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Oficio y pasión a toda máquina

Leonardo Hernández, innovador multideportivo, genera ideas tan o más ambiciosas que sus predecesoras, a las que en el país se les ha de prestar atención

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Rafael Freyre, Holguín.— Batear, elemento técnico que de elemental tiene solo la parte de empuñar, implica muchas veces pegarle a una esférica del tamaño de una naranja, enviada a alrededor de 90 millas en la alta competición. En un pestañazo, hay que golpear un objeto de escaso diámetro, pero el grado de dificultad de dicha acción, con una máquina de lanzar para ejercitar, está demostrado que se reduce en cualquier nivel de juego.

Ese medio auxiliar no es tan novedoso en el contexto beisbolero (surgió hace algunos decenios), y su fabricación rústica en Holguín data de los 90, cuando en el municipio de Rafael Freyre, en el politécnico Manuel Rojo, se dieron algunos pasos.

«Con ella la mecánica de bateo se prepara mejor, más allá del resto de aspectos de juego que también pueden entrenarse», señala Leonardo Hernández, licenciado en Construcción de Maquinarias, quien junto a un grupo de trabajo dejó lista la primera máquina hace casi 30 años.

«Tengo un torno y un equipo de soldar, de ahí parte todo. Necesito para hacer una máquina dos motores eléctricos, dos ruedas de motor, alrededor de cuatro metros de tubos de tres cuartos de pulgadas, varillas de soldar y cuatro o cinco cajas de bolas. En dependencia de los motores y sus revoluciones, medito el diseño. Con eso asegurado, en un mes la termino, y la acompaño con un módulo de pelotas de goma», explica.

Hernández, a quien recurren en su municipio para la reanimación de sus instrumentos de lanzar pelotas, ante la inminencia de una serie provincial (algunos de estos equipos se han empleado en el alistamiento del conjunto holguinero rumbo a series nacionales), estudia constantemente cómo añadir inventivas: «He hecho cinco de estas máquinas criollas e ideé una que posee un brazo o péndulo y tira pelotas de cuero sin dañarles las costuras, además de que está sobre ruedas y se traslada fácil».

Los motores, asevera, deben ser uniformes —de entre 1700 y 2000 revoluciones—, ya que de ello depende en gran medida la velocidad que tomen las pelotas: «Aunque el diámetro de las gomas entre las que se colocan es importante. Los envíos alcanzan hasta 90 o 100 millas. Haciéndoles ajustes a los neumáticos, es igual de eficiente en categorías infantiles».

Este Licenciado en Construcción de Maquinaria y profesor en el Manuel Rojo ejerce el trabajo por cuentapropia como tornero y es aficionado al béisbol, por lo que oficio y pasión en «tándem» lo revelan entusiasmado al mostrar pelotas plásticas con orificios, que confeccionó en la etapa aguda de la pandemia y conformó fundiendo mitades y ponchando aberturas, en función de que ondularan.

Si se le proporcionara materia prima suficiente, 50 de estas esféricas fluctuantes pudiera dejar listas a diario, para que se trabajaran en Holguín y Cuba maneras de enfrentar envíos rompientes, desde edades tempranas, con mayor garantía de éxito en las conexiones y el contacto.

«De aparecer los componentes —recalca—, estoy en disposición de colaborar con otros municipios y provincias. De mis artefactos de lanzar, siento orgullo por el que tira bolas bombeadas, usando un parabán para batearlas, o el que las envía en parábola, y también me satisfacen el batintín mecánico, el cual se recarga con 15 pelotas, y un medio auxiliar que incide en la perfección del mecanismo de rotación de muñeca de los píchers».

Leonardo Hernández, innovador multideportivo, genera ideas tan o más ambiciosas que sus predecesoras, a las que en el país se les ha de prestar atención, como las de obtener máquinas de patear penaltis o rematar pelotas de voleibol. Ha propuesto establecer un centro investigativo de la industria deportiva, y le han dicho que piensa en grande, porque los que así se proyectan, solucionan en la misma magnitud.

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