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Campeones «por lo bajito»

El deporte de alto nivel está lleno de ejemplos que demuestran que la baja estatura no es impedimento para alcanzar la gloria

Autor:

Luis Autié Cantón

El deporte, por fortuna,  ha ido paulatinamente dejando de lado sesgos que durante décadas se aferraban, con todo el peso de la poca tolerancia y la cortedad de miras, a la cintura de disímiles disciplinas. Ya sean barreras raciales, de género o de otro tipo, el deporte se las ha saltado todas.

En el ámbito deportivo se ha comenzado a descartar también ese elitismo selectivo en cuanto a parámetros físicos, y se ha dejado claro que cada vez entiende menos de patrones restrictivos en cuanto a estatura. Muchos, muchísimos atletas han expresado que, en sus inicios, fueron descartados por este o aquel entrenador de infantiles porque no llegaban a la rayita necesaria en la cinta métrica, o sus brazos y piernas eran demasiado cortos, o la aguja de la pesa «caminaba» un tramo de más—o de menos—. ¿Cuántas futuras estrellas se habrán perdido por la ortodoxia, dañina, de aquellos que no se atrevieron nunca a romper el molde?

Por suerte, la historia nos ha dado la oportunidad de constatar que, en el mundo del músculo, no hay ni reglas escritas en piedra ni manuales de selección inamovibles. ¿Imaginan que a Maradona no le hubieran permitido jugar en Cebollitas? Se hubiera escrito otro guion para la historia del fútbol. Ese ha sido, quizá, el metro con 65 centímetros más imponente que ha pisado una cancha.

A pesar de su físico, aparentemente endeble, nadie se ha atrevido jamás a cuestionar la calidad de un atleta como Andrés Iniesta.

Otros como Lionel Messi, Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Kun Agüero, Pedro Munitis, Romario o Carlos Tévez tampoco sobrepasan el 1.70 y son considerados como leyendas, incluso algunos de menos talla, como Diego Buonanotte (1.60 m, River Plate, Málaga, Granada)  Pablo Piatti (1.61m, Valencia, Espanyol, Elche) o Sebastián Giovinco (1.63 m, Juventus, Parma, Toronto) han sido figuras de peso en equipos de las ligas más importantes del mundo.

El mexicano Jorge Campos, con apenas 1.68 m de estatura, defendió en 129 ocasiones la camiseta de su país, como guardameta. Es considerado el portero de menos estatura de la historia. Para que tengan una idea, al cancerbero colombiano David Ospina, en Inglaterra, lo critican por ser «bajito», debido a su 1.83 m.

El estadounidense Muggsy Bogues, con apenas 1.60 metros de estatura, es el jugador más bajo en la historia de la NBA.

En otros deportes de élite también hay atletas cuyas características físicas se salen de lo acostumbrado, pero destacan al punto de poner en duda—aun más— la pertinencia de las valoraciones previas en cuanto a la relación físico-rendimiento.

En la NBA, pináculo del baloncesto mundial, el base estadounidense Muggsy Bogues se hizo famoso no solo por haber jugado 14 temporadas al más alto nivel, repartidas entre los Charlotte Hornets, los desaparecidos Baltimore Bullets, Golden State Warriors y Toronto Raptors, y por haber sido un excepcional pasador y un gran robador de balones, sino también por su estatura de 1.60 m. Como dato curioso, en su temporada debut, Bogues compartió vestuario con el sudanés Manute Bol (2.31 m) quien en aquellos momentos era el jugador más alto que había pasado por las canchas de la liga.

Otros que han pisado tierra de gigantes son Earl Boykins (1.65 m), Mel Hirsch (1.68 m), Spud Webb (1.68 m), y un grupo de atletas de apenas 1.70 m conformado por Greg Grant, Keith Jennings, Herm Klotz, Wataru Miska y Monte Towe.

En la actualidad, si bien ningún jugador baja de 1.70 m, hay varios jugadores que destacan en las duelas norteamericanas a pesar de no alcanzar con sus cabezas el nombre en las camisetas de sus rivales, como los «pequeños» de los Denver Nuggets Markus Howard y Facundo Campazzo (1.78 m).

En el béisbol de Grandes Ligas, tierra inalcanzable para muchos debido a las altas tasas de calidad requeridas para desempeñarse allí, también hay jugadores que contrastan con el físico promedio en los terrenos.

Quizá el más mediático de estos casos sea el del camarero venezolano José Altuve, quién con sus 1.68 m es el pelotero más bajo que se calza los spikes en la Gran Carpa y lo ha ganado todo con los Astros de Houston.

El «pequeño» Altuve es uno de los jugadores más espectaculares de la MLB.

Pero antes, muchos outs atrás, a inicios de siglo, tenemos el caso de  Rabitt Maranville, shortstop de tan solo 1.65 m con 23 años en las Grandes Ligas, con un anillo de Serie Mundial incluido. Un poco después Freddie Patek, también con 1.65 de estatura, jugó 14 temporadas, bateó más de 1 300 hits y fue elegido en tres ocasiones al Juego de las Estrellas, debido a su habilidad en el robo de bases y su calidad a la defensa. El venezolano Pompeyo Davalillo y el estadounidense Stubby Magne, con 1.60 m, destacaron también en la MLB.

No obstante, el más «bajito» en pisar un diamante es  Eddie Gaedel. El oriundo de Chicago, con apenas 1.12 m —sí, leyó usted bien— tuvo una sola comparecencia al plato y recibió un boleto gratis. Si bien su presencia en el juego es considerada por muchos como un truco publicitario de su equipo, con su paso por el cajón de bateo pasó también a la historia de este deporte. Un dato: en su camiseta llevaba el número 1/8.

Un caso a destacar es el de Willie Keeler, quién con 1.64 m es hasta la fecha el miembro de menor estatura en el Salón de la Fama del béisbol estadounidense. Por cierto, Keeler posee también el porcentaje más bajo en la historia de ponches.

Visto lo visto, la gloria no se mide en centímetros. La determinación, el talento, el sacrificio y el tesón entran en juego a la hora de abrirse paso en el deporte, y en la vida.

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