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El jonrón está de luto: ha muerto Cheíto

Este sábado falleció Pedro José Rodríguez, víctima de insuficiencia renal

Autores:

Benigno Daquinta
Norland Rosendo

AUN los que no lo vieron jugar saben de su leyenda con el madero. Pedro José Rodríguez nació para golpear pelotas y verlas empinarse con miedo buscando refugio al otro lado de las cercas, lo mismo en Cuba que en el extranjero. Pase usted, Señor Jonrón, lo bautizó Bobby Salamanca.

 Tenía ocho años cuando debutó en los cuartos Juegos Escolares Nacionales con el equipo de la categoría 10-13, y con nueve ya era el tercer bate de ese grupo de muchachos más viejos que él, pero Cheíto despuntaba como lo que luego confirmó ser en los torneos élites: un slugger.

 En su primera Serie Nacional (73-74) impuso marca de palos de vuelta entera para un novato con 11, récord que para orgullo de él, quebró su hijo, del mismo nombre, en la temporada 40 al sacudir 15 bambinazos.

 Cuentan que era una fiesta cuando Cheíto iba al bate, y si era en los tiempos de la «trituradora naranja», integrada por él, Antonio Muñoz y Héctor Olivera, el pitcher que lograba dominarlos a los tres podía sentirse el hombre más feliz de Cuba.

 Siempre dijo que su pasión era ver volar la pelota, más que promedios perseguía los bambinazos; ni siquiera en dos strikes recortaba el swing.

Fue líder jonronero durante cinco campeonatos seguidos. Empezó la cadena en la Serie Nacional del 76-77 cuando despachó nueve cuadrangulares con el traje de Azucareros. En la Serie Selectiva del 77 firmó 16 palazos con Las Villas. Siguió embullado en la nacional siguiente al sonar 13 jonrones ya con el uniforme de Cienfuegos. Quedaba aún por verse lo mejor: durante la Selectiva del 78 sacó 28 pelotas del parque, récord para una serie, y cerró la seguidilla en la campaña nacional del 78-79 con 19 vuelacercas.

Aunque nunca fue campeón en series nacionales, sí supo lo que era la gloria con el traje de Las Villas (años 78, 83 y 85), en aquellos torneos selectivos que no pocos consideran de nivel Triple A.

Pedro José, de no haber sido por la sanción que lo alejó de los terrenos de béisbol, probablemente se hubiera acercado a 500 palos de vuelta entera. Sepa, además, que nadie en Cuba, ni siquiera Linares, Kindelán y compañía, se ha ponchado menos por cada jonrón que pegó. Cheíto se tomaba ponche y medio por cada estacazo.  

 Entre sus 289 bambinazos en torneos cubanos, todavía se habla del que le sacudió al gran Rogelio García para decidir la Selectiva del 78 en un play off jugado en el Latinoamericano contra Pinar del Río.

 Y si Cheíto fue el rey del jonrón aquí, en campeonatos internacionales también dejó su huella, sobre todo en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Medellín 78, cuando pegó 15 bambinazos en diez juegos, y en dos juegos seguidos disparó tres. Una de esas ocasiones fue en el famoso partido que la selección nacional le ganó a Puerto Rico por 31 carreras a 2.

 Ha muerto Pedro José. Queda la leyenda del Señor Jonrón.

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