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La hora de los trabucos

Cumplido sin demasiados sobresaltos el calendario establecido para la segunda fase de la campaña, los cuatro elencos candidatos al título aprovecharon la novedad en el reglamento de la presente temporada para blindar sus nóminas de cara a las batallas que pudieran reconfigurar el reino de nuestra Isla beisbolera

Autor:

Raiko Martín

Cumplido sin demasiados sobresaltos el calendario establecido para la segunda fase de la campaña, los cuatro elencos candidatos al título aprovecharon la novedad en el reglamento de la presente temporada para blindar sus nóminas de cara a las batallas que pudieran reconfigurar el reino de nuestra Isla beisbolera.

La metodología hizo justicia al permitir a los Cocodrilos matanceros, recordistas y líderes absolutos de todo el campeonato, el privilegio de elegir primero. Y Víctor Mesa cumplió con las expectativas de hacerse con los servicios del zurdo vueltabajero Liván Moinelo, quien vistió de Cachorro holguinero durante el segundo tramo del calendario.

Acto seguido, Roger Machado también transitó por cauces esperados y se decantó por el guantanamero Julio Pablo Martínez, un jardinero de excelentes prestaciones y apto para cubrir el hueco que han dejado tres patrulleros que, sin dudas, fuesen actualmente indiscutibles en cualquier preselección cubana.

Los dos elencos que cerraron el cuarteto de semifinalistas optaron por apuntalar la defensa de su cuadro interior con las mejores piezas disponibles. Mientras que a Carlos Martí no le temblaba el pulso para elegir al agramontino Alexander Ayala, el timonel de los villaclareños no dejó dudas que la búsqueda de un paracortos era su prioridad, y sumó al hoguinero Yordan Manduley.

A mi entender, buena elección de los Alazanes, conscientes de que, menos Moinelo, podían elegir a la pieza monticular más cotizada, y para ellos fue el ahora capitalino Noelvis Entenza, protagonista de una buena temporada. Mientras, los Naranjas apostaron por la experiencia —y también la calidad— del espirituano Frederich Cepeda, y tanto Ciego de Ávila como Matanzas prefirieron solidificar sus bullpen con los pinareños Erlys Casanova y Frank L. Medina, respectivamente.

Visto el curso de la fortuna, lo único que me sorprendió fue la elección avileña del camarero pinero Dainer Gálvez, pero supongo que a Roger Machado y a sus colaboradores le haya convencido la juventud y el empuje ante la experiencia de otras opciones, como la del también isleño Michel Enríquez, por ejemplo.

Antes, los granmenses habían corrido con suerte y seleccionaron al holguinero Yunior Paumier, capaz de asumir diversos roles y con vasto recorrido por nuestros campeonatos. Similares análisis deben haber conducido a Víctor Mesa, consciente de que en este tipo de series la historia pesa, para sumar a su roster al lanzador santiaguero Danny Betancourt, y también debe haber sido la lógica aplicada por el villaclareño Vladimir Hernández para incorporar al también indómito Alberto Bicet, uno de los 19 jugadores disponibles que no tuvo presencia en la segunda fase del torneo.

Cumplido el trámite, todo quedó listo para que el próximo 4 de enero rompan las hostilidades de la postemporada del béisbol cubano con el duelo entre Matanzas-Granma en tierras yumurinas, y horas más tarde el enfrentamiento entre Ciego de Ávila-Villa Clara en la tierra de la piña.

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