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La urgencia de pasarle la mano a la beca

No son pocos los problemas constructivos que presentan las residencias estudiantiles de la capital, lo cual se convierte en uno de los temas más sensibles para quienes hacen su vida en esas instalaciones. Garantizar un mejor espacio de convivencia de esos jóvenes es responsabilidad de todos

Autores:

Raciel Guanche Ledesma
Alejandra Morejón Fuentes
Rosmery Pineda Mirabal
Héctor Castañeda Navarro

Los días en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae) suelen ser para los jóvenes que allí estudian bastante agotadores. Desde bien temprano las exigencias docentes y la activa vida universitaria definen la cotidianidad de estudiantes como Jessica Gusmelis Cervantes, quien cursa el 1er. año en Ingeniería Civil.

Sin embargo, su condición de alumna becada en la Cujae la ha hecho desde hace algunos meses cargar con un sentido de pertenencia distinto. Luego de concluir las clases, su regreso a la residencia estudiantil está marcado por problemas objetivos con los cuales, sin esperarlo, ha tenido que lidiar desde un inicio.

Y es que adaptarnos a un nuevo medio de convivencia resulta siempre un escenario complejo y no menos retador en algunos casos, más en esa etapa en que salimos de las comodidades hogareñas y del calor familiar que abrazan nuestras necesidades más básicas en la juventud, para asumir cambios de suma importancia.

Ese fue el caso de esta joven, quien nunca en su corta edad había estado becada y desde octubre último en la residencia estudiantil de este centro docente chocó con una realidad compleja.

Tal es así que, según cuenta, el cambio le impactó al ver las condiciones reales en que se encontraba su albergue en el edificio número cien de la Cujae. «Vi todo el baño inundado, llaves que no funcionaban y filtraciones en determinados sitios. Imagina, entonces, cómo fue esa adaptación para mí, que me becaba por primera vez», dice.

Algo similar le sucedió a María Gabriela Hernández Lugo, estudiante de Geofísica y residente en el mismo edificio, uno de los más deteriorados. Ella se mantiene en vela constante desde que comenzó la vida de albergada, pues el tema hidrosanitario aún le preocupa debido a que las tuberías son muy viejas, comenta.

Por su parte, Carlos Ricardo Pérez, que cursa el 1er. año en la misma especialidad que su colega, ha corrido mejor suerte como becado de la Cujae, pues su apartamento está en buen estado (hace apenas un breve tiempo concluyó su reparación). Por eso no duda en afirmar que las condiciones para permanecer y convivir armónicamente con los demás garantizan estabilidad y tranquilidad.

La situación de las residencias estudiantiles, tanto de la Universidad Tecnológica, como las que tiene la Universidad de La Habana, encuentra ribetes contrastables entre un pasado de deterioro, desuso de apartamentos durante el tiempo de pandemia y un presente en el que se avanza de manera progresiva con la reanimación de varios edificios.

Que lo bueno no se acabe

En el caso específico de la Cujae, Danhiz Díaz Pereira, secretario del Comité de la Unión de Jóvenes Comunistas en el centro, explica que las dificultades mayores están dadas en el mantenimiento constructivo de la residencia y de algunos albergues que presentan graves problemas estructurales, sobre todo con la red hidrosanitaria.

Esta realidad al parecer se agudizó durante el período más intenso de la COVID-19, cuando el proceso docente se detuvo de manera presencial y varias de estas residencias quedaron en desuso. «Aquí, por ejemplo, solo se utilizaron para el aislamiento de personas positivas dos edificios que no albergan a estudiantes», comentó.

A finales de 2019 se inició una reparación capital en el edificio 500 de la residencia, y hoy ya se encuentran cuartos totalmente entregados. En las demás edificaciones, que albergan por el momento a 1 264 estudiantes, sí salieron a relucir muchos problemas con el reinicio del curso lectivo en noviembre último.

La ausencia de locales de estudio continúa siendo un reclamo de los estudiantes en la Cujae. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

No obstante, el paso de los días ha impuesto otro panorama para la Cujae. Poco a poco la imagen dentro de la residencia estudiantil ha ido cambiando y el ambiente constructivo, aunque sin el ritmo deseado por las propias limitantes de recursos que presenta el país, se hace notar en lo concreto.

De los nueve edificios que funcionan como albergues, se interviene en el mantenimiento y reparación de tres, mientras que en los demás se trabaja en detalles muy puntuales, según dio a conocer Dianelys Tejeda Villazón, directora de esa residencia de la Cujae, quien agregó que a su vez ya están rehabilitados con nuevas y mejores condiciones otros servicios de la beca. Se trata de la posta médica y el comedor estudiantil.

