Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se queda en nosotros su huella

Reconocido por su obra crítica, identitaria y multifacética —desde la caricatura hasta la ilustración editorial—, su legado trasciende en el arte y la cultura de la isla. Con una vida marcada por la humildad y el talento, Laz deja un vacío en el imaginario visual cubano

Autor:

Ricardo Ronquillo Bello

Podríamos ponerle a este día triste el título de la exposición en la que aparecemos en esta foto junto a Laz: Aquí se queda. Sí, se queda en nosotros la huella de uno de los más conocidos y respetados artistas gráficos cubanos, con ese Laz que es la abreviatura de un nombre al que nada puede abreviar —Humberto Lázaro Miranda Ramírez—, porque tiene una obra tan significativa por su amplitud como por su rigurosidad y gracia.

La de Laz es una línea muy personal, tan singular como cubanísima, en la que los personajes, los temas y la factura delatan claramente al creador, con un sello muy propio, a la vez que reflejo de una identidad mayor que es Cuba y sus contornos, lo mismo espirituales, económicos, sociales, históricos, que éticos y morales, idiomáticos, sexuales, idiosincráticos.

Podía saltar de las estampas agudas y críticas de la vida cubana a la caricatura, incluso el retrato personal, casi fotográfico, a la ilustración de temas editorialmente relevantes y de columnas en las que el filo del autor del texto solo se completaba con el suyo. Nada de imagen de complemento o de relleno, sino puro aporte a la idea con otra sustancia, con los condimentos de quien tenía el talento para mirar la vida en trazos desde la perspectiva de otros, aunque con su propio lente.

Esa perspectiva era tan bien cotizada, creativamente hablando, que, de las planas de los diarios, saltó a los mundos virtuales, las galerías y el mundo editorial. Esa fue su riqueza, la que acumuló a raudales, porque de la material su ingenio no alcanzó para prodigarle muchas de las cosas que merecía.

Se fue con la humildad con que vino al mundo, en un cuarto, tan pequeño en espacio como tan grande de afectos y cariño, porque entre la estrechez de esas paredes cabía toda su familia. La misma con la que le despedimos este 4 de agosto reverenciando lo tanto que nos deja un cubano que tuvo el honor, la dignidad y la entereza de vivir, materialmente, con tan poco y, espiritualmente y humanamente, con tanto…

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