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Prodigioso hijo de la necesidad (+Video y fotos)

Las crisis pueden ser oportunidades y el ventilador pulmonar Combiovent es una muestra fiel de esa verdad. Se pensó concebirlo mucho antes de que la COVID-19 asomara, pero este sueño, diseñado por un equipo multidisciplinario en el que participan jóvenes ingenieros, se hizo realidad en pleno azote pandémico

 

Autor:

Marianela Martín González

Todavía no ha nacido, pero ya hay prototipos suyos esperando someterse al protocolo que avale su consentimiento para asistir a pacientes que requieran de ventilación mecánica. Su nombre es Combiovent, y aunque es un ventilador pulmonar, quienes lo concibieron hablan de él como si tuviera alma.

Su nombre es Combiovent, y aunque es un ventilador pulmonar, quienes lo concibieron hablan de él como si tuviera alma. Foto: Abel Rojas Barallobre

No se fije en el desorden que verá en el departamento —me advierte uno de los creadores de este equipo—, mientras le pasa la mano al prototipo para poner en su lugar una etiqueta que le cuelga. Era como si lo acicalara para que los visitantes nos lleváramos la imagen más agraciada del aparato, entonces comprendí todo el significado que tiene para ellos esta máquina que por sí sola será dadora de vida.

Y era cierto que no todo estaba ordenado, pero en ese aparente desorden radicaba la clave del torbellino que en esa área hará de un sueño la posibilidad real de que Cuba cada vez más apueste por su ciencia. Y en el centro de este quehacer hay muchachos que se parecen a estos tiempos: aretes en sus orejas, pelos desaliñados, ropas sencillas, pero modernas… y que piensan con seriedad en las necesidades básicas de su tiempo y su país.

«Tan importante es este ventilador pulmonar para nosotros que mi esposa siente celos de él, porque desde mayo de 2020 nos ocupa y mantiene enamorados. Ella me programó una alarma con un mensaje que, entre otras cosas, me da tareas hogareñas, y me pide que regrese temprano, porque desde que estamos involucrados en este proyecto se ha convertido en el centro de nuestra atención», nos cuenta el ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica Alejandro César González Urquiza, uno de los jóvenes de la empresa Combiomed que participa en el desarrollo del equipo.

Director de la empresa y jefe del proyecto, el máster en Ciencias Arlem Lesmes Fernández Sigler. Fotos: Abel Rojas Barallobre

Otro de los autores del referido proyecto, el ingeniero biomédico Luis Raydel Corrales Lay, recuerda que cuando el director de la empresa y jefe del proyecto, el máster en Ciencias Arlem Lesmes Fernández Sigler, y el director de Investigación y Desarrollo, Alejandro Milanés Cruz, los convencieron de que en medio de la crisis generada por la pandemia había que emprender el proyecto, él y González Urquiza, quienes fueron los primeros en recibir la convocatoria, aceptaron el reto, pero entre ellos comentaron que era una tarea imposible de lograr.

Corrales Lay refiere que la idea de este ventilador pulmonar surge mucho antes de que asomara la pandemia al mundo, con el objetivo de abrir ramas de investigación de equipos relacionados con la respiración. Pero, por su complejidad y estar desarrollando otros que hacía tiempo se venían fabricando no había cuajado la idea de concebirlo.

«Entonces llegó la COVID-19 y fue un catalizador para empezar a trabajar en él», asevera y reitera que la entidad desarrolla equipos médicos, para la monitorización de pacientes y soporte de vida, pero nunca había incursionado en la rama de ventilación.

Según señala el director de la empresa, Fernández Sigler, a principio de la pandemia a esta se le encargó coordinar el grupo de reparación de ventiladores pulmonares afectados por la obsolescencia. Hoy ponen en práctica habilidades y conocimientos adquiridos en esa etapa —reconoce—, pues se enfrentaron a ventiladores pulmonares afectados por la carencia de partes y piezas de repuesto a causa del bloqueo; así como equipos importados cuyos proveedores, también por el bloqueo, dejaron de atender y suministrarle al país componentes.

Ese trabajo que realizaron, de conjunto con el Ministerio de Salud Pública y otros organismos, les dejó como fortaleza  y oportunidad adentrarse al conocimiento de las partes y bloques funcionales de los ventiladores. Entonces, entre finales de mayo y principios de junio de 2020 hicieron la conceptualización de Combiovent, que con modestia reconocen que será clave para poder ir cubriendo las demandas del sistema de Salud en las salas de cuidados intensivos para el soporte vital.

