Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tequila apaga la leña

Leñadores no dependen ahora solo de ellos para jugar el domingo en la final

Autor:

Norland Rosendo

CIUDAD DE PANAMÁ.— Otro juego chiquito, cerrado. Y otra vez decidido tanto en el banco como en el terreno. Una vez más se demuestra que en béisbol la mente es el mejor bate. Cuba perdió ayer ante los Charros de Jalisco, sobre todo, por no ejecutar bien los fundamentos, y cuando le tocó el turno al cerrador Sergio Romo, tres anillos de oro con los Gigantes de San Francisco en la Gran Carpa, las opciones se redujeron drásticamente.

Los Leñadores tuvieron opciones de marcar antes del extrainning, pero, como admitió Pablo Civil al finalizar el partido, «imposible ganar cuando las pequeñas cosas no se hacen bien».

Los lanzadores siguen salvando el honor de este conjunto. Lo que parecía el punto más flaco, ha sido un valladar, un muro, pero sin bateo y con huecos a la defensa, los rivales, y más si tienen oficio, saben encontrar por donde colarse. Fue México ayer, como los Cardenales antier.

En sustitución del abridor Yariel Rodríguez, quien permitió un boleto y par de imparables sin sacar outs, Vladimir García tiró 6.2 innings con pitcheos de 94 millas por hora, control en la zona baja y encima de los bateadores en el conteo, aunque no ponchó a nadie.

Con el juego empatado a dos, Pablo apeló a lo mejor que tenía en el bullpen, Raidel Martínez y Liván Moinelo. Ambos con experiencia en esas funciones en Japón. En el onceno capítulo pudo traer a un derecho para que le lanzara a Ramón Ríos, autor del último imparable del choque, que remolcó la victoria de los Charros.

Pero ese, a mi juicio, no fue el pecado mayor en los movimientos que se dejaron de hacer. A los pitchers cubanos no se les puede pedir más.

En el noveno capítulo, los Leñadores tuvieron la victoria en segunda con un solo out. Samón ligó su tercer cohete de la tarde (lleva de 11-5), Alomá se sacrificó y Yurisbel Gracial, que busca su segundo hit en el torneo, fue caminado de manera intencional para trabajar a Yosvani Alarcón, sumido en un profundo slump y de limitaciones en la disciplina en el home.

Dice Pablo que valoró cambiarlo, pero le dio confianza. El catcher llevaba de 9-0 con cuatro ponches en la justa, y de 32-3 en series del Caribe, Pablo, al parecer, se olvidó de esos números y de Danel Castro, el hombre que se pintaba solo para esa situación de juego, flemático, paciente, que quizá podía hacer contacto con la slider de Romo.

Alarcón, ansioso por salir del mal momento, se volvió a ponchar, y después, por Manduley, sacó de emergente a Alexander Ayala, otro al que solo salvaba una improbable equivocación del matador mexicano; terminó su turno y el inning con elevado al cátcher.

En 2.2 innings, Romo ponchó a tres y de 25 pitcheos, apenas cinco fueron bolas. Ganó su juego, el que mantiene con vida a los Charros.

Pablo sacudió el line up para buscar una ofensiva que no llega. Cepeda, de tercero y designado, pegó tubey en el primer inning y empujó la primera de los cubanos y estuvo cerca de disparar el primer jonrón de los Leñadores, mientras Yordan Manduley le puso un candado a la defensa en el cuadro, y desaprovechó una buena oportunidad en el cuarto episodio de exhibir disciplina en el home: con hombres en tercera y segunda y el cuadro por dentro, le fue al primer lanzamiento y dio un rodado por el campo corto. Son los detalles de los que habló el estratega cubano al término del juego.

Samón, subido al quinto puesto, bateó de 5-3, pero será recordado por la jugada del sexto episodio cuando lo cogieron in fraganti en segunda. Cinco carreras en tres partidos es nada. Alfredo Despaigne, solo, es el dueño de cuatro remolques.

Ahora, se echa de menos a Yulexis La Rosa, para los juegos así, en las postrimerías no hay un catcher más seguro que él, que bloquee esos pitcheos salvajes imprescindibles para dominar a bateadores curtidos.

Pablo y su equipo de dirección tienen tiempo para pensar cuidadosamente qué hacer el sábado, si para entonces todo no está definido. Un triunfo hoy de los Cardenales de Lara ante los Charros sepulta las aspiraciones de los cubanos de ir a la final.

No todo está perdido. Hay que sacar, nuevamente, lecciones. Más lecciones, «en nuestra serie nacional, dijo Pablo, no se juega con alta intensidad todo el tiempo, los pitchers lanzan como promedio 84 millas por hora y no tienen el control que se ve aquí».

Este fue el tercer extrainning jugado por Cuba desde su regreso a las series del Caribe en 2014. Había ganado los dos anteriores, ante Puerto Rico en 2015 (6-2 en diez capítulos) y frente a República Dominicana un año después (4-2, en diez también). A la tercera fue, lamentablemente, la vencida.

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