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En nombre del Clásico

Desde ya se puede asegurar que esta edición del Clásico Mundial de Béisbol fue superior a las anteriores. No solo porque impuso récord de concurrencia en las gradas, también se jugó un béisbol de alto rango

Autor:

Norland Rosendo

Vistos los grupos iniciales, siempre se dijo que los de este lado del Pacífico eran más fuertes que los del otro, aunque Japón, el mejor de aquella orilla, ostentaba dos coronas, por una sola América, que anoche atesoró su segundo título. Un incentivo más para 2021: ¿a dónde irá a parar el quinto cetro?

En la semifinal se confirmó el pronóstico, pero pudo suceder a la inversa. Ambos juegos se definieron por una carrera y uno de ellos, el de Puerto Rico y Holanda, requirió de par de innings adicionales para encontrar el desempate.

El otro, entre Estados Unidos y Japón, se definió con ayuda de la lluvia. Lo que hubiese sido un out más claro que el agua en el home tras una carrera suicida con roletazo manso por la antesala se convirtió en el lance definitorio, pues el defensor japonés del tercer cojín hizo malabares con la bola y no pudo tirar a la goma. Muy húmeda estaba la grama del estadio de los Dodgers, en Los Ángeles, en una noche de inusuales aguaceros en esa ciudad.

Así es la pelota, pudo ganar cualquiera. Ojalá el de anoche haya sido un partido tan equilibrado y emocionante como los de lunes y martes.

Desde ya se puede asegurar que esta edición del Clásico Mundial de Béisbol fue superior a las anteriores. No solo porque impuso récord de concurrencia en las gradas, más de un millón de personas, con cifras, incluso, nunca vistas en el estadio de los Marlins, en Miami. Y en el Tokio Dome les aseguro que hubo duelos, como el de Japón y Holanda, en los que era difícil caminar hasta por los pasillos de la majestuosa instalación.

Se jugó un béisbol de alto rango. Desde el principio hubo sorpresas, como la de Israel, que llegó a la segunda ronda por encima de Corea del Sur y Taipéi de China. Cierto es que la nómina de ese equipo estaba formada por atletas que viven en Estados Unidos, pero eso es lícito según el reglamento del campeonato. También sucedió así con el plantel italiano, que estuvo cerca de rebasar la primera fase, mientras, la mayoría de los holandeses nacieron en Antillas Holandesas y Curazao…

¿Y qué decir de Colombia, que llegó sin muchas pretensiones y no se dejó ningunear por los rivales, incluso, venció al decepcionante Canadá?

Los organizadores del torneo han asegurado que habrá Clásico dentro de cuatro años; algunos ya están augurando que se moverá la fecha de la justa, pues, previo al inicio de la temporada de las Grandes Ligas, los dueños de las 30 organizaciones que compiten en la MLB ponen muchas restricciones a sus jugadores, sobre todo a los lanzadores, para evitar lesiones.

Y algunas estrellas del mundo de las bolas y los strikes optan entonces por los entrenamientos de primavera antes que vestir el uniforme de su país, a fin de no causar «disgustos» en sus empleadores.

Todavía el Clásico puede seguir creciendo en calidad. El éxito definitivo depende, entre otras cosas, de la voluntad de los jerarcas de la MLB para que todas las luminarias brillen en la justa. Sin embargo, no se puede negar que esta edición subió la parada del espectáculo.

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