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Intruso vertedero

Maritza Calaña Hernández (avenida 51, edificio 3, apto 8, entre Arroyo Arenas y Autopista, Novia del Mediodía, La Lisa, La Habana) relata que, a raíz del paso del huracán Irma, en septiembre de 2017, comenzaron a depositar árboles caídos y otros desechos en un área cercana a ese reparto.

Ilusos los vecinos, pues pensaron que aquello era una solución efímera y transitoria. «Desafortunadamente, no ha sido así, dice Maritza; ya se ha convertido en un vertedero muy desagradable y molesto, pues todo indica que existe un proceso de combustión que emite humo de manera constante».

Asegura que, desde entonces, los camiones no dejan de verter basura en ese lugar. El vertedero crece cada vez más, y muy cerca de él hay un           círculo infantil, una escuela primaria, niños pequeños en los hogares, y toda una comunidad que se contamina a diario.

«¿Por qué no se ha eliminado este vertedero que causa tantas molestias a la población, afecta la salud humana y el medio ambiente?», cuestiona Maritza. Afirma que antes de escribirme se leyó el Programa Nacional de Medio Ambiente y Desarrollo de Cuba. Lo que no entiende cómo es que se puede echar tanta basura sobre un documento vital, defensor del medio ambiente y de la salud de los cubanos.

¿Por qué no?

Carmen Martín Tarife (avenida 57 no. 7407, entre 74 y 76, Güines, Mayabeque) necesita usar permanentemente un colector de orina denominado bolsa de ileostomía, debido a un cáncer invasor de vejiga, por el cual fue operada en 2012.

Para evitar riesgo de sepsis debe ser cambiada en días alternos dicha bolsa, la cual tiene características particulares que impiden el derramamiento de la orina constante y mejora la calidad de vida de las personas con ese tipo de operación.

El problema, afirma Carmen, es que dichos aditamentos no están disponibles en la red de farmacias, hospitales, ni en otras instituciones destinadas a la comercialización de material médico.

En 2012, cuando fue intervenida quirúrgicamente, le colocaron bolsas de colostomía, las cuales no cumplen con los requisitos necesarios y empeoran marcadamente su calidad de vida. En el período 2013-2014, Carmen se dirigió al Ministerio de Salud Pública en varias ocasiones.

Al cabo de un año le dieron 300 bolsas. En 2016, después de transitar por el mismo proceso, le facilitaron 300 más. Pero hasta la fecha no ha tenido más. En varias ocasiones ha acudido a la Dirección provincial de Salud y al Minsap, y le responden que no hay posibilidades de comprar las bolsas de ileostomía.

«Si las bolsas de colostomía son marca Coloplast y el país las compra para satisfacer las necesidades de pacientes que las requieran, ¿por qué las de ileostomía, de la misma marca y el mismo comercializador, no están al alcance de pacientes en mi situación?», pregunta finalmente Carmen.

¿Y la claria?

Hilda Trujillo Baltar (Marqués González 108, altos, entre Concordia y Virtudes, Centro Habana, La Habana) quiere saber qué ha sucedido con los sabrosos filetes de claria, que ya no se ofertan prácticamente en los establecimientos de Mercomar.

«Ahora no aparecen “ni en los centros espirituales”, subraya la remitente; solo nos mandan la claria en tronchos con el pellejón negro y baboso; nada que ver con los filetes de gran aceptación por la población”.

 Refiere que la tilapia llega con cabeza y vísceras, y cuestiona el porqué teniendo plantas industriales, no se pueden hacer minutas, fáciles de cocinar para quien trabaja y tiene el tiempo muy escaso.

«Ya ni el picadillo de pescado se consigue fácilmente. Y estoy hablando del pescado de las presas; jamás  referirme al de mar, que las pocas veces que lo he visto casi ni lo miro, por el precio, que provoca que el cubano de a pie no pueda adquirirlo», concluye.

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