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Everaldo, el padre de los Leoparditos

Everaldo Pedroso pensó que su historia de entrenador de niños iba a terminar sin sobresaltos, entregándose como siempre, pero fuera de los reflectores mediáticos

Autor:

Norland Rosendo

Con 43 años dedicados al béisbol, Everaldo Pedroso pensó que su historia de entrenador de niños iba a terminar sin sobresaltos, entregándose como siempre, pero fuera de los reflectores mediáticos. En la primera edición cubana de las Pequeñas Ligas, en 2020, condujo a los Leoparditos de Santa Clara al bronce y después estuvo fuera de este torneo, tan atractivo como competitivo.

Esta temporada regresó al mando del elenco santaclareño y conquistó el oro, tras batir en la final a Sancti Spíritus. Terminó con saldo de 8-1 en la justa y ahora, tras los festejos, se enfocará en preparar al equipo para la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas en la ciudad estadounidense de Williamsport, Pensilvania.

―¿Cuáles son las fortalezas que tienen los Leoparditos?

―Es un grupo muy completo, muy bien conformado, jugadores rápidos, unos de fuerza y otros de tacto, buena defensa y picheo efectivo. Además, hay muy buena disciplina y deseos de hacer bien las cosas.

―A partir de su experiencia, ¿qué características son imprescindibles para ganar en estas categorías?

―El picheo es fundamental y en estas edades también la defensa es clave.

―Se ven niños que dominan los fundamentos de juego, a veces mejor que en los mayores…

―Hay que trabajar mucho para lograrlo, la parte técnica es determinante y para que ejecuten bien las acciones necesitan hacer muchas repeticiones.

―¿A quiénes mencionaría como los más destacados?

―Aquí todos han aportado, de una manera u otra, y el triunfo tiene el nombre de todos, pero Deivis Hernández ha sido clave como segundo abridor y con el bate.

―Solo perdieron un juego ante Matanzas en el campeonato, ¿fue ese el rival más exigente?

―Sin duda, ese resultó el contrario más duro que enfrentamos, perdimos el primer juego y tuvimos que remontar. El año pasado Matanzas eliminó a Santa Clara en cuartos de final. Pinar del Río tenía buen picheo, pero en lo demás no eran tan fuerte.

―Usted se consagró en su carrera al trabajo con los niños, ¿algo especial?, ¿por qué no probó con los adultos?

―Siempre preferí las categorías infantiles desde que me gradué en 1979 en el «Fajardo». Lo que me gusta es enseñar; nunca quise trabajar con los grandes, tuve oportunidades, pero sentía que no era mi aspiración.

―¿Y qué encantos tienen estas edades?

―Cuando logras que los niños te respeten, todo fluye bien y aprenden más rápido. A mí me causa mucha satisfacción verlos hacer las cosas como se las enseño, que dominen la técnica.

―¿Y cómo lograrlo en tiempos de tanta distracción con las tecnologías?

―Con exigencia, en mis sesiones de entrenamiento no hay teléfonos, tabletas ni nada de eso. Tienen que enfocarse en el béisbol.

―¿Tampoco utiliza esos equipos para que complementen los aprendizajes y se enamoren más de la pelota?

―Con ese propósito sí, pero siempre les exijo que no pueden modificar lo que les enseño, porque dedican mucho tiempo a ver videos de jugadores de Grandes Ligas y después quieren imitarlos, y eso no es bueno en estas edades, siempre les recuerdo que aquellos son los elegidos y para llegar a ser igualmente grandes deben aprender primero.

―¿Le sorprendió que Bayamo no llegara a la final?

―Yo no escojo rivales, nunca me preocupó Bayamo, es un gran equipo, pero no todos los años se puede jugar al mismo nivel, en estas categorías las nóminas cambian por la edad.

―Andy Zamora forma parte del cuerpo técnico del equipo, ¿qué significa tener a un jugador con su historia en el grupo?

―Él ha sido muy importante para los muchachos y para mí. Se entregó con todo al trabajo. Los jugadores, además de ver en él un entrenador, lo tienen como un modelo, referente. Si se dedica a esto será un gran entrenador.

―¿Qué peloteros consagrados recuerda que hayan pasado por sus manos?

―Son muchos, pero solo voy a mencionar algunos que llegaron a firmar en Grandes Ligas o integraron la selección nacional cubana, son los casos de Aledmis Díaz, el difunto lanzador José Fernández, Dayán Viciedo y Eduardo Paret.

―Si tuviera que hacer alguna recomendación para futuras ediciones de las Pequeñas Ligas, ¿cuál haría?

―Las condiciones del país son complejas, pero lo ideal es que cada municipio tenga un terreno propio de la categoría, incluso con gradas, pues son muchos los aficionados que disfrutan de este espectáculo.

―¿Qué papel desempeñan los familiares para el éxito del béisbol en estas edades?

―Ellos son muy importantes, aunque recibimos apoyo del Gobierno, el Inder y demás instituciones en la provincia, los padres contribuyen con recursos, pagan guaguas para efectuar topes, compran guantes, bates, etc. Nunca digo que esto camina solo por ellos, pero sí reconozco que influyen mucho en los resultados.

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