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La Vía Láctea, servir desde el arte

Una experiencia muy personal hizo que la teatróloga Isabel Cristina López Hamze pensara en cómo ayudar a los demás. Junto a amigas suyas, en marzo de 2023, decidieron crear el proyecto teatral La Vía Láctea, dirigido a niños de la primera infancia

Autor:

Magaly Cabrales

EL consagrado maestro Armando Morales dijo en una ocasión hace unos años: «Siempre que haya niños, habrá títeres», como también hoy habrá que significar que siempre que existan jóvenes talentosos y apasionados por el teatro para niños, nunca desaparecerá esta milenaria manifestación de las artes escénicas. A ese privilegiado grupo de jóvenes pertenece la teatróloga Isabel Cristina López Hamze.

Fundadora del proyecto teatral La Vía Láctea, dirigido a niños de la primera infancia, Isabel Cristina es profesora, además, de dos asignaturas en la Universidad de las Artes (ISA), crítica teatral, investigadora y asesora de la reconocida agrupación Teatro La Proa.

—¿Cuándo surgió en ti la pasión por el teatro?

—Aunque nací en Isla de la Juventud, a los cinco años de edad fui a vivir a Santiago de Cuba, donde mi padre era el director de Cultura de esa provincia. Con él asistía a varias actividades culturales. Es decir, que desde muy pequeña tuve una vida cultural muy intensa.

«Cuando concluí el preuniversitario mi primera intención era estudiar Historia, pero al propio tiempo supe de la carrera de Teatrología, que es una especialidad mucho más analítica y a la vez tiene que ver con la Historia.

«Años más tarde vine para La Habana. En la capital se afianzaron mis vínculos con el teatro y en 2011 me gradué como teatróloga en el ISA. En esa institución también cursé una Maestría en Procesos Formativos, muy relacionado con la pedagogía de las artes, específicamente el teatro. Y en estos momentos estoy haciendo mi doctorado, que debo defender en los próximos meses».

—Recientemente, se celebró en nuestra capital la quinta edición del Festival Habana Titiritera: figuras entre adoquines. ¿Cuánto aporta a tu de-
sempeño artístico este evento que reunió en La Habana lo mejor del teatro de títeres para niños que se hace en Cuba?

—Debo reconocer en primer lugar que se trata de un evento cuya realización implica un gran esfuerzo, mucho sacrificio sobre todo por parte de los líderes del grupo Teatro La Proa, Erduyn Maza y Arneldy Cejas. Este año el festival contó con la participación de prestigiosas agrupaciones nacionales y otras procedentes de Colombia y México. Pero considero que lo más relevante es que el Festival demuestra la necesidad de realizar en La Habana un encuentro como este, en el que aprenden tanto los protagonistas como los invitados y el público.

«Históricamente, la tradición de los festivales de títeres ha sido en la provincia de Matanzas, organizados por Teatro Papalote y Teatro de Las Estaciones. Hay igualmente otros festivales como Títeres al Centro; otro también en Holguín, y ahora en la capital Habana Titiritera, que ya se inscribe entre los eventos encaminados a hacer perdurar una manifestación del arte muy antigua».

—Eres fundadora de un hermoso proyecto de teatro para niños nombrado La Vía Láctea. ¿Cuándo fue creado y cuáles son sus propósitos?

—Mi hijo menor, que nació en 2020, en el momento más crítico de la pandemia, tenía características muy especiales. Mientras mi hijo mayor disfrutó desde muy pequeño del teatro, el menor —por el contrario— detestaba los espacios cerrados y más aún permanecer en sitios donde se reunieran varias personas.

«Entonces, junto a otras amigas que igual tienen hijos en ese rango de edad, decidimos crear, en marzo de 2023, este proyecto que surgió en la propia sede y cuenta con el auspicio de La Proa, donde me desempeño como asesora.

«Un día Amanda Vázquez, Niurbis Santomé, Brenda Chávez y yo —que fuimos las iniciadoras de La Vía Láctea, al cual se ha sumado Diego, mi hijo mayor— decidimos hacer una presentación a modo de prueba en el lugar donde cuidaban a mi hijo menor. Después de esa función, que resultó exitosa, nos quedamos con la idea de repetir la experiencia en círculos infantiles estatales. En todas ellas hemos tenido innumerables interacciones con niños cuyas edades oscilan desde un año, incluso menos, hasta niños de seis años.