Entretanto, hace apenas unos días, lo que para estos jóvenes en un primer momento resultó ser quizá quimérico, ha sido calificado por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel, durante una reunión de expertos y científicos, como una proeza tecnológica.

«Dejamos de verlo como imposible y lo convertimos en una realidad cuando todos nos pusimos a estudiar, revisar el estado del arte y consultar los requisitos que se establecen en los estándares internacionales en relación con sus equipos.

«En todo este tiempo, cuando no estamos en el centro, nos comunicamos por teléfono y nos consultamos cualquier duda. No hemos parado hasta verlo en esta fase, y seguimos trabajando hasta que las autoridades pertinentes lo aprueben», afirma González Urquiza.

La cooperación e integración

Cerca de una veintena de ingenieros y técnicos, en la que se mezclan experiencia y juventud, participan en el desarrollo del ventilador pulmonar cubano, el cual, al decir del diseñador industrial Pedro Luis González Acosta, es fruto de un trabajo en equipo.

En este han participado asesores médicos, expertos en software de nuestra empresa y de la Universidad de las Ciencias Informáticas, expertos de hardware, un grupo de documentación, ingenieros mecánicos, tecnólogos y operarios.

«Hemos tenido que complementarnos e interactuar para poder llegar a lo que queremos. Yo, por ejemplo, no puedo diseñar sin saber cuál es la funcionalidad que tendrá quizá un botón específico que me va a abrir una pantalla, y ciertas ventanas para poder acceder y cambiar un modo de configuración  de ventilación u otro parámetro específico», alega.

Asimismo, cuando se refieren al protagonismo colectivo recuerdan a Armandito, el tornero de manos portentosas que construyó la primera pieza mecánica para el ventilador pulmonar, y ya no está entre ellos porque falleció en medio de la COVID-19.

Se había jubilado, pero lo recontrataron porque era muy exquisito en todo lo que hacía. Lamentablemente no pudo ver el proyecto terminado, pero será imposible no tenerlo presente cada vez que se refieran al ventilador pulmonar cubano.

Danly Mancebo Teijelo es, según sus compañeros, un guardián de la reputación de Combiomed. Fotos: Abel Rojas Barallobre

Alegan que al grupo también se unió el tecnólogo de la entidad Danly Mancebo Teijelo, quien lleva casi un cuarto de siglo trabajando en la empresa, asegurando la disciplina tecnológica y el cumplimiento de los parámetros de calidad de las producciones.

Mancebo Teijelo es, según sus compañeros, un guardián de la reputación de Combiomed, a pesar de ser sordomudo. La responsabilidad y la profesionalidad lo distinguen por encima de cualquier limitación física, nos señala el Director de la empresa.

Empezar de cero

Aunque desde mediado de la década de los 90 del siglo pasado, esta empresa diseña, fabrica, desarrolla, comercializa y ofrece mantenimiento a equipos de la línea de monitorización de pacientes y soporte de vidas, a la cual pertenece este equipo, explican que el ventilador pulmonar se trata de un proyecto nuevo, del que tal vez había vagas nociones en la empresa.

Se inició desde cero. Es un equipo de los más complejos que se usan en las salas de terapia intensiva, según les han dicho los médicos intensivistas, que son los más conocedores del tema.

González Urquiza acota que se trata de un equipo que debe suministrar el oxígeno justo que requieren los pulmones. Proporcionar un nivel por debajo o por encima puede causar problemas, incluso la muerte.

«Por eso es que el equipo tiene un alto nivel de complicación y requiere de un rigor extremo en todas sus fases, incluyendo la actual; y, por supuesto, la producción cuando llegue ese momento», sostiene, al tiempo en que enfatiza que el control de calidad será siempre una garantía para salvar vidas.

Este empeño también ha reforzado el reconocimiento a los que participan en el proyecto, según refiere el ingeniero automático Daniel Vega Fernández, quien con emoción dice que gracias al ventilador pulmonar en el barrio, y especialmente su hija, le han dado singulares muestras de admiración, luego de que anunciaran en la televisión a los creadores del equipo.

«En la casa grabamos lo que pusieron en la televisión y después lo vimos en familia. La manera en que mi hija me miraba me hizo sentir muy orgulloso. También amigos y familiares dentro y fuera de Cuba me han llamado para hablar sobre el tema y felicitarnos», añade.

De un imposible a proeza

No es tan sencillo cubrir los procedimientos que deben cumplirse para lograr un ventilador pulmonar de altas prestaciones y que contribuya a garantizarle al país soberanía tecnológica, remarca González Urquiza.

