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Cuba entre Carlsen y Nepo

La mesa utilizada durante la disputa del título mundial entre Magnus Carlsen e Ian Nepomniachtchi se inspiró en la utilizada en la 17ma. Olimpiada Mundial de La Habana 1966

Autor:

Javier Rodríguez Perera

La robustez de su juego, los rasgos inherentes de un genio —lo que es—, un escudo sicológico por el que apenas penetran distracciones y otros elementos que nos tendrían algunas horas reflexionando si es o no el mejor ajedrecista de todas las generaciones, le dieron al noruego Magnus Carlsen su quinto título mundial hace pocos días, ante el ruso Ian Nepomniachtchi, con ventaja de cuatro puntos (7.5-3.5). Magnus cumplió invicto la batalla, Ian perdió cuatro veces y la primera fue apocalíptica para sus aspiraciones.

Aunque es poco conocida y existe escasa información al respecto, en este match por la corona del orbe estuvo presente una curiosidad que involucra directamente al ajedrez cubano.

La mesa que sostuvo durante 11 rondas la pugna entre Carlsen y Nepo en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, estuvo inspirada en el diseño de las utilizadas en la 17ma. Olimpiada Mundial de La Habana 1966, con sede en el Hotel Habana Libre y ganada por el equipo soviético. Dichos muebles fueron especialmente elaborados para la competición, con tableros de mármol y piezas estilo Staunton.

En tanto para el duelo reciente, según la página web del campeonato, una vez que se diseñó la obra final, la mesa pasó a producción por parte de PICO, una agencia de activación de marca. Se produjeron dos copias idénticas, con un elegante acabado negro y un reposabrazos blanco de cuero.

También contó con un pequeño espacio debajo, en el que los jugadores podían guardar artículos pequeños, como los bocadillos o barras energéticas que muchos de ellos consumen durante las partidas. Su diseñador fue el español David Llada, jefe de Comunicación y Mercadotecnia de la Federación Internacional de Ajedrez (más conocida por FIDE, del acrónimo de su nombre en francés).

Antes de que se impusiera la propuesta definitiva, se examinaron otras mesas empleadas en enfrentamientos históricos, como el sostenido entre Anatoli Karpov y Garry Kasparov por el cetro del orbe en 1985.

Carlos Rivero, presidente de la Federación Cubana del deporte, declaró en exclusiva a Juventud Rebelde que la curiosidad de marras demuestra, una vez más, que no se puede hablar de ajedrez en el mundo sin abordar la historia del juego ciencia en nuestro país. Recordó la frase del trebejista soviético Mijail Botvinnik: «Es imposible comprender el ajedrez sin mirarlo con los ojos de Capablanca».

«Esto nos compromete aún más y representa un inmenso orgullo estar al frente de la dirección del ajedrez en la Isla. Más que un deporte es parte de la identidad cubana, pienso que debería ser declarado patrimonio cultural, porque desde el año 1518, en Bayamo, donde se jugó por primera vez en América, hasta la actualidad, el ajedrez ha acompañado nuestro devenir y las luchas de independencia», dijo el federativo.

El también Comisionado Nacional agregó que por diferentes razones la organización y realización de posteriores eventos internacionales fueron inspiradas en la Olimpiada Mundial de La Habana 1966 y el tablero gigante fue un hecho relevante en la ingeniería electrónica de la época. Los principales Grandes Maestros de ese entonces ofrecieron elogios, que se recogen en el libro sobre ese trascendental certamen.

«Se realizaron múltiples actividades y se inauguraron varias instalaciones de gastronomía y del propio deporte. La pizarra electrónica fue un acontecimiento que se adelantó a su momento, incluso revolucionó el concepto de que el público solo podía estar mirando en el salón. Desde el Coppelia se podía seguir la partida del día. Los juegos, mesas y sillas se fabricaron para esta ocasión, y el impacto que tuvo el torneo en las nuevas generaciones de trebejistas fue único.

«Dejó muchos medios para el desarrollo de la disciplina en las diferentes provincias y todavía se conservan mesas en academias como la de Bayamo», recordó Carlos.

De acuerdo con sus palabras, la Olimpiada de La Habana es considerada por la FIDE como uno de los tres mejores eventos organizados en la historia. Añadió Rivero que la competición tuvo un enorme apoyo del Comandante en Jefe Fidel Castro, con una gran cultura del detalle y otorgando las mejores atenciones a todos los participantes.

«Cuba tuvo al genio José Raúl Capablanca y cuenta con un gran torneo a su memoria. Presume de la Olimpiada de 1966 y ha tenido y tiene brillantes ajedrecistas y prestigio internacional gracias, en gran medida, a este movimiento deportivo revolucionario», finalizó.

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