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El oro de la pasión de Ailén

Ailén fue secundada en la competencia de Solo por la camagüeyana Rachel Martínez (plata) y la matancera Melisa Montero (bronce)

Autor:

Hugo García

Matanzas.— Hay tensión en la piscina. Ailén terminó de maquillarse y saldrá a bailar, pero su fiesta es en el agua. Oculta en su trusa una pinza para la nariz, accesorio imprescindible para una atleta de nado sincronizado. Es una precaución por si la que tiene puesta se cae en plena ejecución. El sonidista hace la prueba de la música, para cerciorarse de que se trata del instrumental musical España en mí, de dos minutos de duración. Todo está listo. Un puñado de santiagueros grita desde las gradas antes de la ejecución. Luego un silencio hermético se apodera de la piscina de la Eide matancera. El jurado a ambos lados de la piscina se apresta a evaluar a la santiaguera de solo 11 años de edad. La locutora la presenta. La pequeña camina con mucha seguridad y estilo hacia la plataforma al centro de la piscina; aprovecha coreográficamente los diez segundos permitidos antes de zambullirse. Escucha la música debajo del agua.

«Desde tercer grado practico el nado sincronizado, que me fascinaba cuando lo veía por televisión, y ahora es mi pasión», recuerda Ailén Garcés Contreras cuando habla de sus inicios en este deporte que combina arte y fuerza.

«Le pedí a mis padres que quería ser como esas artistas y ellos me propiciaron acercarme a este deporte maravilloso», añade.

Ganadora del segundo lugar por equipos en los Juegos Nacionales Escolares del pasado año, Ailén confiesa que disfruta la música y bailar. Estudiante de la Eide Capitán Orestes Acosta Herrera, de la Ciudad Heroína, esta niña de apenas 1,49 metros de estatura se llegó hasta Matanzas con la expectativa de alzarse con una medalla: «Después de la competencia de figuras en la primera jornada quedé en segundo lugar en la modalidad de Solo, detrás de la camagüeyana (Rachel Martínez), y tuve esperanzas de verdad; todo dependía de mi actuación final».

Su sincronización, complejidad de movimientos, coreografía, creatividad y compenetración con la música, entre otros factores evaluativos, hicieron que el jurado le otorgara calificaciones que le permitieron ascender al primer lugar.

«Estoy muy feliz», dice sonriente a JR, y agrega que esa medalla de oro se la debe al esfuerzo diario en los entrenamientos, de 6:00 a.m. hasta el mediodía, y luego de 4:30 p.m. a 7:00 p.m.

Su entrenadora Raibel Calunga Samé no pasa por alto su alegría y recalca que se trata de una niña esforzada, dedicada, que asume con responsabilidad lo que se le rectifica: «Ailén es tierna, buena compañerita y estudiante», comenta esta mujer que lleva 20 años vinculada a este deporte.

«Mi sueño es llegar al equipo nacional y luego ser profesora de nado sincronizado», precisa Ailén, quien compitió también en la modalidad de dúo y por equipo. Sus logros llegaron hasta el oriente de la Isla, y desde el reparto 30 de Noviembre, en Santiago de Cuba, su familia y vecinos la felicitaron por la medalla, que es también de ellos.

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