialista de la Egrem, hasta que se convirtió en un proyecto escrito y llevado a la realidad. Nunca pensé que haría una producción discográfica con la música de Bola de Nieve y entonces gané la beca de creación Ignacio Villa que otorga la Asociación Hermanos Saíz y nos pusimos manos a la obra. Estoy muy feliz de asumir un proyecto como este, pues siento que de alguna manera todos le debemos en la cultura cubana este homenaje a Bola. Bola es Cuba.

«Fue un trabajo difícil porque lo primero consistió en pensar, según la letra, qué colores musicales se le podía aportar para hacer crecer la obra, y como la mayor parte de las piezas de Bola son a piano y voz, es muy conocida la sonoridad y está bien establecida en el público de esta manera. Entonces trabajar eso fue una experiencia enriquecedora desde el punto de vista musical para mí, y poder llevar la sonoridad a estos diferentes formatos y poder hacer que la música de Bola se contextualizara en estos formatos más jazzísticos creo que es un reto que incluso a mí me ha hecho crecer musicalmente y van a disfrutar mucho las personas que escuchen esta producción discográfica».

—El piano es fundamental en la obra de Bola y en sus canciones ¿Cómo hiciste la selección de los intérpretes para cada una de las obras?

—El nivel de la escuela de piano cubana es bien consagrado en el mundo. En este caso, como era tan importante la pianística en Bola, nosotros quisimos también homenajear la escuela de piano cubano y por eso hicimos una selección de pianistas de distintas generaciones, como es el caso de Rodrigo García, Efraín «Pacho» Chibás, Aldo López-Gavilán, Roberto Carlos «Cucurucho» Valdés, Roberto Fonseca, Emilio Morales, Arturo O’Farrill y el maestro Frank Fernández, quien hizo uno de los temas, desde mi punto de vista, más histriónicos que tiene el disco, donde tuvo que asumir un color bastante peculiar y lo hizo magistralmente, porque se siente en cada sonido el corazón de Bola, la esencia de este sonido.

«Creo que está bien definido el abanico generacional y la estética que cada uno supo aportar a esta producción discográfica. Estoy muy feliz porque todos supieron defender con su personalidad y sentido de pertenencia, cada una de las canciones que le tocó asumir, y creo que esto ha sido una linda manera de homenajear el piano cubano y resaltar la pianística en la música de bola».

—Durante tu proceso de investigación para este proyecto, ¿qué es lo que más te impresionó de la producción y de Ignacio Villa que tal vez no conocías?

—Había algunos elementos que conocía, pero no había profundizado en ellos. Bola era un gran cronista en sus letras y captó muchas cosas que pasaban en su momento y en su vida propia. Una de las cosas que más me impresionó es la sensibilidad que tenía para captar estos momentos y convertirlos en arte, así como la versatilidad de poder tener dentro de su música muchos estilos y géneros musicales incorporados: tenía influencias de jazz, música clásica, raíces afrocubanas, estilo europeo, hablaba en altos estándares sonoros, pues se puede sentir en su música a Gershwin, intenciones de jazz band, sonoridades cubanas en el piano con conceptos bien profundos. Era un gran músico a nivel interpretativo en el piano y eso lo aprovechaba en su actuación como un showman. Su figura impresiona mucho cuando lo estudias.

Fotos: Cortesía del entrevistado

«Pienso que la vigencia de su obra depende de la interpretación que cada uno pueda darle a la música de Bola, porque está hecha en muchos sentidos diferentes. Hay obras que tienen un tiempo y espacio y hay otras que sí están vigentes en la Cuba de hoy. Esa mezcla de sonoridades, esa combinación de temáticas diferentes, creo que está presente en la música de la Cuba actual. Hay muchas de sus obras que podrían narrar nuestro país hoy».

—Me llama la atención el título del disco, Sin Bola no hay paraíso. ¿Cómo definirías ese paraíso sonoro en el que no puede faltar la música de Bola de Nieve?

—El espectro sonoro de Cuba, la gama de sonidos y corrientes musicales es muy amplia, donde hay una fuerte presencia de la música clásica, los ritmos afrocubanos, está el son, la guaracha, el danzón, y donde todo esto se ha vinculado con las diferentes artes. Sin Bola no hay paraíso significa que cuando uno va descubriendo el legado cultural que tiene Cuba y compruebas el alto nivel que existe, justamente es como ir subiendo hasta llegar al paraíso. Bola es la exquisitez como pianista, como cronista, como showman: eso es el paraíso, el alto nivel de cultura, de ejecución, son todos esos los colores donde se representa la esperanza, la libertad, la creatividad. Eso para mí es el paraíso musical de Bola».

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