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Esta guajira es la que es

Sonallis Mayán, primera campeona cubana de taekwondo en Copas del Mundo, se esfuerza por su deporte, ahora formando a nuevas generaciones holguineras

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

HOLGUÍN.— ¿Golpeo de puños y piernas? ¿Qué es eso? Se preguntaba Sonallis Mayán mientras se trasladaba al combinado deportivo Armando Mestre. Del desánimo docente salió la muchacha cuando la sedujo el taekwondo, que comenzó a practicarse en la provincia casi en paralelo a la incorporación formal de Cuba a la Federación Mundial de ese deporte (WFT, por sus siglas en Inglés), a principios de 1987.

Su encuentro con el arte marcial de origen coreano es anecdótico, dado que a los 19 años de edad se enteró de que existían patadas (chagui), bloqueos y defensas (maki), y casi de inmediato fue ascendida al equipo nacional, sin haber sido matrícula en EIDE o ESPA, algo que ni antes ni en la actualidad resulta común.

Vivía entonces muy lejos de la cabecera provincial, en el asentamiento de Juan Díaz, en la región norte del municipio de Sagua de Tánamo, y había terminado 12 grado sin alcanzar carrera universitaria. Se sentía triste, porque anhelaba darles la alegría de su continuidad de estudios a los padres.

«Un día, en 1992, vine a la ciudad de Holguín a comprarme unos tenis y bajándome de un ómnibus el profesor Fernando Báster, que lideraba el colectivo técnico de la selección nacional, me abordó por mi alta estatura y mis condiciones físicas, aunque entonces era bastante delgada. Él se comunicó con entrenadores de un área en Sagua de Tánamo para que me fueran atendiendo. Yo estaba confundida, no sabía nada de deportes».

Por aquellos años, estaba reciente la conformación del equipo femenino de Cuba y Báster esperó a que fuera introduciéndose en la disciplina: «Hasta que, luego de varios viajes para entrenar desde Juan Díaz a Sagua de Tánamo, en los cuales mi entrenador me acompañaba en parte del trayecto y mi mamá me alcanzaba de vuelta a casa, fui llamada a la preselección del país en septiembre de 1992. Me sorprendió que en las pruebas físicas iniciales se notaba mi flexibilidad, algo muy importante para cualquier taekwondoca, la columna vertebral de una como atleta».

De Juan Díaz a La Habana fue otro cambio grande en la vida de Sonallis Mayán. Báster la recibió en la terminal de trenes y en la capital le insistieron en tratar de dominar dos o tres técnicas, para comenzar a competir pronto.

«Participé en 1993 —recuerda—, en mi primer campeonato nacional y me eliminaron, pero como nunca tiré la toalla e iba para adelante, el profe decía: “No importa, esta guajira es la que es”. Ya en 1994, en un Panamericano del deporte, obtuve medalla de bronce, y fueron, luego de cada combate, corrigiéndome deficiencias técnicas y estimando mi evolución».

Con la evaluación de sus contrarias y el transcurso formativo, en 1995 asistió a los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, en la categoría de 60 kilos, e inesperadamente se tituló. Los frutos de tanto entrenamiento venían cosechándose, ya que después la llevaron a distintas competencias y topes en el área geográfica nuestra.

«Siempre me caractericé por mi disciplina y le prestaba mucho oído a cada indicación de los profesores; lo que ellos me orientaban era ley, más sabiendo que surgí de cero. El primer lugar panamericano lo repetí en Winninpeg 1999, cuando salté de división y pesaba más de 67 kilos», agrega.

Discutiendo la medalla de oro en la Copa del Mundo de Brasil, en mayo de 1996 en Río de Janeiro, derrotó a la española Ireane Ruiz (campeona mundial en 1995 en Manila, Filipinas), resultado inédito hasta ese momento para las taekwondocas de la Mayor de las Antillas. Aquel evento fue fuerte, toda vez que se desarrolló por invitación y compitieron asiáticas, europeas y representantes panamericanas con aval.

«Previo a la Olimpiada de Sidney 2000 —comenta—, una fractura del bíceps femoral me maltrató mucho y me hizo perder entrenamientos en la gira preparatoria por Europa. No llegué en perfectas condiciones y la misma Ireane Ruiz me venció, 3-0 (el 30 de septiembre), en la primera presentación.

«Realmente, el taekwondo se basa también en técnicas de piernas y estaba en clara desventaja. Logré el cupo olímpico en Miami, EE.UU., tras reducirse de ocho a cuatro las categorías. Aun con dolencias musculares, quise ir a la Olimpiada, la única en que estuve y el debut oficial de la disciplina bajo los cinco aros. Los médicos de la delegación intentaron recuperarme, pero no se pudo».

Sonallis Mayán perteneció a la élite global y además quedó octava en un Mundial en Hong Kong (1997). A los Juegos Centroamericanos y del Caribe no se convocaban las divisiones de mayor peso, por lo que le faltó el título a ese nivel, que, por supuesto, se encontraba a su alcance.

Ahora, mucho después del encuentro fortuito en la terminal de ómnibus, la actual jefa del grupo de deportes de combate en la EIDE holguinera Pedro Díaz Coello está convencida de que en el taekwondo enfrentan, como principal complicación, las variaciones en el reglamento que este sufre frecuentemente.

«En Holguín —aclara— se quiere volver a etapas brillantes del pasado y por ello entrenadores y atletas hemos ido estudiando, por ejemplo, las novedades tecnológicas. El trabajo de actualización y superación se asume de manera seria, comunicándonos para que nadie se rezague en cuestiones de asesoramiento.

«Además, andamos contentos con las captaciones de nuevos ingresos, varios desde el este de la provincia, región de la que provengo, con cierto dominio desde la base y excelentes condiciones físicas».

Mayán posando en 1996, luego de su gran éxito mundial. Foto: Tomada del sitio web del periódico Ahora

 

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