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«Matadores» de talla mundial

Pero más allá de cualquier suceso, por curioso o insólito que pueda parecer, hay un elemento que ha sido la causa de más emociones sobre el verde césped de los estadios, el mismo que al final del día representa en sí la esencia de este popular deporte

Autores:

Benigno Daquinta
Enio Echezábal Acosta

Las historias que pudieran contarse de las copas del mundo de fútbol son tantas que no bastaría este periódico para recoger una fracción cuando menos notable de todas ellas. Héroes y villanos, fracasos y alegrías, errores garrafales y jugadas de otro planeta son solo algunos de los momentos memorables que nos han dejado las 20 ediciones pasadas, desde Uruguay 1930 hasta Brasil 2014.

Pero más allá de cualquier suceso, por curioso o insólito que pueda parecer, hay un elemento que ha sido la causa de más emociones sobre el verde césped de los estadios, el mismo que al final del día representa en sí la esencia de este popular deporte. 

Conocido como el invitado especial, el sinónimo de amor sobre la cancha, el momento de mayor euforia en un partido, durante estas últimas ocho —y casi nueve— décadas, ha sido el gol el principal motivo por el que cada cuatro años los aficionados de todo el mundo se reúnen para ver el mundial.

Sobre el tema sabe mucho un «depredador» del área como Miroslav Klose, quien en territorio brasilero se convirtió en el máximo anotador de estas lides. El 8 de julio de 2014 el atacante alemán marcó el segundo de su equipo en la goleada de 7-1 frente al cuadro local y alcanzó la cifra de 16 goles. Aquel día la tristeza verdeamarelha fue doble, pues además de ver a los suyos recibir semejante paliza, los parciales sudamericanos vieron como «Miro» superaba como máximo anotador a uno de sus grandes ídolos: Ronaldo Luís Nazário de Lima, el «Fenómeno», quien desde 2006 ostentaba la primacía con 15 dianas.

Con aquel gol en el Mineirão de Belo Horizonte, Klose también logró ingresar a la mínima lista de jugadores que han logrado marcar en cuatro copas seguidas. No obstante, la historia de sus dos predecesores es una que vale la pena contar por separado.

Entre 1958 y 1970 hicieron goles en estas citas dos grandes jugadores a los cuales el destino tenía guardada una jugada cuando menos espectacular. Uwe Seeler, teutón de nacimiento, y Pelé, brasileño de raza, lograron anotar en su cuarto mundial, el de México ’70, y lo hicieron exactamente el mismo día: el 3 de junio. Pero si hasta aquí todo parecía producto de la casualidad, cuál no sería la sorpresa de este redactor al enterarse de que por poco sucede a la misma vez.

Resulta que aquel día ambos choques coincidieron en su hora de inicio: las 4:00 p.m. hora local. Alemania jugaba contra Marruecos en el estadio Jalisco de la ciudad de Guadalajara, y al minuto 56 Seeler marcaba el empate parcial para los suyos. A la vez, en el Nou Camp de la Ciudad de León, Pelé daba la ventaja momentánea a Brasil frente a Checoslovaquia (2-1) y lo hacía solo tres minutos más tarde que su colega europeo. ¡Por poquito!

Para seguir con la lista de «reincidentes», podríamos mencionar a algunos que lograron dejar su huella en tres copas. De forma consecutiva lo hicieron, entre otros, los alemanes Jürgen Klinsmann, Karl-Heinz Rummenigge, Rudi Voller y Lothar Mathaus, los polacos Grzegorz Lato y Andrzej Szarmach, el argentino Gabriel Batistuta, los holandeses Robin Van Persie y Arjen Robben, los españoles David Villa, Julio Salinas, Raúl González y Fernando Hierro, y los franceses Michel Platini y Dominique Rocheteau. Mientras, saltándose al menos un torneo, lograron esa misma meta el albiceleste Diego Armando Maradona y el sueco Henrik Larsson.

A pesar de haber sido superado en el total por astros como Klose, Ronaldo y Gerd Muller (14), el francés Just Fontaine sigue siendo el que mayor cifra de goles ha logrado en una sola edición. Durante la única Copa que disputó, la de Suecia ’58, el ariete galo perforó 13 veces las porterías rivales, un récord que a día de hoy se presenta como prácticamente irrompible.

En su debut, Fontaine hizo un hat-trick en el triunfo de 7-3 contra Paraguay. Luego haría un doblete en la derrota 3-2 ante los yugoslavos, más otro gol en el empate a dos frente a Escocia. En cuartos, haría otro par para liquidar 4-0 a Irlanda del Norte, y sumaría uno en semis, a pesar de ser arrollados 5-2 por Brasil. Por último, en el choque en que Francia se adjudicó el tercer puesto con victoria de 6-3 ante Alemania Federal, se despediría con nada menos que un cuarteto de anotaciones. 

Otro que lo dejó todo para su única participación fue el húngaro Sandor Kocsis, una de las estrellas que deslumbraron en Suiza ’54. Kocsis, apodado «Cabeza de oro» por su magnífica capacidad para anotar con la testa, hizo 11 dianas en aquella ocasión, para ayudar a los «magiares mágicos» a llegar hasta la disputa del título, en donde cayeron 3-2 ante la entonces sorpresiva representación de Alemania Federal.

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