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Virgen en otra dura carrera

Virgen Benavides Muñoz, la velocista que asistió a tres Juegos Olímpicos y siete campeonatos mundiales (sumando los de aire libre y bajo techo), tres Juegos Panamericanos... comparte con JR su experiencia en la República Bolivariana de Venezuela

Autor:

Osviel Castro Medel

Coro, Falcón, Venezuela.— Lo que está viviendo jamás le hubiera pasado por la cabeza. Nunca imaginó, por ejemplo, verse frente a frente con una serpiente mapanare y, entre temblores, eliminarla con un trozo de madera.

Ni sospechó un día presenciar a la gente llorando cuando le anunciaron que a ella, «la profe cubana», como le dicen, la trasladaban a un lugar más cercano a la «civilización».

Por eso Virgen Benavides Muñoz, la velocista que asistió a tres Juegos Olímpicos y siete campeonatos mundiales (sumando los de aire libre y bajo techo), tres Juegos Panamericanos... sonríe ante cada pregunta y confiesa que su experiencia en la República Bolivariana de Venezuela ya es una marca, comparable a la de 11:14 segundos, que estampó sobre las pistas cuando corría los 100 metros lisos, la cual, por cierto, no está lejos del récord nacional de Cuba (11:10).

«Yo soy del monte», dice recordando su cuna en el municipio santiaguero de Songo La Maya, del que de ningún modo quiso irse ni aún después de más de diez años de entrenamiento en la capital cubana. «Pero le tengo miedo a las culebras y en el lugar en el que trabajé el primer año, había un montón. Solamente donde vivía con otros dos compañeros matamos ocho dentro de la casa. Hasta que un día me quedé sola y me tocó a mí. Qué día ese, no podía dejarla ir porque entonces no dormía».

Virgen se refiere a la intrincada parroquia de Aracua, ubicada entre montañas, en el municipio de Bolívar, a más de dos horas de la capital estadual, en la que pasó 13 meses rodeada de paisaje silvestre.

Allá, como una de los 235 colaboradores de la misión Barrio Adentro Deportivo, dirigió jornadas de deporte participativo, bailoterapias, actividades masivas de recreación, ejercicios con los clubes de abuelos... lo que nunca había hecho. Ni siquiera desde su puesto de profesora del combinado deportivo José Maceo, en su pueblo natal, donde vive junto a su mamá, Ofelia.

«Eso me sirvió de mucho porque me vinculé al deporte masivo, también a la captación de talentos en la base como entrenadora. Atendía, además, las comunidades de Guarabito y La Sabana. Y de allá, de esos montes, sacamos cinco muchachos para los Juegos Estaduales, algo que no se había logrado antes».

Eso justificó el lamento infinito de los vecinos por la partida; mas, Virgen era reclamada en Carirubana, municipio ubicado al sur de la península de Paraguaná, uno de los 25 que integran el estado de Falcón.

Desde el 31 de julio comenzó a entrenar a un grupo de muchachas y muchachos que sueñan con volar sobre las pistas, como hizo ella durante 21 años de dura carrera, hasta que se retiró en 2009.

Y desde esa fecha inicial la preparación no es solo teórica. Se agacha en el puesto de arrancada, hace la parada, corre como gacela, entra a la meta «tirándose» sobre el estambre, practica en el cajón de saltos como ejercicio demostrativo que hace ganar fuerza muscular. No parece, ni por asomo, que el 31 de diciembre, cumplirá los 39 años.

«Las niñas me dicen todos los días: ‘Usted sí que nos estimula’ y es por eso, porque corro, salto, tengo deseos. Siempre he sido hiperactiva y es muy difícil cambiar».

Sin embargo, esta Licenciada en Cultura Física desde 2006, reconoce que con su trabajo debe ser paciente. «En este país hay un inmenso talento. Ahora bien, los resultados tienen que llegar poco a poco, con calma».

Antes de despedirnos saltaron los inevitables temas vinculados con Cuba. «Allá hemos perdido mucho, profe», me dice exhibiendo una de sus muletillas preferidas. «Tenemos que volver a armar un trabajo que tenga una secuencia para montar, aunque sea, el relevo del 4x100 metros, profe», subraya, doliéndose por el retroceso en la velocidad cubana.

«Yo les digo a las que empiezan que entrenen duro, de verdad, sin juegos. A mí me gustaban la calle y la fiesta, pero el entrenamiento era sagrado; no pensaba en otra cosa».

Y el final no pudo ser más electrizante, como cuando corría 100 y 200 metros: «No, nada se compara con esto. Yo estuve como atleta en más de 30 países, aquí mismo en Venezuela competí en los Centroamericanos de Maracaibo (1998) y en unos Juegos del Alba (2007), aunque esto supera cualquier carrera, cualquier competencia dura. Lo más lindo: ¡Y hay que ganarla!»

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