«Queremos que nuestro ventilador se utilice eficientemente en pacientes adultos y que en una próxima versión pueda ventilar a pacientes pediátricos y neonatos. También trabajamos para que ofrezca a los intensivistas un mayor número de datos, que tributen a una ventilación de óptima calidad y el enfermo se recupere en el menor tiempo posible», apunta.

El ventilador pulmonar todavía está en etapa de prototipo, y una vez que concluya esta fase se someterá a pruebas preclínicas en animales que antecederán a los ensayos de uso en humanos. Si los resultados son exitosos, se obtendrá el registro sanitario y comenzará su producción y posterior introducción en el sistema nacional de Salud.

 «Esperamos que en el primer trimestre del presente año entremos en la fase de producción de las primeras 25 unidades que se destinarán al sistema de Salud.», asegura.

Ventajas de un ventilador cubano

Si algo ha dejado como enseñanza esta pandemia es que ser soberanos resulta lo único que blinda a un país para soportar las consecuencias asociadas a una crisis múltiple. Si esta soberanía incluye la tecnológica es mucho mejor.

El joven ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica Adrián Orta Casañola, uno de los participantes en el proyecto del ventilador pulmonar, recuerda cómo esta crisis pandémica generó que los países poderosos acapararan los ventiladores disponibles, dejando en desventaja a las naciones pobres.

Igual apunta que las patentes de equipos tan valiosos se protegen y no se socializan, e incluso, trae problemas graves cualquier intento de plagio, por lo que abrirse camino en la soberanía tecnología requiere de ingenio, esfuerzos y recursos económicos.

«Por eso, nosotros tenemos que importar algunos componentes y construir nuestro ventilador pulmonar. Sobre él tendremos total dominio. Lo conocemos, y en caso de que ocurra una falla, la reparación debe ser inmediata porque hemos sido quienes lo diseñamos y fabricamos. Esa es una de las fortalezas de este proyecto y de esta empresa. Además de que un ventilador pulmonar similar al que estamos logrando cuesta entre 25 000 y 60 00 dólares», apunta.

El joven de 27 años comenta que cuando ocurrió el pico pandémico en meses pasados, había algunos ventiladores pulmonares comprados por el país que presentaron problemas por tantos años de explotación.

«Resultó muy difícil arreglarlos porque no se conocía exactamente cómo fueron hechos. Eso no ocurrirá con el que ahora estamos desarrollando, pues sabemos a la perfección cada parte, su funcionamiento y demás aspectos esenciales», asegura.

Dos mujeres también conforman este equipo: Evelia Medina Pérez, y Daria Vasilievna Kushenskaia (Dasha). Ellas participan en la elaboración de la documentación del proyecto y del dossier que ha de presentarse para que las autoridades regulatorias den la anuencia para que Combiovent salve vidas y nos libere un poco más de la dependencia tecnológica.

«Son extremadamente quisquillosas, pero eso es bueno porque garantizan que entreguemos toda la documentación del ventilador con los requisitos exigidos», comenta  Daniel Vega Fernández, mientras me deletrea el nombre de Dasha, la ucraniana.

Un equipo de trabajo no es perfecto. Entre sus integrantes los hay más alegres que otros, más exigentes que otros, pero en este caso la diversidad de caracteres, la multiplicidad de disciplinas, e incluso la diferencia de edades, han hecho una amalgama ideal para sacar adelante el promisorio proyecto.

Entre estos jóvenes se derrama empatía, tal vez esta sea una de las claves para convertir una supuesta ilusión en una criatura que está a punto de nacer con muy buena salud. Cuando asistamos a un hospital y veamos a Combiovent no tendremos más remedio que recordar estos rostros. Y reverenciar también a otros que no se encontraban en el momento en que acudimos al centro, o no pudieron atendernos porque estaban ocupados.

Entre los que no ofrecieron testimonio se encuentra el experimentado diseñador mecánico Miguel Gómez Florido, quien se recupera de las secuelas que le dejara la COVID-19; y aun así sigue trabajando incansablemente en el proyecto con el mismo entusiasmo de estos jóvenes.

Tampoco pudimos conversar con otros especialistas del proyecto y asesores médicos que han tenido también un protagonismo en este empeño, pero serán siempre aludidos cuando se tengan los beneficios de este ventilador pulmonar.

Al hablar de este ventilador pulmonar, prodigioso hijo de la necesidad, a ellos habrá que reconocerlos porque al igual que los científicos que han trabajado en nuestras vacunas, han hecho de la crisis una oportunidad para que Cuba salga adelante, apelando a su inteligencia y al llamado a emanciparnos y ser soberanos tecnológicamente.

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