«Como se trata de un proyecto para la primera infancia, presentamos a nuestros pequeños espectadores actos muy sencillos en los que ellos participan activamente. En cada función la música es primordial, esencial, y la aporta la consagrada violinista Brenda Chávez. Es justo destacar que hemos trabajado mucho en el rescate de canciones infantiles tradicionales; esas que nuestras abuelas y madres nos cantaban y ya apenas se escuchan.

«Nuestro propósito realmente es estimular la percepción de los niños, que sean libres de moverse y se conviertan, junto a nosotras, en protagonistas de cada acto. Nos resulta muy grato y alentador verlos cantar, bailar, que se sientan tan relajados como para tocarnos con sus manitas a nosotras y también a los títeres. Aunque tenemos pautas concretas, el proyecto es algo muy libre, muy espontáneo. Los espectáculos son tan variados como las edades de los niños que los disfrutan. En tanto las escenografías, incluidos los títeres, son hechas por nosotras, además de otros muchos elementos que usaron nuestros hijos en los primeros meses y años de sus vidas. El mar, por ejemplo, lo representamos con un mosquitero de capitel de color azul que usó mi hijo mayor.

«Algo realmente significativo en el proyecto es que junto a las enseñanzas que nos proponemos transmitir en cada función, les vamos mostrando a los niños algunas palabras con el uso de la lengua de señas cubanas. Resulta en verdad algo maravilloso, súper lindo.

«Con relación a los propósitos de La Vía Láctea, aspiramos sencillamente a que los niños desarrollen sus habilidades, que aprendan a apreciar quiénes son ellos y las personas que les rodean. En lo que respecta a sus promotoras, que no actuamos, sino jugamos con los niños, puedo asegurar que estamos viviendo experiencias inolvidables. Cada día aprendemos algo nuevo de los niños. Un logro verdaderamente relevante es que hemos conseguido que niños como mi hijo conozcan, disfruten, se diviertan con la magia de los títeres, que presencien y se relacionen con una experiencia teatral, musical, sin necesidad de asistir a una sala de teatro.

«Poco a poco hemos efectuado más de 80 funciones, todas en círculos infantiles y escuelas primarias de La Habana. Aunque en dos ocasiones hemos asistido a la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa y como parte de este importante evento, del cual hicimos un documental de su edición de 2018, presentamos nuestros espectáculos en casitas infantiles y en varias comunidades, algunas de ellas en zonas intrincadas.

«Curiosamente, a esas funciones —gratuitas en todos los lugares, incluyendo las de La Habana—, no asistieron solo niños pequeños, también adolescentes estudiantes de secundaria básica y hasta personas adultas que igual fueron muy receptivas, a pesar de que ninguno de nosotros, incluido por supuesto mi hijo Diego, de 14 años, somos actores».

—Desde el punto de vista personal y profesional, ¿cuánto te ha aportado La Vía Láctea?

—En la práctica dedico más tiempo de mi vida a La Vía Láctea que al resto de mis responsabilidades personales y profesionales. En nuestro proyecto no se trata únicamente de hacer las presentaciones, hay que hacer también las manualidades, planificar y coordinar las funciones…

«No obstante, me ha aportado muchísimo para entender sobre todo que existen muchas maneras que podemos utilizar en la crianza de nuestros hijos, de cuidarlos, y los espacios donde tiene lugar esa crianza, algunos de los cuales son más tradicionales; otros, en cambio, más alternativos.

«El proyecto me ha aportado también mucho como mamá para entender las diferencias de los niños, que son muy diversos, aunque tengan la misma edad. Me ha enseñado igualmente a respetar sus diferencias, sus ritmos y necesidades, el mundo en que ellos viven que no siempre lo tenemos en cuenta.

«Cada presentación nuestra lleva implícito un mensaje para que el adulto se sitúe en la posición del niño. Nosotras, por ejemplo, evitamos permanecer de pie durante una función. Realizamos casi todos los actos sentados en el piso o arrodilladas, para estar al mismo nivel de ellos. Es una manera de mostrarles respeto. Y todo lo realizamos sin ninguna pretensión artística ni profesional».

En el momento de publicar esta entrevista, Isabel Cristina ya cumplió el sueño de hacer una función de La Vía Láctea en el círculo de su primera infancia en Isla de la Juventud.

(Fragmentos de la entrevistada publicada en La Jiribilla)

 

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