Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Espíritu de superación

El Mundial entretiene. Pero va más allá, incluso, a otra dimensión: enamora

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

A escasos 86 kilómetros del estadio Hayward Field, los paisajes de Eugene son devorados por la inmensidad del Océano Pacífico. Allí, por estos días, se cuecen a fuego lento decenas, hasta cientos de historias, unas más y otras menos conocidas, en el fragor de un evento que en el deporte siempre deja huella y enarbola también, a la altura sentimental que corresponde, la bandera de la superación humana.

Y pensarán quienes solo ven al atletismo como una mera competencia de fuerza y rapidez, ajenos al interior de un torneo que, según dicen, solo tiene que envidiarle a los Olímpicos y al Mundial de Fútbol, que sí, que entretiene y mucho la actividad por estos días en las orillas del río Willamette. Tienen razón, entretiene. Pero va más allá, incluso, a otra dimensión: enamora.

Que se lo digan a Maykel Massó, quien vio rota su ilusión de colgarse una medalla que casi sentía segura, cuando el chino Jianan Wang apareció como fiera en el cajón de saltos y mandó a los demás un poquito más abajo.

Massó, que ya rozó la gloria del Olimpo, llegó a Eugene tras una temporada tímida, superó la etapa clasificatoria con el pavor de ser el último de la lista y en la final, cuando de verdad debe evaluarse al buen deportista, mejoró todo lo que tenía y miró a los ojos a los mejores. A él, lejos de reproches, deberían lloverle aplausos y elogios, porque tuvo la capacidad de superarse a sí mismo y retar a los más temibles oponentes.

Vencer sus propios límites, pudiera parecer desde fuera, un lugar común de los periodistas deportivos y también de los propios atletas. Pero no. Nadie nace con el talento que quisiera y quien enfrenta a otro depende de factores ajenos.Mejorar, superarse gracias al esfuerzo cotidiano y la fortaleza mental, eso sí tiene un mérito colosal. 

Luis Enrique Zayas, cuando nadie apostaba por él, tuvo una secuencia limpísima y logró meterse en la final del salto de altura. Venía de dos años infaustos y él mismo lo sabe. Decir lo contrario sería engañar al aficionado.Por eso, antes de partir a Eugene, sus declaraciones estaban marcadas por la cautela y la fe.

Vaticinar una buena competencia del santiaguero era, antes de iniciar el Mundial, un canto a la insensatez. Como esperanza remota, entonces, quedaba aquello de lo que hablamos: la posibilidad de un entrenamiento silencioso y serio para llegar a la competencia cumbre en la mejor forma. Y además, algo sumamente importante, el temple para competir junto a la «crème de la crème» y no flaquear.

Otros cubanos no han podido enaltecer en el Hayward Field los valores del deporte en la Isla, que van enfocados precisamente a engrandecer con coraje el talento y las cualidades físicas innatas. A ellos deberá ir dirigido un análisis posterior y el apoyo psicológico para reponerse y enfrentar retos venideros.

Al final, observar solo los éxitos sería desconocer y dar la espalda a la esencia del Mundial. Las mejores postales de un evento la dejan a veces los derrotados, cuya frustración es imposible de calmar. Y algunos éxitos tienen más mérito, como el oro de la peruana Kimberly García, quien regaló a su país la primera presea de la historia.

Kimberly, quien decepcionó en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, estuvo a punto de ser superada por la desilusión del fiasco y a sus 28 años un momento de debilidad sicológica casi truncó su carrera. ¿Quién no se ha caído?, le habrán preguntado, le habrán casi suplicado que siguiera. Y siguió. Y en Eugene, tras meses de arduo trabajo, la vida le puso delante otra oportunidad.

Quien se cae se levanta si se lo propone y las revanchas son opciones que uno mismo se crea. Si se fijan, seguimos con frases que bien pudieran ser consideradas lugares comunes. A lo mejor, todo esto deja una moraleja puntual: las frases son hechas solo cuando no encuentran una verdad en la realidad. Y no es el caso.

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