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Juventud Rebelde

Frente al espejo

Ay de las palabras…

«Estimado Hugo Rius: Me pareció muy acertado su artículo Electrodos por la libre, publicado en la edición del 5 de abril. Abundan estas personas que, amparados en la cuota de poder que se les ha asignado en función de determinado trabajo, suponen que tienen derecho a modificar hasta las leyes e incluso dictar otras... Considero que estos individuos, violadores de la legalidad socialista, burgueses en su esencia e irresponsables en su forma, crean serios disgustos en los verdaderos dueños de los medios de producción, nosotros todos, y peor aún es que sus superiores lo permitan.

«Como parece cosa cierta que esas personas han perdido la noción de qué les corresponde hacer y están seguros de obrar correctamente, hasta podrían leer su artículo y pensar que no escribió dirigiéndose a ellos sino a otros. Por eso sería bueno que reseñara de alguna forma cuáles son aquellas cosas que ellos imponen y que la ley no contempla, recordándoles siempre que este es un país socialista y que lo más importante para que lo demás funcione, es el hombre». (Reynel Llanes Belett)

«Marianela: Bella la historia de Diego (El vacío de Diego, Marianela Martín González, 22 de marzo), y más porque es realidad. No conozco a ese niño, pero admiro su valentía y su forma de ver la vida. Admiro también a su tía y a usted que no pasó por alto esta historia. Corren tiempos en los cuales el mundo anda tan de prisa, que muchas personas no reparan en esas cosas bellas y conmovedoras que al mismo tiempo resumen tanta sencillez, como ese gran amor que Diego lleva dentro». (Elizeth)

«Por el “azar concurrente” del que hablaba Lezama, he leído hace poco un artículo tuyo sobre el reciente referendo en Venezuela (Mi Venezuela, Yailin Orta, 17 de febrero). Solo quiero felicitarte —a veces esta palabra me suena cursi— por esa crónica desde mi posición de humilde lector. Es curioso, porque considero que no es “periodísticamente recomendable” escribir un artículo sobre una experiencia familiar que no es “extrema” ni mucho menos; muestra de lo que se consigue con la experiencia y el lenguaje cercanos al pueblo. A mi juicio, y si reconoces el valor de esta frase, jugaste una partida como Capablanca: “sencilla, creativa y con estilo personal”.

«En definitiva, Yailin, si algo pudiera decirte es que pienses en tantos, tantísimos lectores desconocidos, comunes, que te leemos en la calle. Existe mucha “gente desconocida” que son tus lectores potenciales con quienes comunicarte, a quienes “decirles”. No escribirás nunca para un selecto grupo de conspicuos periodistas o profesores de periodismo. El periodista siempre escribe para la gente común, y si es capaz de comunicarse con la gente común, entonces todo error sintáctico o semántico será perdonado, olvidando las sacrosantas leyes de la comunicación y sus cánones. Un saludo afectuoso y ojalá pueda leer tu próximo artículo. Te aseguro que lo haré con avidez». (Ariel Milián)

Propósitos sanos y responsabilidad

«Soy integrante del Comité de Base de la UJC del Grupo Empresarial Indipes, en La Habana Vieja, y me he quedado muy preocupada en relación con un artículo que leí en Internet referido al aniversario 47 de la UJC y 48 de la Organización de Pioneros José Martí, titulado Las razones de una celebración. En uno de sus párrafos enunciaba que el 4 de abril es aniversario de herejías y que esta tierra es disidente.

«Necesito que me aclaren esta redacción, porque viendo el significado de las palabras “herejía” y “disidente” creo que no son idóneas para emplearlas en este párrafo y menos refiriéndose a Cuba. Quiero que revisen bien la redacción de este artículo y me den respuesta de lo que quisieron expresar, pues lo he consultado con varios de mis compañeros y nos hemos alarmado con lo que plantean. En espera de su respuesta, Yelaine Amador Martínez».

Si el periodismo aspira a mover ideas e influir en el tejido social, Yelaine, habrá de buscar siempre palabras llenas, filosas. Las vacías, esas que no encuentran contradicciones en su viaje a cada alma, no son buenas. O sí lo son, pero solo para un pensamiento que no está interesado en transformar la sociedad desde la autenticidad de la gente, sino a espaldas de sus anhelos y conflictos.

A vaciar los discursos han apostado siempre los enemigos de las revoluciones, para luego llenarlos de un contenido ajeno y paralizante.

Ese intento de tomarnos el pelo ocurre a diario con el término «democracia» —ahora resulta que solo es tal la democracia burguesa— y hasta con «disidencia», que por obra y gracia del imperialismo y sus acólitos carga ahora el triste matiz de alternativa a la Revolución.

Disentir es una manera de solidificar la Revolución. Ya Raúl alertó de que «no hay por qué temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra, en que por su esencia no existen contradicciones antagónicas, porque no lo son las clases sociales que la forman. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones, si es encauzado por propósitos sanos y el criterio se ejerce con responsabilidad». Y no hay dudas de que la fórmula es eficaz: ya tenemos medio siglo de vida mientras el socialismo desapareció en otros lugares. Ese milagro es precisamente el que nos convierte en herejes.

El uso de las palabras casi siempre termina aventajando a los significados y a la Academia, Yelaine, pero la preocupación esencial no es lingüística: el imperialismo vacía las palabras porque quiere robar la iniciativa de los pueblos, y en política ello cuesta muy caro.

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