Desde el mismo Secretariado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la institución docente se ha dado seguimiento al tema. Andrés Carvajal, presidente de la organización allí, comenta que si algo aún preocupa a los becados es que los edificios no cuentan con las condiciones para el estudio individual, pero se labora en la recuperación de estos locales.

Si bien mucho queda por solucionarse, una cosa sí es real: se trabaja paso a paso para eliminar esos problemas que tantas incomodidades causan. Y los mismos educandos, como Jessica Gusmelis, lo reconocen, «desde el inicio hasta la fecha ha habido cambios para bien y ojalá se mantengan», dicen.

F y 3ra. Menos tensión, pero…

No solo en la Cujae se viven momentos de ajetreo y transformaciones en función de mejoras que desde hace algún tiempo urgen a los estudiantes. En la residencia estudiantil Lázaro Cuevas de F y 3ra., perteneciente a la Universidad de La Habana (UH), también se intenta resolver problemas materiales acumulados.

El edificio capitalino de 24 pisos alberga en lo fundamental a universitarios de primer y segundo años de distintas carreras. Y casi por obligación una pregunta se impone al llegar a esta residencia: ¿cómo se las arreglan los educandos cuando no funciona el elevador?

Es esta una de las principales preocupaciones que ronda a quienes, casi a diario, sufren los contratiempos por roturas y averías parciales del ascensor. Algo que, sin dudas, provoca desgaste, entre subidas y bajadas cotidianas por las escaleras.

Para Alejandro Rodríguez Ulloa, en 1er. año de la carrera de Periodismo, esa es una de las incomodidades mayores que se enfrentan en F y 3ra., aunque afirma que en los últimos tiempos las averías son solucionadas con más rapidez, pues antes los becados podían estar semanas o incluso meses sin ese servicio.

En la Cujae se trabaja en la reparación y remozamiento de los edificios que componen su residencia estudiantil. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

En lo referente al estado constructivo recuerda que antes de llegar la pandemia la instalación se encontraba en mejores condiciones. «Luego del regreso desde nuestras provincias, tras el aislamiento que nos impuso la COVID-19, encontramos una residencia dañada y en no pocos casos con apartamentos faltos de seguridad por problemas con las cerraduras», detalla.

En el caso de Boris Leiva Padrón, estudiante de 2do. año de Periodismo, recuerda que la puerta principal de acceso a su apartamento se encuentra muy dañada y esto permite que pueda ser violentada fácilmente y abrirse con objetos que no son precisamente llaves. A eso hay que sumarle que ninguna de las habitaciones cuenta con llavín, comenta.

Por su parte, José Alfonso Gort, subdirector administrativo de la residencia, cree que las condiciones no son precarias ni mucho menos, aunque reconoce que tampoco son óptimas. Se trabaja en estos momentos en la mejora de la beca y, aún sin recursos para avanzar de forma rápida, se labora en la plomería, pintura y albañilería, señala.

«En la residencia tenemos mucho por hacer, pero con los estudiantes dentro se nos complejiza el trabajo, pues debemos trasladarlos hacia otros pisos para hacer las reparaciones y que puedan volver luego a su apartamento inicial. Eso es muy complicado».

Acerca de las mejoras que próximamente pudiera recibir el edificio, Alfonso Gort refiere la gestión de un contrato para dotar, en un primer momento, de puertas de aluminio todos los balcones laterales del área A. Asimismo, se prevé la sustitución de la totalidad de la carpintería de madera restante por aluminio.

Lo más crítico hasta ahora, según comenta Blanca Chang López, directora de la residencia de F y 3ra. es la plomería. Existen algunas filtraciones en los apartamentos y los arreglos se han dilatado debido al déficit de materiales de las cooperativas con las que tenemos contrato, subraya.

Está entre los proyectos de la residencia estudiantil tapizar nuevamente todos los muebles de los apartamentos y se aspira a rehabilitar el segundo ascensor, algo que aliviaría las cargas y dificultades diarias de los becados.

Alamar Adentro

A pesar de que fue este uno de los principales bastiones en la lucha contra la pandemia en La Habana, la residencia estudiantil Alamar VI luego del cierre como centro de aislamiento, y tras el reinicio del curso docente, presentó dificultades con la falta de algunas duchas, llaves de agua y luces de los apartamentos.

Por lo general tanto esta beca como la de Bahía presentan un estado constructivo bastante bueno. Sin embargo, los estudiantes de la primera se quejan de problemas con el agua, los tanques y algunas averías. Por suerte allí se aplicaron iniciativas para que en los horarios fundamentales no les falte el líquido.

Otra de nuestras preocupaciones se relaciona con el tema del transporte para llegar a las facultades o retornar a la beca, nos dijo Yurien Sierra Espallarga, estudiante de Licenciatura en Turismo. «Recordemos que, además de los becados, la mayoría de los residentes en Alamar trabajan fuera de este territorio, por tanto utilizamos también el mismo sistema de transportación pública».

