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Fallos en los protocolos

Noel Pérez García (calle 3ra. no. 169, entre 6 y 8, Reparto Sorribe, Santiago de Cuba) cree que en el rebrote de la Covid-19 en esa ciudad pueden estar incidiendo las violaciones de los protocolos sanitarios establecidos. Y se ciñe a exponer el ejemplo de su barrio:

Desde el 18 de febrero nueve cuadras tienen cintas amarillas de restricción de movimiento. Ya desde antes, se rumoraba que cerrarían algunas calles. Y el cierre no llegó hasta que, sin previo aviso, se hicieron pruebas masivas de PCR en una casa. De ello Noel supo al regresar de su trabajo, a las 5:00 p.m. Ya muchas personas habían pasado por allí, incluidos su mamá y su hermano, quienes lo supieron por el presidente del CDR. «Yo fui después de las 5:00 p.m., y al ver las condiciones y el lugar en que se realizaban, decidí volver a casa sin hacerme la prueba».

Y enumera lo que considera malas prácticas en el protocolo sanitario:

«Se hizo una toma masiva sin previo aviso a los vecinos para que, de esa manera, quienes laboran pudieran gestionar en sus centros de trabajo la posibilidad de quedarse en casa hasta hacérsela. Y la toma no tuvo orden ni lógica alguna. Se hizo en una casa particular, no en el consultorio médico ni en el policlínico, a todo el que asistió, tras realizar una cola por orden de llegada.

«La casa en que se hizo está en una de las calles que, desde ese día y quizá antes, se sabía que quedaría dentro de la zona de restricción (lo escuché personalmente de uno de los cuadros reunidos cerca de mí, discutiendo esa y otras cuestiones). Luego, se convocó a todo un reparto a hacerse las pruebas en una cuadra con alto índice de infección. La población que acudió a la prueba esperaba sentada en la acera, conversando no siempre con la distancia física requerida ni el uso correcto del nasobuco. En una cuadra que al día siguiente amanecería cerrada.

«Al amanecer del 18 de febrero, dice, nueve calles de Sorribe, incluida la mía, quedaron tras la cinta amarilla. Y no había control policial para evitar movimiento. Fui testigo de personas que temprano en la mañana cruzaban por debajo de ella como si nada. El 19 de febrero pasó una pipa echando agua clorada en algunas de las calles cerradas».

El 20 de febrero, tres doctoras con medios de protección visitaron la cuadra. En casa de Noel preguntaron por Diego García Verdecia, alguien que no vive allí. Al decir ellas que tenía 68 años y se hizo el PCR el 17, supusieron que era la mamá, Olga García Verdasco. Volvieron tras dos horas, e informaron que Olga dio positivo al test del miércoles. Le hicieron nueva toma para otro PCR. Dijeron que estuvieran listos: si daba positivo, ingresarían a Olga y él y su hermano irían a un centro de aislamiento.

«Según protocolo, acota, si un paciente da positivo, y sobre todo con más de 60 años, debe ingresarse de inmediato: Contribuye a cortar cadenas de transmisión, y permite adelantar protocolos médicos y medicamentos que pueden ser indispensables para evitar el paso a formas más graves de la enfermedad.

«Por qué no se ingresó a esas personas, incluida mi mamá, si supuestamente dieron positivo; tras haber perdido dos días en informar de esos casos? ¿Por qué se toma otra muestra de PCR que, además, demoraría otros dos días o más en informarse (hasta ahora aún no se sabe oficialmente el resultado) y, por tanto, implicaría tener a personas vulnerables sin recibir tratamientos preventivos y prematuros contra la COVID-19, según protocolo? Si se tomó otra muestra a mi mamá, ¿por qué no a sus contactos?»

«Desde el 20 de febrero y hasta ahora, no se ha hecho pesquisaje médico en nuestra cuadra, mucho menos en las casas donde supuestamente hay un caso positivo y contactos directos. Hoy en la tarde supimos, extraoficialmente pero de fuente confiable, que mi mamá dio negativo al PCR realizado el 20 de febrero; pero nadie ha venido a informarnos, ni a otros vecinos en la misma situación.

«Cinco días después de la primera toma de muestra, hay posibles casos positivos sin recibir tratamiento, aún en sus casas (con todos sus contactos). La cuadra sigue abierta, y no se ha realizado pesquisa alguna. Con esta carta busco encender las alarmas sobre errores en la aplicación de un protocolo que está más que bien pensado y probado, y es motivo de orgullo de lo que son capaces la Ciencia, la Salud Pública y el Gobierno, en bienestar de la población. No dejemos que la apatía, la mediocridad y la falta de exigencia echen por tierra el trabajo y el esfuerzo que se viene realizando», concluye.

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