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¡Hay que ser caradura!

Lejos de seguir una conducta acorde con su estatus, el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, Mike Hammer, aprovecha las dotes de instigador que posee para hacerse sentir ¿cercano? a ciertos grupos de personas

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Dice el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en nuestro país, Mike Hammer, que ninguno de nuestros principales problemas hoy tiene que ver con el estrangulamiento económico, comercial y financiero que ha multiplicado e intensificado de manera atroz la administración que él representa. ¡Hay que ser bien caradura para mentir con semejante impunidad frente a las cámaras! 

Hammer, como diplomático volátil por Latinoamérica, se ha tomado muy en serio sus últimas pillerías fuera de la sede diplomática estadounidense en La Habana. Lejos de seguir una conducta acorde con su estatus, aprovecha las dotes de instigador que posee para hacerse sentir ¿cercano? a ciertos grupos de personas.

«Ese personaje es una trampa de marca mayor», me comentaba un amigo hace algunos días, mientras Hammer se publicitaba como un «hombre bueno» en las redes sociales de la Embajada de Estados Unidos. Eso sí, la trampa viene maquillada por la hipocresía pasmosa que proyecta su rostro. Porque también es ilegal, inmoral y cínica su «actuación».

Lo de ser un provocador por excelencia le ajusta a su figura como anillo al dedo. Claro, no sorprende, porque tampoco es la primera vez que un «diplomático» así viene a nuestro país para encargarse de cualquier otro asunto, menos de hacer algo por mejorar realmente las relaciones entre ambos pueblos.

En la reciente conferencia de prensa que dio en Miami hizo gala de esa mala fe patológica que busca disfrazar a toda costa. Desconocer el problema principal que trasversaliza con su peso abrumador cada rincón y ámbito de la crisis económica que padecemos, ¿no resulta acaso un acto perverso de profunda maldad?

Tal vez haya quien piense ingenuamente que las vueltas de este señor por nuestro archipiélago son parte de una rutina diplomática, o que no hay nada oculto en ese trasfondo subversivo de siempre. Pero su repentino interés, reitero, trae consigo la misma marca hipócrita de quien nos lleva atando de manos y pies por más de seis décadas, para luego culparnos de cada desgracia. Ese es su primer acto de cobardía frente a un pueblo digno que, como diríamos en buen cubano, le traquetea...

No hay nada de casual en las acciones de Hammer. Debemos recordar que la estrategia de mostrarse cercano a la gente, sonriente y empático fue utilizada por otras administraciones, como la del demócrata Barack Obama. Seguro recordaremos, por ejemplo, cuando en su visita a Cuba recurrió a grabar un video con el elenco del programa televisivo de más audiencia en ese entonces en nuestro país. El Presidente 44 de los Estados Unidos se sentó en una mesa de dominó, balbuceó algunas frases en español y no paraba de sonreír.

Ahora el nuevo personaje de la Embajada estadounidense sube entre sus videos «de hombre bueno y generoso» uno, también, jugando dominó con jóvenes en plena calle ¿Otra casualidad? En lo absoluto. Es solo la secuencia de una farsa y un guion muy bien montado. En la historia, contrario a lo que pretendía para nosotros Obama, sí están guardadas muchas respuestas del presente.

Poco cambia entre Demócratas y Republicanos con respecto a Cuba, incluyendo los métodos. Quizá nada. Hago esa comparación porque el fin continúa siendo el mismo: destruir nuestro proyecto social. Y en ese camino el golpe blando renace como su arma de apuesta.

Hammer tal vez no sea el principal villano de esta historia, pero sí es un instrumento claro para avivar las provocaciones y conseguir los objetivos finales de siempre. 

Si él quisiera ayudar de verdad a nuestra gente comenzaría por informar mejor a quienes mueven los hilos de su obra teatral. Que cuente la heroicidad que debe hacer este pueblo para sobreponerse, día a día, al blindaje que significa el bloqueo. De lo contrario, que apunte sus dardos venenosos a otro sitio, porque los tiros seguirán saliéndole por la culata.

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