Foot cover de Noticia Autor: Juventud Rebelde Publicado: 15/09/2025 | 09:16 pm
El alto interés mostrado por la presentación de un libro en el Centro de Prensa Internacional (CPI) del Ministerio de Relaciones Exteriores rebasó el respeto de décadas a su autor y el desprecio certificado de un pueblo entero al tenebroso personaje que inspiró a aquel, y se instaló en lo que realmente interesa al periodista Hedelberto López Blanch: las luchas de (por, para, en…) Cuba.
Eso, otro capítulo de gesta nacional es lo que verdaderamente trasluce Rubio, un mitómano incontrolable, pues
—con todo y las falencias internas— antes de la batalla electroenergética de hoy, de los rifles serranos de Fidel y aun de los campanazos incesantes en Demajagua, la Cuba que de veras queremos sus hijos se ha visto cercada desde siempre por los peores alambres: el odio y la trampa trenzados con punta desde afuera.
De modo que el asombro de Hedelberto por la nutrida asistencia no estuvo justificado, para nada. Héroes de la Revolución, altos diplomáticos de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), académicos, periodistas y otros intelectuales llenaron la sala como si se esperara escuchar allí otro «palo noticioso», no sé… algo así como que el propio Marquito vendría a La Habana a pedir, por fin, disculpas al pueblo cubano.
No hizo falta tanto, por ahora… Anunciado en principio, Abel Prieto, el presidente de la Casa de las Américas, no pudo asistir porque daba otra batalla
—la Batalla de hoy, pudiera decirse— en Caracas, pero, en gesto típico de él, participó desde su mensaje. Abel reconoció la utilidad del libro para entender, con José Martí, «los venenos del alma que manchan la naturaleza de los Estados Unidos» y para apreciar la crisis moral de las élites del imperio que nos desprecia.
El Presidente de Casa…, habitual por allá porque es aquel un crucial sendero martiano, contrasta por estos días la valentía del pueblo bolivariano ante la amenaza con los trucos de ese Marco de blanda madera, especie de Rubio fake —mala copia de la testa de su jefe— que Hedelberto desnuda, pieza a pieza, con tijera cubana, en apenas 116 páginas.
Ya se sabe: Héroe de la República en el tipo de lucha que expone el pellejo, René González Sehwerert pelea con iguales filos en la del pensamiento. Su prólogo para Rubio, un mitómano incontrolable, permite verificarlo. René plantea la curiosa tesis de que el Canciller de Trump es, después de todo, un hombre de su tiempo, pero aclara enseguida de cuál: «de lo peor de su tiempo». Y a seguidas lo demuestra.
En apenas tres cuartillas sintetiza, más que el libro, toda una enciclopedia de la confrontación: la manera en que Miami se erigió en hogar de acogida de los despojos de la real dictadura cubana
—la de Batista—, que se resembraron allí para remedar, con el fertilizante del capital, la corrupción, la violencia, el bandidaje, la criminalidad y la politiquería que antes había sostenido en el poder, sin amor de pueblo, pero con tutelaje yanqui, al «hombre fuerte» de Cuba.
El Héroe recuerda un pasaje que describe como pocos la mitomanía «rubiana» que sobrevuela el libro: los padres de Marquito realmente habían huido, antes de 1959, «de la Cuba aherrojada por el dictador», pero terminaron atrapados en aquel tumulto miamense «para sucumbir al aglutinante común de lo que se conoce como anticastrismo».
Ese es parte de los presupuestos del título del sello Ciencias Sociales, del Grupo Editorial Nuevo Milenio, cuyo director, Michel Torres Corona, comentó en la conferencia la satisfacción por trabajar con Resumen Latinoamericano para el alistamiento en tiempo récord de la obra. «Frente a un enemigo tan poderoso, solo podemos oponer el conocimiento y la cultura», dijo antes de elogiar, además de a Hedelberto, el trabajo de cada especialista del sello y, particularmente, la ilustración de portada a cargo del artista visual Arístides Hernández (Ares).
También Graciela Ramírez, editora jefa en Cuba de Resumen Latinoamericano, fue pródiga en reconocimientos a los participantes en esta aventura editorial. Relatando el proceso, contó cómo el 13 de agosto, justo a los 99 años de Fidel, se entregaron los primeros 300 libros impresos. No más llegar ahí, la batalla se dio entonces por una tirada mayor, en la misma medida en que Marco y sus «rubitos» escalaban la persecución a nuestras misiones médicas y fondeaban, tras anclar las bombas diplomáticas, y políticas de siempre, una flota de cañones al frente de Venezuela.
Consciente ella misma de que «estamos ante un monstruo», Graciela animó, con muchos amigos de aquí y allá, esfuerzos que ahora permiten que las mitomanías de Rubio expuestas por Hedelberto puedan ser vistas en inglés, francés, portugués e italiano. Como no se trata de amor de mercado sino de lucha de supervivencia, los editores no imponen trabas de derechos a quienquiera que desee publicar el libro.
Hedelberto López Blanch, periodista, investigador, escritor y autor del libro, acompañado por Michel Torres Corona, director del Grupo Editorial Nuevo Milenio. Foto: @ABELENDACUBA/X
A esas alturas de la presentación, Hedelberto López Blanch adelantó poco —para que se lea el título—, pero no pudo dejar para luego el comentario de que el personaje que le tomó múltiples investigaciones con fuentes activas y pasivas en Cuba y en Estados Unidos es «un engendro de la política norteamericana contra Cuba».
El experimentado periodista de Juventud Rebelde refirió los intentos de la Casa Blanca por echar abajo la lucha guerrillera en la Sierra Maestra y urdir un golpe que al cabo frustrara en 1959 —como habían logrado en 1898— la victoria de la Revolución.
Luego vino el propósito, descarado y vigente, de matar de hambre al pueblo para enfrentarlo a sus líderes mientras se forjaba en Miami la mafia que acosa al estilo de capos como Al Capone.
La extinta Fundación Nacional Cubano Americana, el cabildeo político rentable para la «causa» de los bolsillos, el negocio de la descalificación, la persecución a la solidaridad de la Isla y hasta a los países que la reciben forman parte del itinerario mortal —de vital, nada— de este personaje que, según Hedelberto, «ha tomado dinero de todas partes».
Hay que leer esta obra y otra y otras más; compartirla de pueblo a pueblo para construir la conciencia de humanidad que acerque el día en que Cuba, como cierra el libro, reciba y celebre el momento de decir: «¡Adiós, Marquito!». (Tomado de Cubaperiodistas)