Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Deficiencias de jefes y subordinados

El pasado 19 de mayo, y desde la ciudad de Santiago de Cuba, Laura Moreno Marañón refería aquí que su hermana, residente en la provincia de Artemisa, intentó enviarle un paquetico, y se dirigió a Correos de Cuba. Y allí le dijeron que no se estaban realizando envíos de paquetería a otras provincias por la COVID-19.

«Sin embargo, señalaba, paquetes que llegan de otros países son entregados, incluso a domicilio. ¿En otros países no hay COVID-19?».

 A propósito, responde Andrés Román Ramírez Vento, director general en funciones de la Empresa de Correos Artemisa, que, «ciertamente, la oficina de correos del municipio de Artemisa, en la cual la hermana de la reclamante solicitó el servicio, en los últimos meses ha presentado problemas en su funcionamiento e insuficiencias en la prestación de los servicios a la población, debido a la inestabilidad y deficiencias en la labor de cuadros de dirección y en el completamiento del personal, con la consiguiente afectación a la calidad de los servicios que durante el período de la pandemia se vieron limitados en algunos de ellos, como el caso de los envíos nacionales».

 Indica que a partir de las medidas disciplinarias, administrativas, organizativas y de completamiento del personal adoptadas por la Empresa de Correos Artemisa en dicha unidad, esta ya cuenta con una nueva dirección y con los trabajadores requeridos y capacitados para brindar un mejor servicio a la población.

 «Aunque el servicio de envíos nacionales ya fue restablecido en la oficina de correos de Artemisa, añade, se considera con razón la queja formulada a Juventud Rebelde por la compañera Laura Moreno Marañón, a quien públicamente ofrecemos sinceras disculpas por las molestias ocasionadas, las que también haremos llegar a su hermana, así como la decisión de asegurar el cumplimiento del servicio solicitado por la cliente».

Paradojas

 María del Carmen Betancourt Calderón, vecina de Tulipán 203, entre Zaragoza y Calzada del Cerro, en el municipio capitalino de Cerro, sabe de las reales limitaciones económicas que Cuba atraviesa; pero lo que no comprende es el por qué algunas personas e instituciones las agravan aún más.

 Refiere la señora que es impedida física, operada de cáncer y unas cuantas patologías más. Y como ya no puede caminar, depende de su hijo, quien diariamente debe incorporarse a su centro de trabajo, para que haga las colas que les permitan adquirir los alimentos.

 Desde que se vinculó la compra de esos alimentos controlados por municipio y vinculadas a las bodegas con la libreta de productos normados, les corresponde la unidad Trasval del Cerro, donde «en la cola hay de todo: distribución rara de turnos y dominio de la cola por determinadas personas», señala.

 El asunto que convierte todo en una misión engorrosa, señala, es que para que su hijo le pueda comprar los alimentos con su carné de impedida, algo que debiera ser expedito, tiene que hacer una cola interminable en el Gobierno municipal con vistas a que le hagan un documento oficial de autorización.

 Hay vecinos que se le han ofrecido a María del Carmen para hacerle las colas, precisamente porque su hijo debe faltar a sus obligaciones laborales para cumplir con el encargo con la madre. Y chocan igualmente con ese muro: el documento de autorización y la cola inmensa que implica.

 La señora está muy estresada y se pregunta por qué todo hay que complicarlo tanto. Y este redactor reflexiona: Muy estricto, inflexible y burocrático para que a una impedida física y enferma le faciliten que alguien pueda comprarle los urgidos alimentos; pero no así de riguroso y organizado a la hora de la compra allí, para beneficio de los aprovechados coleros «profesionales». Paradojas.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.