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Las maestras del corazón

De amor por la profesión y un sentido de pertenencia muy alto está tejida la historia del profesorado de la escuela primaria Simón Bolívar, una de las más afectadas por el huracán Ian en Consolación del Sur

Autor:

Yurisander Guevara

A las tres de la mañana del 27 de septiembre último Niudarkis Murillo González trataba de dormir algo. Se había refugiado en casa de sus padres mientras el huracán Ian rugía con fuerza a su paso por el occidente de Cuba. De pronto, su papá la sacudió. Estaba sentado en la punta de la cama. «¡Levántate que esto se está poniendo feo! Allá fuera parece que están moliendo algo», le dijo.

Empezó entonces a entrar el agua por las persianas, por debajo de la puerta, por todos lados… Niudarkis y su familia agarraron unos troncos que su padre había cortado con antelación y los empujaron contra las ventanas y la puerta. Fue por gusto. El agua brotaba por cada rendija. Le subió al nivel de las pantorrillas y se refugiaron en el baño. Allí, por la persiana, Niudarkis intentó divisar su casa, contigua a la de sus padres. A las 4:30 de la mañana vio volar el techo de su vivienda.

No muy lejos, Xiomara Álvarez Morell estaba en una faena parecida. Refugiada en casa de una hermana, sentía que todo se estremecía. Los oídos le zumbaban. En la vivienda todos se aferraron, con palos como soportes, a puertas y ventanas para evitar que salieran volando.

Al filo de las siete de la mañana, Niudarkis y Xiomara pudieron aquilatar un poco la destrucción que había dejado el huracán Ian en Consolación del Sur. La casa de la primera no existía, a la segunda la dejó sin techo.

Xiomara lleva 22 años como directora de la escuela primaria Simón Bolívar, donde Niudarkis es la coordinadora del centro. A esa hora llamó a su profesor de Educación Física y se pusieron de acuerdo para ir a la escuela. Tenían que ver lo sucedido allí. Niudarkis, entretanto, se dirigió a lo que fue su casa.

«Yo me emociono mucho con cualquier cosa, y al llegar a la escuela no pude evitar las lágrimas», le dijo Xiomara a Juventud Rebelde. «Cuando llegué ya estaba aquí Yosvel (Cruz Acosta, el profe de Educación Física), y empezamos a salvar lo que pudimos».

***

A la escuela Simón Bolívar se llega por una angosta calle de piedras. Está ubicada en la comunidad Raúl Maqueiras, un barrio de Consolación del Sur en situación de vulnerabilidad que está en transformación desde noviembre de 2021.

En 2008 el huracán Gustav destruyó el centro de estudios. Entonces la solidaridad de Venezuela se hizo patente, y también en un mes de octubre se recuperaron sus diez locales. El gesto quedó plasmado de una forma peculiar. Dos bustos reciben a quienes llegan a la escuela: uno, el de José Martí; el otro, de Bolívar. Ambos están custodiados desde lo alto por las banderas de Cuba y Venezuela.

«Es verdad que Gustav destruyó la escuela, pero como este huracán, ninguno», confesó Xiomara. «En mis 57 años de edad nunca había visto algo parecido», insistió, para reafirmar que los destrozos dejados por el meteoro se quedan cortos ante cualquier descripción.

Así lo habíamos constatado en el camino a Consolación del Sur. La autopista que conduce a Pinar del Río todavía muestra en sus riberas las huellas de Ian. Innumerables árboles están partidos, y no pocos de los que quedan en pie parecen haber sobrevivido a un fuego intenso. El panorama de casas sin techo salta a la vista más de lo que hubiéramos deseado ver.

La escuela no sufrió menos. «Es como si hubiera pasado un tornado junto al huracán», consideró Xiomara, para luego relatar que al llegar al centro con Yosvel se encontró las mesas viradas al revés, muchos libros mojados, los techos ausentes, los marcos y las puertas arrancadas de cuajo, entre otros destrozos.

Sin perder un minuto pusieron a buen resguardo todo lo que pudieron. Al día siguiente comenzaron a recuperar las tejas que dejó Ian intactas o, al menos, reutilizables, y con ellas reacomodaron tres locales de la escuela. En uno hoy reciben sus clases los alumnos de prescolar. En otro se alternan primero y segundo grados en las sesiones matutina y vespertina. El tercero sirve de almacén para libros y material escolar.

En cuanto al resto de los alumnos —el centro tiene una matrícula de 158 de prescolar a sexto—, están distribuidos en otras escuelas del municipio.

La Dirección Municipal de Educación ya hizo un levantamiento y en la Simón Bolívar están a la espera de los recursos para la reconstrucción. Por todo Pinar del Río pudimos ver que esa ayuda es realidad: numerosos camiones cargados de tejas surcan su geografía.

«Aquí estamos vivos, que es lo que hace falta para echar pa´alante», subrayó Xiomara. Y sus palabras son corroboradas por el hecho de que los 58 trabajadores están incorporados a sus labores, casi todos desde el primer día tras el ciclón. De ellos, a 22 Ian les dejó daños materiales. Además de Niudarkis, otros cuatro fueron víctimas de derrumbes totales.

Sin embargo, aunque Ian haya dejado numerosos daños, los trabajadores de la escuela primaria Simón Bolívar no se amilanan y hacen su trabajo al tiempo que reconstruyen sus vidas. Niudarkis nos contó que ya están levantadas las paredes de su nueva casa, y espera por el cemento para el piso y las tejas para el techo. También aguardaba, el día que la entrevistamos, por la corriente, ausente durante un mes de su hogar. No sabe cuándo contará con todo eso, pero confía en que saldrá adelante, tanto ella como su querida escuela.

Lo mismo se puede decir de Rosalí Valdés Vilau, maestra de segundo grado. La joven padeció los daños de Ian, pero al visitar la escuela la pudimos escuchar mientras daba sus clases a los niños de segundo grado con ese amor que siempre desbordan los maestros del corazón.

Xiomara Álvarez Morell (izquierda) y Niudarkis Murillo González. Foto:Roberto Suárez

 

Clases para todos

 

Ivette Bayona Barrios, subdirectora de la Dirección Municipal de Educación en Consolación del Sur, informó a JR que en el municipio se dañaron 69 escuelas, de ellas 44 de forma parcial y el resto en su totalidad.

De los centros afectados, 29 trabajan con alternativas: 50 casas de familias han sido reacomodadas para que los estudiantes reciban clases, y ocho locales de organismos igualmente son hoy centros de estudios temporales.

Bayona Barrios agregó que 1 840 maestros están entre los damnificados por Ian, de ellos 458 con daños totales en sus viviendas. Todos están en sus puestos de trabajo, lo que posibilita brindar conocimientos a los más de 11 000 estudiantes del municipio.

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