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Trabajadores sociales detectan irregularidades en el plan de ahorro de combustible

La participación de los trabajadores sociales en la batalla por el ahorro energético ha permitido conocer muchas de las causas que propician el despilfarro Modernizarán Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes

Autor:

Yailin Orta Rivera

Cuba podría ahorrar diariamente más de 200 000 litros de diésel solo con el uso eficiente de camiones y tractores del sector agrícola. El estimado lo hacen trabajadores sociales, quienes apuntan que ello equivaldría a un importe superior a los 100 000 CUC.

Esta valoración trascendió en varias de las investigaciones presentadas en el Primer Taller de Experiencias de los Trabajadores Sociales en la Revolución Energética.

Durante el intercambio, que se efectuó en el mes de octubre en la capital, los jóvenes hicieron un balance de los logros más significativos que han obtenido como protagonistas de varias de las tareas de la Revolución Energética que desarrolla el país.

Yusmelys Pérez Abreu, Luisbel Medina Sandoval, Claribel Antunes y Yarely Ríos Morales fueron algunos de los profesionales que estuvieron vinculados durante varios meses a empresas de los ministerios de la Agricultura y el Azúcar, con el objetivo de diagnosticar el potencial de ahorro energético e identificar fisuras por donde se escapa el combustible.

Aseguran los jóvenes que en esta misión detectaron niveles de consumo que no están asociados a la actividad fundamental de las empresas. Con tal motivo analizaron la documentación referida a la asignación, distribución y control del combustible y realizaron el levantamiento de todo el parque automotor y agrícola.

Durante las pesquisas descubrieron como principales incidencias que muchos de los carros tienen que mantenerse encendidos todo el tiempo por falta de baterías, ya que las empresas presentan dificultades con las piezas de repuesto.

Las investigaciones develaron que una buena parte de los vehículos ligeros no presentan asignación definida, o se viola la Carta Circular 20/99, referente a la asignación de combustible a los carros con funciones administrativas.

Los trabajadores sociales destacan que no todo el personal empresarial ha logrado planificar el transporte, y esto se evidencia en el inadecuado aprovechamiento de la capacidad de carga de camiones y cuñas. Tampoco se acomete la solución inmediata de los problemas técnicos en los equipos paralizados a corto plazo.

La mayoría de los kilómetros recorridos según las hojas de ruta —admitieron— no coinciden con lo consumido. Se llegó a detectar hasta un carro que lo habían reportado como roto, y sin embargo se le asignaba una cuota de combustible.

Se ha dado el caso —explican los jóvenes— de hojas de ruta perdidas o de otras que no tienen registrado su folio en el libro de expedición. También en algunos de estos documentos no coincide el origen con el último destino, o tienen falsificadas las firmas de la persona que autoriza la expedición. Cuando hicieron la prueba del litro, o sea, la medición del índice de consumo de los carros, demostraron que la mayoría tienen alterado este valor, así como que no existe una consecutiva actualización del mismo.

Brechas al derroche

Otro de los logros de los trabajadores sociales en la búsqueda de cualquier brecha por la que se escapa el combustible fue el diagnóstico que se efectuó en la provincia de La Habana desde el 28 de junio del año 2006, con el objetivo de estudiar igualmente a las empresas altas consumidoras de combustible en los organismos del MINAZ y el MINAGRI.

Para determinar el consumo de combustible imprescindible que necesitan las empresas de estos sectores, los trabajadores sociales verificaron el parque de vehículos con que cuentan las diferentes entidades, y analizaron toda la documentación vinculada al consumo de combustible durante un trimestre.

Al revisar las hojas de ruta, los muchachos confirman que se encontraron con violaciones como falsificación de la firma del jefe de transporte, alteraciones en el kilometraje de los vehículos y deficiencias en el llenado de estas hojas.

Cuando realizaron el levantamiento del parque automotor descubrieron vehículos que no están registrados en el inventario de medios básicos, y otros desaparecidos, a lo que los directivos de las empresas no supieron dar respuesta.

También encontraron indisciplinas relacionadas con el empleo de camiones o tractores particulares por las empresas sin un contrato oficial. Igualmente detectaron problemas en la realización del modelo 50-73, en cuanto al control del combustible de un mes para otro, ya que en ocasiones se programan actividades que finalmente no se realizan y este combustible ya asignado no se tiene en cuenta para el mes próximo y se vuelve a demandar.

Existen empresas —apuntaron— que aún no cuentan con la cantidad de tarjetas magnéticas de combustible establecida por vehículos, en ocasiones porque no tienen presupuesto asignado para esto.

Señalaron que el parque de carros, debido a que lleva alrededor de 25 años de explotación, presenta un gasto elevado de combustible. Pero se detectó también que se realizan recorridos fuera del objeto social de la empresa y se efectúa el parqueo de los mismos en lugares no autorizados.

Ahorrar para crecer

Durante más de dos meses el joven Darién Hernández integró la brigada compuesta por más de 170 trabajadores sociales en la molienda azucarera de la región villaclareña.

«En estos días nos esforzamos por cumplir con la máxima de Fidel de hacer más con menos, sin afectar las actividades tradicionales de la zafra 2006-2007. Y logramos este propósito, ya que en las diferentes empresas del MINAZ se obtuvo un ahorro de combustible que, expresado en términos monetarios, superó los 100 000 pesos en moneda libremente convertible.

Estos resultados en Villa Clara —sostiene el trabajador social— fueron fruto de la Tarea de Control y Ahorro del Combustible en la Zafra, que desde el 14 de marzo lideró la tropa en esta región central.

La fuerza —destaca— se distribuyó por las siete empresas que estaban moliendo, para analizar rigurosamente los índices de consumo en las locomotoras, aprovechar el tonelaje de arrastre en estas máquinas y velar porque el personal especializado fuera el único que recibiera y distribuyera el combustible de las mismas.

Para lograr el éxito en su tarea —explicó Darién Hernández— la brigada realizó un seguimiento diario de los consumos del pelotón, cuidó porque se aprovechara al máximo el horario laboral y la capacidad industrial, y controló y analizó la variación de los índices de consumo.

También discutieron en los matutinos o vespertinos el comportamiento de la producción de azúcar y el consumo energético, además de buscar junto a los obreros posibles iniciativas que garantizaran alto rendimiento productivo con menor cantidad de combustible.

El estudio demostró que uno de los principales problemas del consumo en este sector también se relacionaba con el estado técnico de los equipos, ya que por su tiempo de explotación se encontraban en malas condiciones, trayendo como consecuencia una elevada demanda.

Asegura Darién que donde más se puede ahorrar combustible es en las locomotoras, cuando se cumple con el itinerario establecido, así como en todas las actividades azucareras siempre que exista una conciencia colectiva de la necesidad de hacer más con menos.

Igualmente señaló que la mayoría de los camiones en este territorio dormían en las casas de los conductores, y este consumo salía del asignado para las actividades de la zafra. Y encontraron que tampoco existían varillas para medir el combustible real existente en los tanques de los equipos.

Para lograr mayor ahorro en esta tarea —recomendó el trabajador social— deberán realizarse sistemáticamente chequeos técnicos a los diferentes equipos (tractores, camiones, locomotoras, combinadas) y controlar y fiscalizar con más frecuencia las actividades de los pelotones.

Con la integración de los trabajadores sociales a la batalla por el ahorro energético, mucho se ganó en el conocimiento de las deficiencias organizativas que impiden el máximo aprovechamiento del combustible.

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