Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El sendero a una vejez con derechos

En la amplitud de sus capítulos, títulos y artículos, el adulto mayor, el anciano de casa, el abuelo y la abuela, encuentran un respaldo a su integridad

Autor:

Dorelys Canivell Canal

Saber que cuando pases los 60, los 70 y más, tendrás derecho a la vida familiar con dignidad, a vivir de forma autónoma e independiente, a elegir dónde y con quién hacerlo, a la participación e inclusión social y familiar, a disfrutar de un entorno accesible, a tener la oportunidad de decidir cómo prefieres que se desarrolle tu envejecimiento, al cuidado de cuál persona, qué procedimientos médicos rechazarías o aceptarías... significa una garantía de vida, de bienestar, de tranquilidad ahora y seguridad mañana.

Y ello queda recogido en el Código de las Familias, ese que por inclusivo, plural y ético, se ha diseñado de forma tal que reconozca los derechos de todos los cubanos y otorgue otros a quienes no los tenían, sin más límites ni motivaciones que no sea la guía de los afectos y los sentimientos.

En la amplitud de sus capítulos, títulos y artículos, el adulto mayor, el anciano de casa, el abuelo y la abuela, encuentran un respaldo a su integridad, a su decoro, a su papel bien ganado en esta sociedad de formadores de nuevas generaciones, de padres siempre sin importar la edad.

Por ello, se erigen como artífices de la responsabilidad parental, pues se piensa en los abuelos en primera instancia cuando, ante determinadas situaciones, los padres precisan delegar en otras personas sus roles.

El Código vela por su pleno desenvolvimiento, su autodeterminación y empoderamiento, a la vez que garantiza que el Estado, la sociedad y las familias, según corresponda, posean la obligación de proteger, asistir y facilitar la satisfacción de las necesidades de los adultos mayores.

El término «envejecimiento saludable» aparece también en el texto, a tono con las cuestiones que establece la ONU para garantizarlo, entre ellas, la de fomentar desde las comunidades capacidades en estas personas; ofrecer atención sanitaria de calidad, garantizar acceso a los cuidados a largo plazo y, sobre todo, cambiar las formas de ver y comprender el envejecimiento.

Quienes hoy son adultos mayores encuentran un respaldo en el Código que se someterá a votación este domingo, mas quienes gozan de entera juventud saben que en sus páginas está la garantía del mañana, pues el texto se asienta en los afectos, en el respeto y toma en cuenta a los más vulnerables dentro del ámbito familiar.

Asumir la ancianidad, protegerlos desde sus demandas afectivas y materiales, teniendo en cuenta su voluntad y decisiones, en función de la conservación de su estado de salud y su bienestar, es el fin último de lo que a este grupo social respecta en el Código.

Recientemente una jurista decía que con el nuevo Código el Derecho Familiar saldaba una deuda con las personas adultas mayores, quienes ahora quedan amparadas gracias al carácter inclusivo y abarcador del texto.

Es una ventana a la solidaridad, a la inclusión, al amor, al respeto, a los años trabajados, al tiempo dedicado a la familia, a los hijos y nietos. El Código permite que ningún abuelo quede desamparado, que se tenga en cuenta su criterio, incluso, la forma en la que quiere pasar sus últimos años si así lo dispuso desde que era joven; el Código es integrador y en la multiplicidad de ideas que recoge, el camino a la vejez va, siempre, con derechos.

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