Ante esta situación los estudiantes han solicitado un transporte que les favorezca el traslado hasta las facultades o la misma Universidad, como existía anteriormente, pero aún no hay una respuesta concreta, sobre todo conociéndose las limitantes que presenta el transporte público en la capital.

De igual forma, dice Sierra Espallarga, resulta bastante preocupante que no exista asistencia médica nocturna en la beca. Se han dado ya situaciones de compañeros que presentan dolores o fiebre alta en la noche y deben acudir entonces al cuerpo de guardia del policlínico más cercano.

Karla Santana Rodríguez, presidenta de la FEU en el país, intercambia con estudiantes de la Universidad de las Artes, como parte del recorrido que realiza la organización por las becas. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

Lo cierto es que tanto en Alamar como en las restantes becas de La Habana quedan aún fisuras por cerrar, y en los recientes recorridos del Secretariado Nacional de la FEU por las residencias estudiantiles capitalinas esto ha quedado en evidencia.

En estos sitios se labora fuerte para pulir detalles constructivos y, en algunos casos, reformar apartamentos que anteriormente tenían condiciones desfavorables. Con mayor énfasis se actúa en las becas de 12 y Malecón, en su torre 18, y en Alamar VI, apuntó el vicerrector primero de la Universidad de La Habana (UH), Dionisio Zaldívar Pérez.

Agregó que de las 35 carreras que se imparten en el Alma Máter, 33 tienen alumnos becados de todas las provincias del país, algo que dificulta emprender reparaciones capitales o parciales con estudiantes dentro. En cuanto a las capacidades totales, las residencias estudiantiles de la UH rondan las 2 700, pero solo están cubiertas con 1 670 becados.

Significativo resulta, explica Zaldívar Pérez, que las becas del centro de altos estudios capitalino acojan a 35 jóvenes en condiciones de vulnerabilidad. Ante situaciones críticas, tanto familiares, económicas como a nivel del hogar que pueda tener un estudiante, la universidad evalúa el caso y le proporciona en las residencias estudiantiles al alumno todo lo necesario.

La FEU cerca del problema

Al decir de Lianet Kamila Salina Gimeno, miembro del Secretariado Nacional de la FEU, quien toma parte en el recorrido que desde hace algunos meses se viene realizando en Cuba a las residencias estudiantiles, estas requieren un mantenimiento, pero ninguna —en las que hemos estado— presenta condiciones críticas, a excepción del ya referido edificio cien de la Cujae.

Hay instalaciones que demandan un esfuerzo mayor. Por ejemplo, cuando tienes que cambiar el sistema hidrosanitario completo necesitas invertir muchísimo dinero que, ahora mismo, el país no tiene, comenta Salina Gimeno, quien en la dirección de la FEU se desempeña como secretaria de Becas y Planteamientos Estudiantiles.

Actualmente el deterioro de los teléfonos públicos, la poca iluminación dentro y fuera de las residencias para que los estudiantes transiten sin preocupaciones y la ausencia de transporte escolar que garantice su traslado hasta las universidades, constituyen las principales inquietudes y obstáculos a los cuales se enfrentan los becados.

El Edificio No. 100 de la Cujae es uno de los de mayor situación constructiva presenta  en el país. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

No solo la Universidad tiene implicación en estos problemas. En varios casos, agrega, la información que tiene que llegar a los jóvenes se queda a medias. Y esto parte de la importancia de contar con una estructura de la FEU que funcione en cada uno de sus niveles y sea capaz de comunicar o trazar el camino para la socialización de sus acuerdos.

En un reciente encuentro del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el Palacio de la Revolución con dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas y de nuestra organización tocamos este tema con él, porque es uno de los más sensibles, acotó.

La culminación de estos recorridos exhaustivos de la organización nos llevará a un segundo paso: sentarnos con representantes de las instituciones responsables de cada uno de los problemas que se van detectando y ver lo que a nivel de residencia, de universidad y de la misma FEU se puede ir solucionando lo antes posible, concluyó Salina Gimeno.

Si algo evidenció este reportaje es que las becas han dejado de ser un simple espacio en la vida de los jóvenes. Por ello se deben mirar con lupa sus problemas constructivos y cuanto inquieta a los residentes para que sea una brecha que se cierre lo antes posible. La beca es el hogar que los acoge durante cuatro años y los marca por siempre. Entre sus cuatro paredes no solo hay espacio para el estudio o el descanso: allí sueñan su futuro.

El estado de las redes hidrosanitarias de las becas es uno de los temas más preocupantes en la mayoría de estas instalaciones. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

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