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La levedad de los refuerzos

Una mirada más detenida a lo sucedido en la postemporada abre varias perspectivas de análisis

Autor:

Raiko Martín

Después de seis intensos partidos, Pinar del Río deshizo los pronósticos y sometió a Matanzas en la final de la LIII Serie Nacional. Así resumiría lo que sucedió en el sprint final de una temporada salvada por el interés que genera durante todo el trayecto su estructura, y no la calidad de juego que quedó expuesta sobre el diamante.

Ahora bien, una mirada más detenida a lo sucedido en la postemporada abre otras perspectivas de análisis. Y son tan amplias que no alcanzaría el espacio hoy disponible para abarcarlo todo, aun cuando trate sobre un segmento mucho más corto que la etapa regular.

De tal forma, aprovecharemos ahora para darle un vistazo al papel de los refuerzos en la final, teniendo en cuenta que —no sin razón— se ha dicho que en la selección de estos y su posterior comportamiento descansa gran parte del éxito de un equipo bajo el actual esquema de competencia.

Obviemos ahora el aporte de cada «importado» en el avance a la postemporada de los cuatro elencos clasificados, y concentrémonos en los finalistas, que sin dudas fueron los equipos de mejores prestaciones durante toda la etapa regular.

Tengo la sensación de que en esta oportunidad los jugadores asumidos después de la primera mitad del campeonato no tuvieron similar protagonismo en los decisivos triunfos pinareños como lo hicieron aquellos que hace un año se incorporaron a la novena de Villa Clara. Repito, es solo una apreciación con la que usted puede estar de acuerdo o no, a partir de sus particulares análisis estadísticos o emocionales.

Mi percepción parte de la certeza de que en la superioridad del staff de lanzadores vueltabajeros y en el bajón ofensivo que sufrieron los principales artilleros matanceros, se establecieron las diferencias entre los protagonistas de la gran final. A eso puedo sumarle un puñado de decisiones controversiales tomadas por el alto mando yumurino que influyeron, de manera puntual, en algunos desenlaces. Pero ese ya es un criterio más subjetivo.

Mirado de esta forma, pudiera decirse que en temas de pitcheo sí pesaron los refuerzos, pero no es menos cierto que los adquiridos por Matanzas se comportaron en el último tramo por debajo de lo esperado, y no pudieron alcanzar el nivel de Yosvani Torres, Julio Alfredo Martínez, Vladimir Baños, Vladimir Gutiérrez o Isbel Hernández, todos nacidos en la tierra del mejor tabaco del mundo.

En cuanto a la repercusión en la merma ofensiva demostrada por jugadores claves como Ariel Sánchez, Yadiel Hernández y José Miguel Fernández —todos con alma de Cocodrilo y terroríficos en la fase clasificatoria—, las estadísticas de los últimos seis juegos hablan por sí solas.

Yadiel apenas conectó tres imparables —dos de ellos jonrones sin hombres en base— durante ¡22 veces al bate! De 21-5 se fue José Miguel frente a los tiradores pinareños, y aunque algo mejor se comportó Ariel (24-9), lo cierto es que la famélica producción de esta tríada fue responsable directa de que hayan quedado 43 compañeros en circulación y más de la mitad con buenas opciones de pisar el home.

Con esto no dejo de reconocer el extraordinario aporte hecho a la causa pativerde por Andrés Quiala, Roel Santos o Giorvis Duvergel, aunque el último se perdió los duelos más trascendentales. Ellos son parte importante de esta historia.

De cualquier forma, la valoración del aporte de los refuerzos puede ir más allá de lo cuantitativo y usted puede estar de acuerdo conmigo o no. ¡Qué aburrida sería la pelota sin polémica!

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