Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Odisea olímpica

Aventuras y desventuras para una cobertura de prensa

Autor:

Norland Rosendo

TOKIO.― Advierto a mis colegas que la siguiente historia es real. Sin una coma de más. En tiempos normales, un periodista va corriendo de instalación en instalación y solo median las medidas de seguridad elementales.

Para Tokio 2020 han diseñado un entramado de trámites que dejaría boquiabiertos a quienes en Cuba tienen doctorados en burocratismo. La situación de la COVID-19 es la principal responsable de lo que van a leer, pero a veces se pasan…

Todo comienza con un formulario de intereses de prensa diarios, no más de diez solicitudes por jornada. Alguien, que no se sabe quién es, ni cómo trabaja, acepta o deniega. Te enteras por un correo o revisando constantemente tu registro online.

El sábado quería ir al tiro, pero me dijeron: Denegado. Opté por el tenis de mesa, especialmente para felicitar a Daniela Fonseca en su cumpleaños. En el país de la tecnología, era de suponer que al escanear la credencial en la puerta de los recintos también verificaban si habías sido elegido o estabas tratando de meter cabeza.

Llegamos a punto de comenzar la competencia. Sacamos cuentas, en diez minutos estamos dentro. Piden que mostremos el correo con la aprobación. No hay wifi en la zona exterior, no tenemos datos. Explicamos en japoñol y en el universalmente conocido lenguaje de señas, pero el portero no entendió.

Solo yo, por casualidad, tenía abierta la paǵina de gmail con esa información. Hizo una llamada telefónica, nos dejó pasar acompañándonos. Escaneo, cacheo, lo rutinario.

Ya Daniela había perdido un set y nosotros aún sin llegar. Una vez en la sala de prensa solicitan otra vez el correo de confirmación, aún teniendo en la mano una lista con los aprobados. Puse el dedo sobre mi nombre en la nómina y una joven, tan risueña como intransigente, me remató en su japoninglish: no, e-mail.

Daniela cayó en el segundo parcial y tenía el tercero abajo también. Pedí permiso para ir a zona mixta. Apuntó para una cajita con varios papelitos doblados. Sí, eso mismo que está pensando: ¡una rifa!. Dicen que por razones sanitarias, no pueden ir todos a las entrevistas (¿y a qué uno viene, entonces?)

Quedaba, al parecer, un solo set. Cogí uno que estaba en blanco. Puse cara ponchado en la pelota y la muchacha aplaudió. Resulta que los papelitos sin rayar son los premiados. Cuando yo lo digo…

Ya tenía acceso a la zona mixta, faltaba un puesto en la tribuna para ver, si acaso, los últimos remates. Casi los mismos trámites: formulario, lista, tique enganchado en la credencial. Daniela concluyó su partido y este servidor seguía sin sus permisos en regla.

Por suerte la cumpleañera jugaba en doble mixto por la tarde y escribí estas líneas mientras esperaba para acompañarla desde las gradas en su partido y luego felicitarla.

No quiero ni pensar en el dos de agosto, cuando hay más de una medalla cubana en juego.

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