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De cómo se fabrica el descontento

José Alfredo Herrera Altuve, quien reside en el apartamento 1 del edificio 76, en el reparto Alberro del municipio capitalino de Cotorro, denuncia que desde hace casi cuatro meses existe una descarga de aguas negras del vecino edificio 68, que se vierten en una parte del edificio 76, y ya ha llegado al borde de la cisterna de ambos inmuebles.

En el caso de José Alfredo y su esposa, el patio al lado de su apartamento, que antes estaba sembrado de plantas alimenticias y medicinales, hoy está inundado de aguas negras, con su carga de mosquitos, además del mal olor y el potencial foco de enfermedades.

Lo preocupante es que en el edificio 68 hay un consultorio del médico de la familia, y se ha reportado en muchas ocasiones la situación a Higiene y Epidemiología, alertando del peligro de enfermedades en un área donde predominan niños y personas de la tercera edad.

La delegada de la circunscripción ha tratado en muchas ocasiones de resolver el problema, pero no le hacen caso. José Alfredo se ha entrevistado con el Intendente del Cotorro, en presencia de la Directora y un Subdirector de Vivienda del municipio. Y el Intendente ordenó resolver el problema de una vez y por todas y rápido.

Pero pasaron los días, afirma, y no sucedió nada. Posteriormente la respuesta de Vivienda fue que ya se había informado a la Empresa Provincial de Saneamiento Básico.

Refiere que junto a la delegada se reunieron con la Directora de Vivienda del municipio y uno de los Subdirectores. Ella mandó a un especialista a ver el área. En varias ocasiones José Alfredo habló con ese especialista por teléfono, pero nada pasó.

Luego le atendió la Subdirectora de Inversiones de Vivienda municipal. Le planteó que era necesario mandar una mipyme. Y envió a otra especialista a ver el área. Tomaron fotos y preparó un informe. De nuevo no pasó nada.

El camión que hace el trabajo ha estado dos veces en la circunscripción. La primera vez tenía mal el número del edificio y se fue. La segunda vez vino a resolver el problema del círculo infantil que está enfrente del edificio 68, donde se genera el problema. Pero dijeron que  no tenían orden para resolverlo.

«El colmo, afirma, es que en dos ocasiones personas desconocidas me han parado en la calle y me han dicho que si no pago 3 000 pesos nunca resolvería el problema. Hace unos días la persona que debe hacer el reporte a Saneamiento Básico me dijo mentiras y el colmo es que hoy le dijo a la delegada de la circunscripción que desde hace un mes no ha podido comunicarse con Saneamiento Básico. O sea, luego de cuatro meses que he estado insistiendo en el problema, parece que ni siquiera hay un reporte.

«He estado cuatro veces en Atención a la Población del municipio. Toman la queja, buena atención formal, pero luego no pasa nada. Incluso en el Poder Popular municipal no le permitieron a la delegada que subiera este problema como planteamiento, solo como reporte. No entiendo.

«Primero es necesario resolver el vertimiento de aguas negras actual, para luego dar una solución definitiva, pues desde hace dos años esto se repite. Ya no sé qué hacer», concluye José Alfredo.

Le sustrajeron el contador de 220

Me escribe Andris Herrera Labañino, un cubano que reside en España, por lo que ha sucedido con su vivienda en Cuba, sita en Avenida 71, No. 11813, apto. 12, entre 118 y 120, en el municipio habanero de Marianao, y donde viven sus hijos y la madre de ellos.

Cuenta que un hombre, supuestamente trabajador de la Empresa Eléctrica, accedió al cajón  de los contadores eléctricos y sustrajo el de su casa, que era de 220 voltios. Y lo cambió  por otro. Lo hizo sin aviso previo. Los vecinos del edificio, incluidos los hijos de Andris, se enteraron porque se les interrumpió el servicio eléctrico. Y cuando se asomaron descubrieron que producto del trabajo en el cajón se llevaron el contador de 220 y dejaron otro que no satisface las necesidades de ese hogar.

«Las consecuencias, dice, ya son palpables, pues sin tener 220 no pueden usar el aire acondicionado en medio del calor intenso de nuestro país. Y no ha habido aviso, ni siquiera les han tocado la puerta a los vecinos para avisar sobre la actividad que iban a realizar».

Cuenta que la madre de sus hijos fue a las oficinas de la Empresa Eléctrica en Marianao y la trataron fatal. La persona que la atendió la envió, si quería quejarse, directamente a la Directora. Y hasta ahora no ha tenido ninguna respuesta, termina.

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